Colindancias 13 / 2022, 239-244                                             DOI: 10.35923/colind.2022.13.11

Sonia Rico Alonso

Universidade da Coruña

Graciela Batticuore y María Vicens  (coords.). Mujeres en revolución.

Otros comienzos (vol. I). En Laura A. Arnés, Nora Domínguez y María José Punte (dirs.), Historia

feminista de la literatura argentina. Eduvim: Villa María, 2022, 972 p.

Recibido: 22.09.2022 / Aceptado: 12.11.2022

Tradicionalmente, la historia de la literatura se ha configurado como un recorrido diacrónico segmentado en diversos periodos (históricos, culturales, estéticos…), en los que se ha destacado a determinados autores y obras por razones de calidad literaria, innovación, etc. Decimos autores porque, en efecto, son hombres quienes han protagonizado y monopolizado el discurso histórico en torno a la literatura. Fuera de algunos nombres de mujer, que constituyen verdaderas islas en el océano de antropónimos masculinos, lo cierto es que la historia de la literatura (y de cualquier otra disciplina o arte), tal y como la hemos conocido, transmite y asienta la idea de que las mujeres no han participado –o solo de manera excepcional– de la ciencia, la música o la literatura. El boom que los estudios de género han experimentado desde su nacimiento en la segunda mitad del siglo XX y, en concreto, los trabajos que, en los últimos años, se están llevando a cabo para recuperar la producción de las mujeres en todos los campos, revela que, pese a las dificultades indiscutibles que acarreaba salirse del rol de esposa y madre, son muchas las mujeres que contribuyeron al conocimiento y la cultura a lo largo de la historia. Así, en el terreno de la literatura, lejos de una escasa actividad escritural femenina, lo que ha habido ha sido un proceso continuo y sistemático de silenciamiento, ocultación e, incluso, apropiación de las creaciones literarias de mujeres por parte de un sistema heteropatriarcal que ha escrito la historia de acuerdo a sus propios intereses. Por todo ello, en la actualidad, y en el estado de buena forma en que se encuentran los estudios de género en el ámbito literario, se hace necesario y urgente revisar y rediscutir el discurso que conforma la historia literaria o, mejor aún, reescribirlo desde otra cara del prisma que constituye.

Es, desde estas premisas y con este propósito, como surge el proyecto Historia feminista de la literatura argentina (2020-), a cargo de las especialistas Laura A. Arnés, Nora Domínguez y María José Punte, todas ellas vinculadas al Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Universidad de Buenos Aires, en el que surgió la idea a raíz de unas jornadas de investigación celebradas en 2017. Concebida en cinco volúmenes y un diccionario de autoras, se trata de una propuesta “colectiva e intergeneracional” (12)[1], en la que la unión entre la literatura argentina y el feminismo se concibe como “una alianza, una potencia imaginarizante que habilita la aparición de un sujeto político plural pero que, además, da cuerpo a una masa poética, narrativa y crítica en disputa con pactos sociales, afectividades y temporalidades lineales y reproductivas” (11). La tarea es ambiciosa a la par que estimulante y, así, poco a poco, han ido saliendo los frutos de este intenso trabajo: en 2020, vio la luz el primer tomo del proyecto, el IV, titulado En la intemperie: poéticas de la fragilidad y la revuelta, en el que se aborda el periodo 1990-2020; y, más recientemente, en 2022, se publicó el volumen I de esta obra colectiva, bajo el título Mujeres en la revolución. Otros comienzos, del que nos ocuparemos en esta reseña. Ambos volúmenes presentan en sus cubiertas la obra de la artista plástica argentina Mónica Millán, de cuya autoría serán también las cubiertas de los demás tomos. Esperamos en los próximos años la consecución del proyecto con la publicación de los volúmenes restantes: Mujeres de letras. Entre la rebeldía y la institución (vol. II), centrado en las primeras décadas del siglo XX; Escritoras en movimiento. Itinerarios y resistencias (vol. III), que atiende el grueso del siglo pasado; y Fronteras de la literatura. Artistas, géneros e intermedialidad (vol. V), en que se trata el cruce entre la literatura y otras artes desde una mirada feminista; así como el mencionado diccionario.

