Colindancias 11 / 2020, 43-59
Katalin Jancsó
Universidad de Szeged, Hungría
Por tierras
de los indígenas
de la Amazonia brasileña
Through the
Indigenous Lands
in the
Brazilian Amazon
Introducción
En este ensayo, nuestro objetivo es presentar
y analizar los acontecimientos y detalles de un periodo importante de la vida aventurera
de Tibor Sekelj, viajero, explorador y escritor de origen húngaro que pasó quince
años en América Latina a mediados del siglo
XX. Su primera expedición para explorar territorios habitados por comunidades indígenas se realizó en el Mato Grosso, Brasil, en 1945. En la primera parte
de su viaje de seis meses, el explorador y su mujer, María Reznik,
participaron en la Expedición
Roncador-Xingu, un proyecto
del gobierno brasileño iniciado en el marco de la campaña “Marcha hacia el oeste”, cuyo objetivo
principal fue colonizar el
interior del país. En la segunda fase de su viaje, Sekelj
y Reznik se dirigieron hacia la Isla del Bananal para estudiar dos comunidades indígenas: los indios karayás
y los yavaés.
A continuación, se estudiarán los primeros proyectos
de Sekelj en el continente, con especial
atención a su participación en la mencionada expedición. Se analizarán, asimismo, el contexto histórico y la actitud del gobierno brasileño
hacia las comunidades indígenas durante la presidencia de Getulio Vargas. También se presentarán las circunstancias del viaje de Sekelj, el nivel de desarrollo y las características más importantes de las comunidades visitadas, las impresiones del viajero, así como
el modo de interpretar sus experiencias en sus escritos.
Para tal estudio, se utilizarán
como fuentes dos documentos importantes: el libro de viaje que el escritor publicó sobre la expedición y un artículo científico que apareció en Runa, revista
del Instituto de Ciencias Antropológicas de Buenos
Aires. Además, se
examinarán artículos de
prensa y reportajes publicados en la prensa contemporánea que informaban sobre la expedición,
el rol de Sekelj, su actitud e impresiones. Estas fuentes se hallan en un archivo privado, ubicado en Szeged (Hungría), en casa de la viuda del explorador, que hasta ahora
no ha sido catalogado ni investigado. El ensayo se concluye con una breve interpretación de la trayectoria del explorador posterior a la expedición.
Tibor Sekelj, el aventurero
Tibor Székely1 nació
en el norte de la Monarquía
Austro-Húngara, en Sepesszombat
(hoy Spišská Sobota, Eslovaquia), en 1912. Sus
padres eran húngaros, la familia de su padre era originaria de Timişoara (hoy Rumanía), la de su madre era de Dombiratos, una pequeña población del sureste de Hungría. Como el padre de Tibor Székely era veterinario,
la familia se trasladó con frecuencia,
por lo tanto, el pequeño Tibor pasó su infancia y juventud
en varias ciudades en territorios de las actuales Hungría, Eslovaquia, Rumanía, Serbia, Montenegro y Croacia.
Los relatos de su padre sobre continentes lejanos y épocas remotas despertaron la imaginación y el interés de los hermanos Sekelj2. La colección
de estampillas de tierras lejanas y de mapas, la correspondencia con personas del extranjero y el aprendizaje de lenguas eran sus pasatiempos predilectos. Tibor Sekelj evoca uno de sus recuerdos vinculados con América de la siguiente manera:
[E]n una madrugada primaveral, me sorprendieron en el fondo del jardín
cavando la tierra furiosamente. Estaba yo parado en el pozo de medio metro de profundidad, con una enorme pala en las manos,
cuando mi hermano mayor se me acercó.
―¿Qué estás haciendo? ―me preguntó sorprendido.
―Voy para América ―fue mi lacónica respuesta, mientras seguía cavando, pues no tenía
tiempo que perder.
―¿Qué quieres decir con eso?
―¿No
me dijiste tú mismo que
América está del otro lado
de la Tierra, debajo de nuestros pies?
―Es
verdad ―respondió con voz insegura― pero…
tendrías que atravesar el centro de la Tierra, y allí hace un calor espantoso.
