Colindancias 11 / 2020, 151-169
Eva Lalkovičová
Universidad
Masaryk de Brno, República Checa
Las
nuevas escritoras argentinas
en el mapa literario: contexto y factores de su
entrada en la literatura mundial
The
New Argentine Women Writers
on the Literary Map: Context and Factors of their
Entry into the World Literature
Los años 2018 y
2019 fueron, en cierto sentido, los años de las escritoras argentinas. En 2018,
Ariana Harwicz apareció en la longlist
del Premio Man Booker International con su primera novela Mátate, amor; la traducción inglesa de la Distancia de rescate, de Samanta Schweblin, obtuvo el Premio
Shirley Jackson a la mejor novela corta (además, en 2017 la novela también fue
una de las nominadas al Premio Man Booker International); y en 2019, Selva
Almada ganó el Primer Premio del Festival Internacional del Libro de Edimburgo
por la traducción inglesa de su novela El
viento que arrasa, María Gainza recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz
por la novela La Luz Negra y Mariana
Enríquez fue galardonada con el prestigioso Premio Herralde de Novela por la
novela gótica Nuestra parte de noche.
Además, en la shortlist del Premio
Man Booker International para el 2020, apareció la última novela de Gabriela
Cabezón Cámara, Las aventuras de la China
Iron1.
Casi al mismo
tiempo, se intensificó la presencia de varias de estas autoras junto con otros
escritores pertenecientes a su generación —la
cual suele ser denominada por la crítica como Nueva Narrativa Argentina— en el catálogo de Anagrama, una de las
editoriales españolas más prestigiosas, con un importante poder consagratorio,
hecho que supone al mismo tiempo la internacionalización de dichas escritoras y
escritores tras la venta de derechos y traducciones a otras lenguas.
1 Cabe
mencionar que la lista de premios otorgados a las autoras mencionadas es más
larga, y que solamente mencionamos los premios más recientes de los años
indicados.
Consideramos de
especial interés tanto la acumulación de premios prestigiosos como la fuerte
presencia que ha logrado en el catálogo de una de las editoriales más
prestigiosas del mercado de literatura hispana este conjunto de autoras del mismo país, pues,
considerados juntos, ambos fenómenos conllevan un importante capital simbólico
y permiten la entrada en la literatura mundial (amén, posiblemente, de en el
futuro canon literario) de las escritoras galardonadas. Unas escritoras que,
además de estar relacionadas por su procedencia (geográfica y social), lo están
igualmente por lazos generacionales, y que, a pesar de lo mucho que tienen en
común, presentan notables diferencias en cuanto a sus estilos, poéticas,
géneros y temáticas.
Entonces,
¿cuáles son los factores que pudieron influir en el creciente interés por las
escritoras argentinas de la actual generación? El objetivo de este estudio es
reflexionar sobre el papel de los diferentes gatekeepers (editoriales, agentes literarios, premios, etc.) y
trazar el camino de las autoras en cuestión hacia su consagración, estudiando
la red de factores y relaciones que han podido contribuir a su mayor
visibilización dentro del campo literario internacional en los últimos años.
Para ello, nos apoyaremos en los planteamientos de la crítica francesa Pascale
Casanova (2001) en torno a la república mundial de las letras, así como en
otros trabajos académicos relacionados que operan con el concepto de World Literature o literatura mundial.
Literatura
mundial: planteamientos básicos
El concepto de literatura mundial remite a Johann
Wolfgang von Goethe, quien se refería en una de sus cartas (Eckermann 2000) a
que la época de las literaturas nacionales ya había pasado, dando lugar a la
literatura universal. La literatura mundial se refiere a un modo de lectura,
una metodología para estudiar las obras literarias “que cruzan fronteras
nacionales ya sea en traducción o en idioma original […] teniendo en cuenta las
condiciones de producción, circulación e interpretación de dichas obras” (De
Ferrari 2012: 17).
En las décadas
recientes, el de literatura mundial se
ha convertido en un concepto muy discutido en la Academia. Los aportes quizás
más significativos para el desarrollo del debate académico los representan,
entre otros, los trabajos de David Damrosch, Franco Moretti y Pascale Casanova.
Nos centraremos en este estudio sobre todo en la teoría de la crítica francesa,
ya que sus aportes, a pesar de las críticas y nuevos puntos de vista discutidos
recientemente, nos parecen productivos para los objetivos del presente estudio.
En 1999, Casanova publica La république mondiale des lettres, obra
con un enorme impacto en el estudio y crítica de la literatura. Casanova logra
trazar un mapa de la literatura mundial y exponer las relaciones de dominancia
que la rigen, con lo cual pretende borrar la frontera entre la crítica externa
e interna de una obra literaria. Dice la autora que, para entender la
singularidad de una obra de arte, hay que entender primero la estructura que
permitió que esta surgiera: el orden literario mundial.
Este orden está
condicionado por la constante tensión entre el centro y la periferia, formados
por espacios literarios nacionales. Casanova insiste en que la desigualdad
entre dichos espacios (por ejemplo, en cuanto a recursos y capital literarios)
facilita la entrada en la literatura mundial de unos, mientras que la hace más
difícil para otros. Esto se refleja, por ejemplo, en la formación del canon
literario, al que han pertenecido ante todo los ‘clásicos’ de las grandes
naciones literarias, mientras que han sido omitidos escritores y escritoras
procedentes de otros espa-cios literarios más periféricos, como es el caso de
la literatura latinoamericana en general.