Dicho esto, Mujeres en la revolución. Otros comienzos constituye, como hemos dicho, el primer estadio en esta historia otra y lo hace bajo la coordinación de las doctoras, investigadoras y docentes en la Universidad de Buenos Aires Graciela Batticuore y

María Vicens. Este primer tomo estudia la producción literaria de las mujeres y su representación como sujeto a lo largo del siglo XIX y el inicio del XX, concretamente “el largo período que va desde la Revolución de Mayo y sus prolegómenos hasta 1920, e incluye una incursión en el pasado virreinal, con su impacto en la literatura nacional” (17-18). Se trata, pues, de un fragmento temporal convulso en el terreno socio-político, caracterizado por la revolución y la guerra, así como por algunos intentos de establecer paz y orden. El estudio de la literatura de esta época y desde la perspectiva que propone la obra “descubre en el pasado los femicidios, la violencia, el acoso, los cuerpos oprimidos, las identidades sexuales obturadas, la maternidad no siempre feliz, el aborto clandestino, los cautiverios” (18-19), asuntos todos ellos que, hasta ahora, pocas veces han ocupado el centro del análisis porque no afectaron (ni afectan) a quienes ostentan el poder y han escrito la historia.

 

1Todas las citas proceden del propio volumen reseñado, de ahí que solo se indique la página.

Pero, ¿dónde encontrar las huellas de estas mujeres si, como decimos, sus experiencias, sus textos, su presencia han sido borrados? En este primer volumen se reivindica el trabajo de investigación arduo en fuentes aparentemente menores o no estrictamente literarias, como la prensa, las publicaciones periódicas, los archivos administrativos, judiciales… Ante la imposibilidad de ocupar el centro, las mujeres dejaron su impronta en las periferias anudando

una tradición donde la experiencia otra, distintiva, […] ocupa el centro de la escena y deja su marca a través de la escritura. Estos textos, a menudo dispersos en las páginas de la prensa o de libros misceláneos, conforman el mosaico de una historia que muestra los diversos caminos encontrados por las mujeres para intervenir en la vida pública y en la deriva de sus propios destinos. Y también revela cómo discutieron y rearmaron esa tradición que las dejaba al margen, que las borraba. (20)

Partiendo de estas ideas vertebradoras del volumen que nos ocupa, se abordan distintos asuntos, autoras, debates, interrogantes… en los treinta y cinco trabajos de investigación que lo componen, agrupados en cinco secciones, cada una de las cuales se concluye con una “foto de archivo”, un texto literario escogido a conciencia, que ilustra, dialoga y/o promueve la reflexión. A ello hay que sumar los textos iniciales de la obra –la presentación del proyecto colectivo por parte de sus directoras y la introducción al volumen de las coordinadoras–, así como las partes finales: la serie de perfiles bio-bibliográficos de las participantes y un útil índice onomástico de todos los “escritores/as, periodistas, editores/as, historiadores/as y críticos/as argentino/ as, latinoamericanistas y/o que hayan vivido en la Argentina” (959) mencionados a lo largo de la obra.

 

Dicho esto, no es este el espacio para tratar en detalle todos los trabajos que conforman este tomo de 972 páginas por razones obvias, dada su extensión. Pero sí es pertinente tratar cada uno de los bloques en que se organizan los estudios y dar unas pinceladas transversales sobre los trabajos que los componen. Calificados como “cortes temáticos” (23) por las coordinadoras, el primero (“Escenarios de guerra y paz”) incluye “trabajos acerca de los cuerpos como botín de guerra, cuerpos en la frontera [por ejemplo, acerca del motivo de la cautiva, en el análisis de Graciela Batticuore], trabajos sobre las mujeres en las zonas de conflicto [como el de Vanesa Miseres]” (23). Se indaga no solo en los textos literarios, sino también en los archivos y en la prensa, como en los trabajos de Loreley El Jaber y Laura Fernández Cordero, buscando tanto la presencia de mujeres agentes, escribientes, como las configuraciones y representaciones que de ella se hacen (en el estudio de Cristina Iglesia sobre el año veinte o en el de Amanda Salvioni sobre la representación litográfica de las mujeres indígenas) “en el contexto de la primera guerra en la Argentina” (23).

 

La segunda sección, denominada “La voz, la escritura, la autoría”, bucea en los epistolarios (Magdalena Arnoux en su trabajo), las redes entre mujeres (en los análisis de Liliana Zuccotti o de María Vicens), la iconografía (tratada en los estudios de Claudia Roman o María Lía Munilla Lacasa) o las publicaciones periódicas (la prensa, en concreto, en el texto de Paula Bontempo) y repara “en la relación de las mujeres con el mundo de la cultura letrada y enfoca la mirada en las lectoras, las traductoras [véase el trabajo de Ana Eugenia Vázquez], las maestras e institutrices, las poetas [Alicia Salomone dedica su estudio a las que transitaron entre los siglos XIX y XX], pero también están las voces de las mujeres sin libros: las gauchas gaceteras y las inmigrantes se cuentan entre ellas” (23).