(Sekelj 1967: 8)
El momento del inicio
de su vida llena de viajes y aventuras llegó en el año 1939, cuando, trabajando como periodista en Zagreb para el
periódico Hrvatski Dnevnik, Sekelj viajó a Argentina para escribir
un artículo sobre los exiliados croatas radicados
en el país3. Tras el estallido
de la Segunda Guerra Mundial, Sekelj se quedó en el país
sudamericano y pasó
quince años en América Latina4. Durante sus primeros años de estancia, el joven periodista pintaba cuadros que vendía
a la aristocracia porteña, aprendió el español y comenzó a trabajar para revistas literarias y de divulgación cultural. En 1943, fundó
su propia revista, Rutas, una revista mensual de turismo (C.S. Autobiografía)5.
Los primeros documentos y fuentes accesibles sobre su vida en la capital argentina datan del año
1944, cuando Sekelj se unió a una expedición a la cima del Aconcagua (6962 m). El líder
de la expedición fue el experimentado escalador alemán Hans Georg Link, quien, junto con su esposa
y otros dos compañeros alemanes, falleció en febrero de 1944, antes de alcanzar la cumbre. Sekelj llegó a la cima con otros dos compañeros. Los periódicos argentinos inundaron sus páginas con las noticias sobre la tragedia de la expedición
y publicaron varias entrevistas con el propio Sekelj. Tras este triste acontecimiento,
el nombre de Sekelj llegó a ser cada vez más conocido, de modo que le invitaron
a dar conferencias sobre la expedición
y temas de montañismo. En junio de 1944 se publicó su primer libro,
Tempestad sobre el Aconcagua (1944), que trataba sobre sus experiencias. Decidió regresar al Aconcagua para encontrar
los cadáveres de sus compañeros al año siguiente y, posteriormente, volvió a publicar su libro, ya
ampliado con los detalles de la nueva expedición (Sekelj 1947).
Sus expediciones andinistas le abrieron el camino hacia nuevas aventuras.
En una de las conferencias pronunciadas
en Buenos Aires sobre su segunda
expedición al Aconcagua, conoció
a una mujer y la invitó a acompañarle en su siguiente viaje. Sorprendentemente, María, la mujer, aceptó su
invitación y tres semanas más tarde
salieron juntos para participar en una aventura que les dirigiría a las selvas brasileñas. La mujer se convirtió en su esposa antes
de terminar el viaje (Sekelj 1967: 15-16). En primer lugar, viajaron a Río de Janeiro porque Sekelj representaba a la Liga
Argentina de Esperanto en un congreso esperantista. Sekelj fue un gran
esperantista y la difusión de esta
lengua universal fue una de
sus actividades más importantes fuera del andinismo, la escritura y las expediciones antropológicas. Sin embargo, no fue el congreso el verdadero objetivo de su viaje: quería
llegar a Mato Grosso, una
de las regiones más desconocidas de la Amazonia brasileña,
y visitar
Los ensayos más importantes
(sin pretender enumerarlos todos) escritos sobre viajeros de finales del siglo XIX y la primera parte del siglo XX son los siguientes: Csikós (2015; 2018), Szente-Varga (2009; 2019), Venkovits
(2014), Jancsó (2018a; 2018b; 2020a; 2020b).
comunidades indígenas
poco conocidas hasta entonces. Sekelj intentó reunir datos, información, mapas y folletos de la región, y se puso en contacto con museos y distintas instituciones y organizaciones para hablar de sus
planes (Sekelj 1947).
1 Posteriormente, cuando la familia
vivía ya en Serbia, cambiaron la escritura de su nombre a Sekelj,
por lo que hoy es más
conocido como Tibor Sekelj. En este artículo se utilizará el apellido Sekelj.
2 Sekelj tenía dos hermanas y un hermano mayor.
3 Desde mediados del siglo XIX, varios exploradores y viajeros húngaros llegaron al continente americano.
El estudio de su vida y su obra se ha acelerado
en los últimos años.
4 Sus dos hermanas y su padre
fallecieron en el campo de concentración de Stara
Gradiška en 1942.