Los
planteamientos de Casanova enlazan directamente con los postulados de Pierre
Bourdieu (expuestos sobre todo en Les
Règles de l’art, 1992). Los conceptos de campo literario o capital
simbólico proceden de la teoría bourdieusana; sin embargo, Casanova va más
allá y construye un mapa generalizado del funcionamiento del campo literario
mundial. De esta manera, no pretende reconstruir el mundo literario en su
totalidad ni hacer un detallado recorrido por la historia de la literatura,
sino ofrecer una nueva perspectiva desde la cual sea posible observar y
estudiar las dinámicas y relaciones entre los diferentes actores dentro del
campo literario.
Dichas
relaciones giran en torno al capital
simbólico. Casanova advierte que el capital simbólico, por un lado, existe
gracias a la creencia de todos los actores en él y, por el otro, gracias a las
consecuencias reales que tiene, es decir, los efectos que su posesión o no
tiene para la posición de un autor o una autora en el campo (2001: 31):
El
capital literario reconocido por todos es a la vez lo que se pretende adquirir
y lo que se reconoce como condición necesaria y suficiente para participar en
el juego literario mundial; permite medir las prácticas literarias con el
rasero de una norma declarada legítima por todos (2001: 31)
El inmenso
provecho que los escritores desheredados han encontrado y siguen encontrando en
ser publicados y reconocidos en los centros —valorización de la traducción,
prestigio conferido por determinadas colecciones erigidas en símbolos de la
excelencia literaria, o, en su caso, por las instituciones literarias,
ennoblecimiento garantizado por ciertos prefacios, etc.— es uno de los efectos
concretos de la creencia literaria. (2001: 32)
Dicho de otra
manera: el capital literario representa el objetivo del empeño literario de los
escritores y las escritoras y, una vez conseguido, mejora su posicionamiento en
el campo literario.
Casanova propone
varios factores que contribuyen a la consagración y la acumulación del capital
literario. Desde el punto de vista individual, son las diversas instituciones
(críticas, editoriales, premios literarios entre otros) las que otorgan la
deseada consagración, es decir, los gatekeepers
que influyen en la posición de los escritores y las escritoras dentro del campo
literario. Cierta influencia en las dinámicas tiene también la capital
literaria que, en el caso de la literatura hispanoamericana, sigue siendo ante
todo Barcelona, donde residen muchas de las editoriales y agencias literarias
que en este sentido forman el puente entre ambos lados del Atlántico. La
posición de un escritor o una escritora a nivel nacional viene dada, además,
por su relación con respecto al canon literario establecido y, desde el punto
de vista internacional, influye incluso la posición que ocupa el campo
literario nacional en la escena mundial, a lo cual contribuye también la ‘literariedad’
de la lengua en que se escribe.
Para arrojar luz
sobre el fenómeno de las escritoras argentinas —Mariana Enríquez, Samanta
Schweblin, Selva Almada, María Gainza, Ariana Harwicz y Gabriela Cabezón Cámara
en concreto— y sus logros recientes,
discutiremos a continuación los diversos factores estructurales que han
contribuido a posicionarlas en el campo literario nacional e internacional.
Nueva
narrativa argentina y nuevas narradoras argentinas
Los años 90
representaron cierta ruptura tanto para la literatura nacional como para toda
la sociedad argentina. Los proyectos neoliberales del gobierno de Menem
llegaron a su fin y desembocaron en una profunda crisis política, social y
económica en 2001. Como escribe Saítta:
Esos días de
diciembre de 2001 clausuraron el imaginario de los años noventa […] y pusieron
en primer plano un presente signado por la exclusión social, la desocupación,
la marginalidad urbana, la disgregación social, aspectos que pasaron a ser tema
de una parte importante de la literatura argentina escrita en el período.
(2014: 132)
A pesar del
enorme impacto que tuvo en diferentes sectores de la sociedad, la crisis
desembocó en un hecho que llama la atención, sobre todo si consideramos la
expansión de las políticas globalizadoras de las grandes editoriales
transnacionales durante los años 90 y la política de bestsellerización (Saítta 2014): un auge de las
editoriales independientes,
que empezaron a otorgar espacio a la nueva generación de escritores y
escritoras. Este hecho, unido al desarrollo de tecnologías como los blogs, las
redes sociales y otras plataformas, propició que la literatura joven ganara un
acceso único al público lector.
Según Drucaroff,
es justamente en los años 90 cuando empieza a publicar la actual generación de
escritores y escritoras, a la cual la crítica designa con el nombre de Nueva
Narrativa Argentina, representada por autores y autoras como Martín Kohan,
Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara, Luciano Lamberti, Ariana Harwicz,
Hernán Ronsino, Leonardo Oyola, Pablo Katchadjian o Selva Almada, por nombrar
solo a algunos (2016: 25). Otra denominación para el fenómeno
—‘novísima novela
argentina’— surge por parte de Ana Gallego Cuiñas, quien la utiliza en su
ensayo “Comienzos de la novísima novela argentina (2001-2011)”, publicado en
2015.