“Adentro/afuera” es el tercer bloque temático. Se ocupa de las mujeres que viajaron dentro del continente (tanto el estudio de Patricio Fontana como el de Mercedes Araujo), pero también cruzando el charco. Aborda, además, otro tipo de tránsito entre el mundo conocido y otro al que se llega como extranjera, a veces, de forma forzada (así lo vemos en el texto de Inés de Torres). Por otra parte, asistimos al viaje que experimentó Argentina hacia la modernización y el progreso en terrenos como el trabajo (véase el análisis de Mirta Zaida Lobato), el entretenimiento (la literatura y el cine son objeto de estudio de Nicolás Suárez), la cocina (en el texto de Camilla Cattarulla y Ana Lía Rey), la moda (tratada por María Isabel Baldasarre) o la educación y la biblioteconomía (en el trabajo de Javier Planas), campos a los que se dedicaron muchas mujeres y que les permitió, en cierto modo, viajar de manera figurada.

 

El bloque cuarto (“Identidades, alteridades”) quizá sea el más controvertido o llamativo, tratándose de una obra que estudia fundamentalmente el siglo XIX. En él se abordan problemáticas muy actuales, presentes en el debate público hoy en día (“las disidencias sexuales [el lesbianismo, del que se ocupa Jorge Salessi], la neurosis femenina [abordada en la narrativa por Sandra Gasparini], la violencia machista [en el trabajo de Ana Peluffo, centrado en la literatura de frontera], el erotismo [estudiado en el estudio de Laura Malosetti Costa y también, junto al tema siguiente, en el de Adriana Rodríguez Pérsico], las subjetividades disruptivas y lo queer [aplicado al tango, por ejemplo, en el análisis de Mariana Docampo]” [24]). En este sentido, resulta fundamental rastrear la excentricidad en el pasado, contribuir a la creación de un discurso sólido con antecedentes históricos que dé muestra de que lo que se ha llamado disidencia, otredad, alteridad, periferia ha existido siempre, pero en los márgenes del discurso, fuera del centro, relegado por el heteropatriarcado.

Por último, en “La política, la crítica y el canon” se revisa, por un lado, cómo el periodo objeto de estudio y, en concreto, la producción femenina han sido tratados por la crítica (la visión de los primeros críticos literarios es objeto de estudio de Alejandro Romagnoli, mientras que Mónica Szurmuk y Karina Boiola o Francine Masiello analizan la crítica feminista de estas obras y el acercamiento actual a ellas) y las propias escritoras (en el análisis de María Rosa Lojo). Por otro lado, la sección plantea en qué situación se encontraba la mujer en el marco jurídico-legal de la época (véase el texto de Dora Barrancos) y cómo participó y en qué medida tanto de la vida política y como del feminismo internacional (analizado en el estudio de Francesca Denegri).

Llegados a este punto, podemos afirmar que Mujeres en la revolución. Otros comienzos y, por extensión, el proyecto del que forma parte, son un paso firme en el proceso de rescate de los nombres silenciados de la historia de la literatura argentina, paso que deseamos que sea dado en otras tradiciones literarias. Con ello, no solo se hace justicia, sino que se recupera un legado literario reflejo de un contexto histórico al que, hasta ahora, solo se había accedido desde un único punto de vista. Por otra parte, el hecho de que sean mayoritariamente mujeres las autoras del volumen, así como sus coordinadoras y las directoras del proyecto reivindica el trabajo de las investigadoras en la actualidad y pone de manifiesto su papel determinante en el mundo universitario y científico. En definitiva, todo lo que rodea a Mujeres en la revolución. Otros comienzos y a esta Historia feminista de la literatura argentina contribuye a colocar a la mujer en el centro tras siglos interpretando forzadamente el papel secundario, dejando huellas difusas, esperando que otras las descubrieran:

Las argentinas siempre escribieron su propia historia más allá del canon, más allá del patriarcado, en los resquicios del poder, maleable y discontinua, como toda genealogía. Son destellos, resplandores, olvidados por la Historia con mayúscula, pero a menudo recuperados por aquellas mujeres que bucean en el pasado para entender el presente.



[1] Todas las citas proceden del propio volumen reseñado, de ahí que solo se indique la página.