El
reconocimiento académico de esta generación llegó después de la publicación del
ensayo de la ya mencionada crítica Drucaroff, Los prisioneros de la torre (2011), en el cual intenta acotar la
nueva narrativa temporal y temáticamente. Entre los rasgos típicos de esta
nueva narrativa distingue una entonación más socarrona que seria, la
preocupación por el lenguaje o ciertas manchas temáticas presentes, como son el
trauma del pasado dictatorial, la figura del fantasma/desaparecido, el cuerpo o
la civilbarbarie, entre otros (Drucaroff 2011).
Un rasgo que
ciertamente llama la atención es la posición prominente de las escritoras —hecho poco visto en las generaciones anteriores—, muchas de las cuales entran en el campo
literario con obras en las que se revelan posturas claramente feministas. Lo
resume muy bien Gallego Cuiñas cuando comenta las siguientes intersecciones en
la obra de Selva Almada, Samanta Schweblin y Ariana Enríquez, que, según
nuestra opinión, valen también para las demás autoras del nuestro corpus, es
decir, Gabriela Cabezón Cámara, María Gainza y Ariana Harwicz:
Además, otro
factor que las une es la naturaleza de sus propuestas estéticas, que contemplan
un manejo subversivo, feminista, del lenguaje, de temas y problemas globales
que apuntan a la deconstrucción de categorías genéricas binarias y de ciertos
imaginarios heteronormativos diseminados
por la ideología patriarcal en relación con las ideas de maternidad, la
sexualidad, el amor romántico y la violencia machista. (Gallego Cuiñas 2019:
111)
El tema ha sido
estudiado por la misma autora, quien considera que “justamente la irrupción,
masiva y reveladora, de mujeres escritoras y poéticas feministas” (2019: 108)
es el rasgo principal de la Nueva Narrativa Argentina.
Ahora bien, la
presencia de las mujeres en la literatura empieza a ser más visible durante la
segunda mitad del siglo XX y la irrupción de escritoras como Luisa Valenzuela,
Sara Gallardo, Hebe Uhart o Ana María Shúa va de la mano con el desarrollo de
las sociedades liberales democráticas y el movimiento de la mujer en todo el
mundo occidental. No obstante, Drucaroff advierte que el acceso de escritoras a
la publicación fue limitado incluso durante los 90 (2016: 27). Las condiciones
cambian una vez entrado el siglo XXI, cuando “las escritoras consiguen hacerse
un lugar en el movimiento sin pedir permiso y aportan nombres como Samanta
Schweblin (1978) o Mariana Enríquez (1973), dos de los autores argentinos más
reconocidos hoy en el mundo, sin distinción de género” (2016: 31).
Esto confirma el
hecho de que en los últimos años presenciemos —a
nivel global— un interés elevado por los
temas relacionados con la experiencia de la mujer y los demás grupos
marginalizados y oprimidos, los derechos sexuales y reproductivos o la
violencia machista, a menudo (aunque no exclusivamente) focalizado en la obra
de las escritoras. Afirma Gallego Cuiñas que “las mujeres han ido ocupando
nuevos espacios públicos de legitimidad en la Argentina” (2019: 1008-109). Por
otra parte, los movimientos feministas recientes como MeToo o NiUnaMenos han
llamado la atención hacia ciertas temáticas, tanto en la creación literaria
como en su recepción.
Gallego Cuiñas
confirma que en el caso argentino el hecho se debe en cierta medida al auge de
las editoriales independientes y que el crecimiento del mercado editorial ha
favorecido ante todo a las mujeres-escritoras (2019: 109). Al mismo tiempo,
asevera que “en las llamadas literaturas
mundiales, la escritura de mujeres sigue invisibilizada” (2019: 109). Es
cierto que la presencia de las mujeres es menos prominente en el antiguo canon
de la literatura mundial, y sin embargo, hay diversas razones para pensar que
justo hoy en día estamos presenciando cierto cambio de paradigma. Las
escritoras, acorde con las tensiones y conflictos sociales de la época que
vivimos, siguen obteniendo cada vez más presencia, visibilidad y lectores. Las
próximas décadas revelarán si logran conquistar el espacio que sin duda
merecen.
Primeros
pasos: la literatura argentina en el campo literario internacional Es importante entender la
posición de la literatura nacional en el mapa de la literatura mundial para
poder situar al grupo de escritoras que nos interesa. Sin duda, en el caso de
Argentina, nos encontramos ante una literatura periférica que, a pesar de todo,
ha tenido una presencia importante en el canon de la literatura del siglo XX,
sobre todo gracias a importantes generaciones sucesivas de autores: en la
década de los treinta, el grupo en torno a la revista Sur, con Jorge Luis Borges, las hermanas Silvina y Victoria Ocampo,
Adolfo Bioy Casares o la generación del llamado boom hispanoamericano de los años 60, con autores de la talla de
Julio Cortázar, Manuel Puig o Juan José Saer, entre otros.
Casanova explica
que en la república mundial de las letras el mayor capital literario lo poseen
los campos más antiguos, aquellos cuyos clásicos nacionales se encuentran
integrados firmemente en el canon internacional, en oposición a los campos
literarios que emergieron posteriormente, y entre los cuales podemos incluir
tanto los campos literarios hispanoamericanos individuales como la literatura
hispanoamericana como conjunto. El proceso de autonomización de esta última
pudo contar con los recursos de la lengua española2 y su relativa herencia
literaria, hecho que —en relación con otras circunstancias— hizo posible años
después la emergencia del boom
literario y la consiguiente renovación literaria de las letras hispanas (2001:
115-116). Considerando lo anteriormente dicho, podemos confirmar que el campo
literario argentino es un campo autonomizado que posee cierto capital
literario, respaldado por la herencia literaria de las letras hispanas en
general, la literariedad de la lengua española y sus propios recursos
literarios e historia literaria nacional, es decir, por una serie de
condiciones o prerequisitos que facilitan la entrada de los autores procedentes
de Argentina en la literatura mundial.
Esta entrada,
sin duda, se realiza sobre todo vía el mercado español. España posee el control
sobre el mundo editorial de la producción en castellano, que se reafirmó sobre
todo en los sesenta (Catelli 2010: 8). Más precisamente, podemos afirmar que la
consagración llega sobre todo de Barcelona. A pesar de la importancia de Madrid
como capital española, es en Barcelona donde residen las más importantes
editoriales (Anagrama, Seix Barral o Literatura Random House) o agencias
literarias (Carmen Balcells, Casanovas & Lynch, Antonia Kerrigan Literary
Agency o Sandra Bruna Agencia Literaria, entre otras) que incluyen la nueva narrativa
hispanoamericana en sus catálogos.
Sin embargo,
Catelli advierte que la idea de que España posee todo el poder consagratorio
sobre la literatura que viene desde América Latina no es del todo correcta:
2 Casanova
advierte que una de las partes más importantes del capital literario es la
lengua. En ese sentido, propone utilizar el término de la literariedad de una lengua, es decir, su capital
lingüístico-literario. Dice la crítica que “Una gran literariedad conferida a
una lengua supone una larga tradición que refina, modifica, amplía con cada
generación literaria la gama de posibilidades formales y estéticas de dicha
lengua; establece y garantiza la evidencia del carácter eminentemente literario
de lo que está escrito en esa lengua, y le expide, por sí misma, un ‘certificado’
literario” (2001: 32).
En España el
surgimiento de un autor latinoamericano implica todavía un requisito previo: un
paso que supone su aceptación anterior en algún sector de los países de origen.
Esto denota la persistencia casi invisible de una red de consagración o de
disputa en espacios nacionales. (2010: 9)
Tomemos el
ejemplo de Samanta Schweblin, probablemente la escritora más internacionalizada
de nuestro corpus. En 2001 gana el premio del Fondo Nacional de las Artes por
su libro de cuentos El núcleo del
disturbio (2002), y también el premio del Concurso Nacional Haroldo Conti
por el relato “Hacia la alegre civilización de la capital”. Los dos son premios nacionales argentinos. Posteriormente, en
2008, gana el Premio Casa de las Américas por la colección La furia de las pestes, esto es, un premio importante de alcance
latinoamericano. En 2015 gana dos premios literarios españoles: el Premio
Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero y el Premio Tigre Juan; en
2018 logra un éxito internacional con el Premio Shirley Jackson. No pretendemos
afirmar que una evolución similar se repita siempre, pero estamos de acuerdo
con Catelli en que la importancia y cierto reconocimiento en el país de origen
es lo que abre las puertas al mercado editorial español y, de ahí, al
internacional. Recordemos en este punto también el ya mencionado papel de las
editoriales independientes, que permiten la entrada de nuevos nombres al
mercado.
De todos modos,
hoy en día presenciamos un elevado interés internacional por la producción
literaria proveniente no solamente de Argentina, sino de toda América Latina.
Es sobre todo a partir de mediados de los 90 (Bencomo 2009; Sánchez 2009)
cuando se empieza a observar un interés muy evidente por la producción
literaria hispanoamericana:
Con la
reanimación del mecanismo de los premios internacionales de novela que habían
abierto el camino en los sesenta al protagonismo de los novelistas del Boom, se
asiste a fines del siglo XX y principios del XXI a la puesta en marcha de
iniciativas editoriales semejantes en su empeño por dar visibilidad a la nueva
generación de narradores latinoamericanos que apuesta a trascender las
fronteras regionales de distribución y recepción. (Bencomo 2009: 33)
Estamos hablando
ya de la época de plena globalización, que influye inevitablemente en el
mercado editorial y la producción literaria. Advierte Bencomo que “las
políticas editoriales […] han vuelto a poner en marcha con renovado vigor los
mecanismos promocionales y consagratorios de premios como el Biblioteca
Breve y el Primavera, el
rótulo de unidad generacional (Crack, MacOndo) o el fenómeno comercial del
bestseller literario” (2009: 38).
Es conveniente
comentar en este lugar lo que Bencomo llama “el rótulo de unidad generacional”.
En el caso de la Nueva Narrativa Argentina existe cierta polémica, puesto que
bien cabría preguntarse hasta qué punto este concepto o idea de generación
refleja los lazos literarios entre los autores individuales o, al contrario,
hasta qué punto sirve como una mera etiqueta de marketing. En su ensayo, Elsa Drucaroff denomina como Nueva
Narrativa Argentina a dos generaciones seguidas de autores, pero advierte que
la sigla NNA a menudo se emplea para la generación que empezó a publicar sobre
todo a partir de 2004 (2011: 183). Hasta cierto punto admite la importancia que
la unidad generacional tiene para el mercado, pero afirma que las dos cosas no
son del todo incompatibles: como ejemplo pone el caso del boom latinoamericano, que funcionó como etiqueta que vendía y al
mismo tiempo representó una gran (r)evolución en las letras hispanas (2011:
185).
Nuestra
hipótesis acerca del tema es que la etiqueta NNA funciona a nivel nacional —sea
marketing o no, sin duda centra la atención del público y de la crítica sobre
los demás autores y autoras, relacionados con los previos éxitos de sus colegas—
y, así, abre las puertas hacia la consagración a nivel nacional y la entrada al
mercado internacional. Allí ya “el rótulo de unidad generacional” deja de ser
tan visible, lo cual confirman los artículos y reseñas dedicadas a las
escritoras de nuestro corpus: en la mayoría de casos, la NNA y el lazo
generacional se menciona en los periódicos y revistas argentinas.
Volviendo a la
posición de la literatura argentina en el orden mundial literario, podemos
confirmar que las listas de premios literarios como el Premio Miguel de
Cervantes, el Sor Juana Inés de la Cruz, el Herralde de Novela o el Alfaguara
de Novela se llenan con nombres de escritoras y escritores argentinos, a menudo
superando números de escritores de otros países de habla hispana. Sobre todo,
si nos fijamos en los dos últimos mencionados —ambos concedidos por grandes
editoriales—, sería posible deducir que la presencia de los argentinos en las
listas de premiados puede reflejar un mayor acceso de los autores y las autoras
a las grandes editoriales españolas junto con un interés elevado por parte de
los jurados, formados normalmente por un grupo de escritores, editores,
periodistas y libreros, es decir, por los actores que influyen en las dinámicas
entre la escena literaria y el mercado editorial.
El capital literario
nacional, la presencia en el canon de la literatura mundial y la literariedad
de la lengua representan algunas de las piezas de esta estructura compleja que
son las relaciones literarias y que interfieren en la posición de la literatura
argentina
y de las escritoras argentinas en cuestión dentro del campo literario
internacional. A continuación, comentaremos algunos de los factores que han
influido en su vía hacia la consagración como escritoras internacionales.
El camino
hacia la consagración e internacionalización
Enlazando con lo
anteriormente dicho, en los siguientes párrafos vamos a enfocarnos en los
diferentes gatekeepers que forman una
red de factores y relaciones que influyen en la consagración e
internacionalización de la literatura argentina actual.
Revista Granta
La revista
británica Granta, junto con sus
diferentes ediciones lingüísticas, es un importante mediador de “literatura
mundial” (Sánchez Flores 2019: 244). Esta revista literaria fue fundada en 1879
por un grupo de estudiantes de Cambridge. En 1979 pasó a manos de los
estadounidenses Bill Buford y Pete de Bolla, quienes cambiaron su rumbo y
empezaron a poner un mayor enfoque en las nuevas tendencias literarias
provenientes de Estados Unidos. En 2003 se funda Granta en español, seguida por sus correspondientes ediciones en
países como Italia, Suecia, Japón, China, Portugal, Brasil, Finlandia, Israel,
Noruega o Bulgaria.
Granta tiene una importante influencia en la
visibilización de los autores y autoras en el campo literario internacional.
Comenta Sánchez Flores que “Granta
tiene como uno de sus principales méritos haber apostado por autores
prácticamente invisibles que han sido posteriormente consagrados por premios de
gran legitimación” y que la revista “se afirma […] desde el ejercicio de una
importante labor introduciendo las mejores voces de cada generación […]
mediante su estrategia ‘(The) Best of Young...’, esto es, como la propia
revista alega, definiendo los contornos del campo literario desde 1983” (2019:
233).
En 2010, Granta publica el primer número dedicado
a la presentación de nuevas voces de América Latina. Entre los 22 autores
españoles y latinoamericanos menores de 35 años seleccionados hubo varios
argentinos: Pola Oloixarac, Lucía Puenzo, Oliverio Coehlo, Samanta Schweblin,
Andrés Neuman, Patricio Pron, Matías Néspolo y Federico Falco (los últimos
cuatro residentes en España). El predominio de los argentinos sobre las demás
nacionalidades es llamativo y confirma lo anteriormente dicho: la posición de
Argentina frente a otros campos literarios nacionales en América Latina es muy
fuerte.
La publicación
de los autores elegidos en Granta tuvo
una indudable influencia en su posterior trayectoria literaria, también gracias
a la repercusión que tuvo en los
medios de comunicación
españoles e internacionales. Aparte de Samanta Schweblin, en Granta se publicaron también las traducciones
inglesas de Mariana Enríquez (con el cuento “Los años intoxicados” en 2015 y un
ensayo publicado en 2018), Ariana Harwicz (con un cuento exclusivo para la
revista, “Ten Thousand Feet”) y Selva Almada (con un fragmento de la novela El viento que arrasa en 2019). En la
actualidad se está preparando una segunda selección de “Los mejores narradores
jóvenes en español”, que debería aparecer en primavera de 2021.
Agencias
literarias
En el caso de la
literatura periférica, el papel de las agencias literarias es clave para que
esta entre en el mercado central y, de ese modo, en el campo literario
internacional. La función, hasta entonces omitida, del agente literario la
estudia en detalle y con especial atención al caso latinoamericano Jorge J.
Locane, quien postula que la intervención de dicho actor resulta “decisiva para
la producción y circulación de libros. Tan decisiva que llama la atención que
la crítica especializada hasta ahora no haya depositado mayor atención en ella”
(2017: 48).
Como apunta Locane,
los agentes literarios emergen en España a mediados de los años cincuenta y
sobre todo en los sesenta, con especial protagonismo de una de las figuras más
importantes en cuanto a la historia de la difusión de la literatura
hispanoamericana en España, Carmen Balcells, quien introdujo en el país a
varios de los autores de la generación del boom.
Desde entonces, el rol del agente literario se ha vuelto fundamental en el
proceso de la negociación y la venta de los derechos de autor, y de él depende
la publicación del autor en una editorial de más o menos importancia, prestigio
y acceso al público lector.
Locane menciona
también el papel fundamental del espacio donde se realiza dicha negociación:
las ferias del libro, más específicamente, la Feria del Libro de Frankfurt, “el
espacio por antonomasia donde anualmente se le asigna valor simbólico y
material a la literatura del mundo [, que] no convoca en primer término a
escritores y lectores sino, mucho antes, a representantes de los intereses de
las editoriales y a agentes” (2017: 49).
Las ferias del
libro tienen un rol primordial en cuanto al establecimiento de relaciones entre
agencias y editoriales, así como en la potencial compra y venta de derechos.
Algunas ferias otorgan también sus premios literarios, lo cual ayuda a la
promoción de los autores galardonados. En 2019, Selva Almada ganó el First Book
Award de la Feria Internacional del Libro de Edimburgo3 por la traducción inglesa
3 El premio
es otorgado a partir de la votación de los lectores.
de su novela El viento que arrasa. Un año después
publicó en inglés también su otro libro Chicas
muertas, quizás también gracias al éxito que alcanzó el primero entre los
lectores.
Volviendo a los
agentes literarios, Locane insiste en que sin su rol como intermediario entre
un autor y una editorial es prácticamente imposible entrar en la escena
literaria internacional:
Sin su
participación, y para la literatura latinoamericana, sin su participación desde
Barcelona, no existe prácticamente posibilidad de que un escritor
latinoamericano, o un tipo de escritura, gane visibilidad en el escenario
internacional. […] Dicho en otros términos, que un agente influyente coloque el
producto en el mercado mundial es condición para el reconocimiento
internacional, no así la calidad de la materia prima […]. (2017: 56)
Tener un agente
literario que promueva el contacto con las editoriales de prestigio es, por
eso, imprescindible. En cuanto a las autoras estudiadas, todas están
representadas por agencias literarias con sede en España. En Barcelona tienen
su sede la agencia literaria Casanovas & Lynch, que representa a Mariana
Enríquez y María Gainza, y la Agencia literaria Carmen Balcells, que representa
a Samanta Schweblin. Ariana Harwicz, Selva Almada y Gabriela Cabezón Cámara están
representadas por la agencia literaria CBQ, fundada en 2007 por la argentina
Claudia Bernaldo de Quirós, orientada sobre todo hacia los autores
latinoamericanos y con sede en Madrid.
Locane añade que
los agentes literarios agregan cierto valor —primero
monetario, que luego se transforma en literario—
a la obra y afirma que “al intervenir en la cadena productiva, crean
escritores, tendencias y escrituras” (2017: 56), es decir, que pueden tener
influencia más o menos directa en el texto. Sin duda, los agentes tienen un
papel decisivo en todo el engranaje de creación y publicación literaria, en el
que se mezclan los intereses artísticos con los del mercado. A pesar de ello,
no resulta inhabitual la insistencia de algunos actores en seguir defendiendo
meros valores estéticos como el único criterio para la representación o no
representación de un autor. Así lo declaró en una entrevista Sandra Pareja, de
la agencia que representa a Mariana Enríquez:
We
never try to promote the idea of looking for a writer from a particular country
or region. We’re looking for the best, without a specific regional or national
distinction. It’s about finding writers who are as good as others […]. Interest in
Mariana Enriquez is (in part) due to her being Argentine, but more because she’s
a true storyteller. Publishers are more open to writers from all languages. And
what they want is spectacular books. It’s the content that matters. (Critchley
2016)
Premios
literarios
Pese a las
grandes polémicas que provocan, los premios literarios agregan indudablemente a
las obras y a sus autores y autoras cierto valor literario que se convierte en
capital simbólico. Sin duda ninguna, los premios representan uno de los puntos
claves que participan en las dinámicas del mundo literario actual.
Aparte del
capital simbólico, los premios son una “eficaz herramienta publicitaria”, en
palabras de Locane (2017: 101). Locane estudia en detalle el caso del Premio
Herralde de Novela concedido por la editorial Anagrama y su impacto en la
formación del nuevo canon latinoamericano:
El
premio Anagrama de novela cuenta con un crédito que la crítica no concede a otros
premios comerciales. Ese crédito propongo entenderlo como un pacto implícito:
saber y mercado coinciden en dotar de valor de cambio a determinados objetos
estéticos en detrimento de otros, de modo que así —y esto quiero destacarlo—
logra tomar forma un canon que en el mundo se impone como el de la “literatura
latinoamericana” que, a su vez, se inserta en el corpus mayor de la actual literatura mundial. (2017: 103)
Locane destaca
la función mediadora de este premio en particular: el prestigio de Anagrama
hace que la literatura incluida en su catálogo se traduzca a otros idiomas y
entre en otros mercados del mundo (2017: 106).
Como hemos
comentado anteriormente, tres de las autoras de nuestro corpus —Mariana Enríquez
(Premio Herralde 2019 por Nuestra parte
de noche), Ariana Harwicz y María Gainza— están incluidas en el catálogo de esta editorial, y los
próximos años revelarán si se suman a ellas otras escritoras argentinas de su
generación o no. Aparte de eso, como ya hemos mencionado más arriba, todas ellas
han sido nominadas a prestigiosos premios de impacto internacional.
Editoriales
Hemos dicho que las agencias
literarias son quienes abren las puertas de acceso a las editoriales,
convirtiéndose de este modo en una institución que tiene el poder de aumentar
el capital simbólico de un autor o una autora. Si observamos la cronología de
publicación de las novelas y cuentos de las autoras de nuestro interés, podemos
distinguir cierta evolución en su paso desde las editoriales pequeñas e
independientes argentinas hacia la publicación en grandes casas editoriales
españolas.
Ariana Harwicz
publica su primera novela, Mátate, amor,
en 2012 en la editorial independiente argentina Lengua de Trapo, seguida de La débil mental y Precoz, que aparecen en Mardulce. Su libro más reciente, Degenerado, se publica en 2019 ya en
Anagrama.
El caso de
Mariana Enríquez es un poco diferente: en 1995 publica su primera novela, Bajar es lo peor, en la editorial
española Espasa-Calpe (Grupo Planeta). Tras unos años de silencio, vuelve en
2004 a la escena literaria con su segunda novela, Cómo desaparecer completamente, publicada en la editorial argentina
Emecé (Grupo Planeta), donde en 2009
aparece igualmente su primera colección de cuentos, Los peligros de fumar en la cama. En 2017 publica Este es el mar en Literatura Random
House, y en 2019, su novela más
reciente, Nuestra parte de noche, en
Anagrama. En Anagrama publica también su segunda colección de cuentos, Las cosas que perdimos en el fuego, en
2016. Aunque prácticamente todos los libros de ficción de Enríquez han tenido
relación desde el principio con el mercado editorial español, podemos observar
cierta trayectoria desde las editoriales más pequeñas hasta llegar a Anagrama,
es decir, hasta llegar a ser consagrada por la capital literaria misma, igual
que Ariana Harwicz o María Gainza.
La situación de
Gainza es de especial interés, ya que la autora ha publicado hasta ahora solo
dos novelas breves, ambas en Anagrama4. Consideramos el hecho una señal del
creciente interés por las nuevas escritoras argentinas, que se refleja en la
estrategia de mercado de Anagrama y otras editoriales.
El segundo grupo
de autoras del corpus estudiado presenta una trayectoria paralela con un final
distinto, pero de un valor simbólico similar: sus obras más recientes se han
publicado en Literatura Random House, también una editorial de prestigio con
sede en Barcelona. Cabezón Cámara empieza a publicar en Eterna Cadencia (las
novelas La Virgen Cabeza, Le viste la
cara a Dios y Romance de la negra
rubia), y su novela más reciente, Las
aventuras de China Iron, aparece ya en Literatura Random House. También
Selva Almada y Samanta Schweblin empiezan a publicar en editoriales
independientes para desembarcar posteriormente en Literatura Random House.
Dediquemos un
momento a la editorial Anagrama, que cuenta con Narrativas Hispánicas, prestigiosa colección dedicada a publicar
literatura contemporánea
4 El nervio óptico se
publica primero en 2014 en la editorial Mansalva, Anagrama lo reedita en 2017.
española e hispanoamericana.
Ya comentamos anteriormente que a partir de los años 90 crece el interés de las
editoriales españolas por la narrativa hispanoamericana. La editorial Anagrama
no es ninguna excepción, sino todo lo contrario: en el mismo periodo se puede
observar por su parte una tendencia cada vez más intensa a incluir en su
catálogo narrativa latinoamericana actual (Locane 2017: 104). Además, llegar a
ser publicado o publicada en esta editorial supone ganar un gran capital
simbólico y abrirse puertas de cara a la internacionalización mediante las
traducciones a otras lenguas.
¿Cómo ha sido,
entonces, la presencia de la nueva literatura argentina en el catálogo de
Anagrama en los años recientes? Con el fin de responder a esta cuestión,
revisamos los libros publicados en Narrativas
Hispánicas desde 2010. La NNA empieza a tener una presencia más visible en
el catálogo a partir de 2016. Antes de esta fecha, aparecieron publicadas solo
dos obras de la NNA: Bahía Blanca, de
Martín Kohan, en 2012 y Una historia
sencilla, de Leila Guerriero, en 2013. Desde 2016 hasta noviembre de 2020
fueron publicadas 12 obras por parte de autores de esta generación, de las
cuales 7 fueron escritas por mujeres (autoras de nuestro corpus: Mariana
Enríquez, Ariana Harwicz y María Gainza). Lo que llama la atención es
obviamente la mayor presencia de mujeres escritoras, hecho poco visible en los
años anteriores, puesto que aparte de la ya mencionada escritora Leila
Guerriero, hasta 2016 la representación argentina en el catálogo contaba solo
con escritores de la generación previa, como Ricardo Piglia o Martín Caparrós,
por mencionar solo algunos.
Aparentemente,
es entre los años 2017 y 2019 cuando la presencia de los escritores y
escritoras de la Nueva Narrativa Argentina es más fuerte en el catálogo de
Anagrama, periodo en que las escritoras de nuestro corpus, pertenecientes a
dicha generación, encabezan las listas de los premios literarios españoles e
internacionales y empiezan a ser traducidas a otras lenguas. Es también la
época de un creciente movimiento feminista en el mundo occidental y de una
mayor sensibilización de las sociedades occidentales con respecto a los temas
relacionados con el feminismo, como son la violencia de género, el abuso de
niños, los derechos reproductivos o la libertad sexual, incluidos todos ellos
en el debate público en gran parte del mundo actual. Consideramos, por ello,
que se trata de fenómenos interrelacionados.
Conclusiones
En el presente
estudio aplicamos el concepto de literatura mundial y el modelo de Pascale
Casanova para analizar los factores que han influido en la actual popularidad e
interés por parte de la crítica y público lector hacia las escritoras
argentinas contemporáneas, pertenecientes a la generación conocida como Nueva
Narrativa Argentina. Hemos
visto que el modelo de Casanova, a pesar de haber recibido ciertas críticas
recientemente, todavía puede ayudar a arrojar luz a las cuestiones relacionadas
con la contextualización de un grupo de autores. Estudiar la imagen de la
alfombra, en palabras de la crítica francesa, se antoja esencial para poder
entender la originalidad de cada obra individual.
La maquinaria
del mundo literario y la entrada en el canon de la literatura mundial es un
proceso muy complejo en el cual intervienen varios actores, algunos de los
cuales hemos intentado describir en los párrafos anteriores: revistas
literarias, editoriales nacionales e internacionales, agencias literarias,
premios, traducciones, etc. Estamos de acuerdo con la afirmación de Sánchez
Flores, quien dice que “la inserción dentro de un espacio literario
internacional no depende normalmente sólo de la mediación de un gatekeeper,
sino de un encadenamiento de gatekeepers que se interrelacionan unos con otros
creando un puente para el autor y su obra” (2019: 229). Obviamente, el mundo de
la literatura es intrincado, y el objetivo de este estudio ha sido intentar
describir la red de factores influyentes con el fin de contextualizar la
posición de las autoras en el campo nacional e internacional, sin pretensiones
de agotar el tema por completo.
Teniendo en
cuenta los actores individuales estudiados, nos aventuramos a emitir las
siguientes suposiciones que, sin duda, merecen un estudio más profundo y
detallado en el futuro:
1. La literatura argentina
tiene actualmente mayor visibilidad en la literatura mundial, lo cual podría
dificultar el acceso al campo literario internacional de los escritores de
otros países latinoamericanos.
2. La sigla NNA funciona como
etiqueta de marketing sobre todo a nivel nacional, pero se disuelve a nivel
internacional.
3. La nueva literatura
argentina escrita por mujeres tiene mayor visibilidad y mayor capital
simbólico, lo cual se debe no exclusivamente a las cualidades literarias de sus
obras, sino también a las tensiones actuales de las sociedades occidentales y
al auge del feminismo global.
Constatamos que
el surgimiento de las editoriales independientes y el espacio que han otorgado
a la literatura escrita por mujeres ha sido una circunstancia de gran
importancia que ha facilitado la entrada de las nuevas escritoras al campo
literario nacional. A su visibilidad ayudó, además, la etiqueta generacional de
Nueva Narrativa Argentina, que aparte de reunir a los autores cuyos discursos
literarios tienen mucho en común, también ha funcionado de cierto modo como una
herramienta de marketing y puede que
haya ayudado a orientar la atención hacia otros nombres emergentes relacionados
con los autores y autoras de su generación ya consagrados.
El contacto con
el mercado español mediante las agencias literarias ha permitido la entrada de
Mariana Enríquez, Samanta Schweblin, Selva Almada, Ariana Harwicz, María Gainza
y Gabriela Cabezón Cámara al campo literario internacional. La concesión de los
premios literarios nacionales, españoles y también internacionales ha sido de
gran importancia y ha aumentado el capital simbólico de cada una de ellas.
Asimismo, su inclusión en el catálogo de Anagrama también ha contribuido a
aumentar el capital simbólico de las escritoras publicadas por esta editorial,
pero creemos que esta compleja dinámica también ha podido tener influencia en
la visibilidad que ganan las demás autoras y autores argentinos de su
generación. Entendemos que esto se debe no solo a las cualidades literarias
individuales de cada autora (que en ningún caso negamos), sino que, siguiendo
la propuesta de Casanova, es un reflejo de una estructura más profunda que ha
permitido que estas escritoras entraran en la escena literaria internacional.
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