5 A continuación, se refiere a la colección privada de Sekelj como Colección
Sekelj (C.S.).
La Marcha hacia el oeste y la Expedición Roncador-Xingu
Una de las instituciones que visitó Sekelj fue
el Servicio de Protección a
los Indios (SPI, Serviço de Proteção aos Índios), órgano
federal inspirado en ideas positivistas y establecido en
1910 a iniciativa del ministro de Agricultura de Brasil.
Esta fue la primera institución gubernamental con los objetivos de contactar, proteger, pacificar y civilizar a las comunidades indígenas, integrarlas en la sociedad brasileña bajo la tutela del estado y conseguir una modernización nacional (Souza Lima 2010: 62-63). Se generalizaba
la imagen del indígena como ‘menor de edad’ que necesitaba la protección del estado. Sekelj y María incluso se encontraron con el teniente coronel Cándido Mariano da Silva Rondón, primer presidente del SPI, indigenista pionero con ideas positivistas y civilizadoras. El método de Rondón en los inicios fue
pacificar a los indígenas con la ayuda de obsequios y conseguir su aculturación sin violencia en Mato Grosso. Él mismo recorrió
gran parte del Brasil desconocido; no obstante, sus iniciativas no tuvieron mucho éxito, pues se registró un número creciente de ataques contra comunidades indígenas por parte
de colonos y terratenientes
en zonas indígenas, lo cual reflejaba
bien las circunstancias de
la primera mitad del siglo: el gran
poder de los terratenientes del campo y la poca influencia del estado en estos territorios (Beattie 2004:
115-116).
Sekelj también
contactó con João Alberto
Lins de Barros, primer coordinador de la Fundación Brasil Central (FBC), creada en octubre de 1943 con el fin de apoyar
la “Marcha hacia el oeste”, un programa iniciado por Getulio Vargas, presidente de Brasil, para colonizar el
interior del país, elemento importante del proceso de modernización (Casas Mendoza 2012: 93). El programa se vinculaba
estrechamente con la nueva política de Vargas, iniciada en
1937. El principal objetivo del
Estado Novo fue conseguir la integración nacional bajo una dirección central fuerte. Según la nueva ideología, el indígena ―aunque constituía un porcentaje muy bajo de la población― representaba las verdaderas raíces del brasilianismo y había contribuido en gran medida a la formación de la cultura brasileña
(Garfield 1997: 748). En 1938, Vargas dio un discurso sobre los objetivos de la campaña “Marcha hacia el oeste”6 en el que
formuló así sus ideas:
Retomando a trilha dos pioneiros que plantaram
no coração do continente, em vigorosa e épica
arrancada, os marcos das fronteiras territoriais,
precisamos de novo
suprimir obstáculos, encurtar distâncias, abrir caminhos e estender fronteras econômicas, consolidando, definitivamente, os alicerces da Nação. O verdadeiro sentido da brasilidade é a Marcha para Oeste7. (1938: 124)
Uno de los
pasos simbólicos de la nueva política de Vargas y su orientación hacia el interior del país fue su
visita a los indios karayás y yavaés8 en la Isla del Bananal en 1940, durante la cual actuó como “el padre de los pobres”
y ofreció obsequios a los indígenas (Garfield 2001:
23). El oeste, para muchos brasileños, representaba el infierno verde, el espacio vacío y lo salvaje.
Nunca antes había visitado un presidente estas tierras remotas del país donde
vivían habitantes hasta entonces invisibles para la sociedad civilizada. Con su viaje, Vargas cruzó simbólicamente la frontera entre lo salvaje
y lo civilizado y dio inicio a un desarrollo agroindustrial y a la colonización
de estas tierras (Casas Mendoza 2012: 93-94). Vargas planeaba
demarcar territorios de reservas indígenas y crear colonias agrarias para campesinos. Los estados de Goiás y Mato Grosso fueron los dos territorios que más despertaron
su interés.
Otro de los
capítulos de la “Marcha hacia el oeste”, vinculado estrechamente con sus objetivos, fue la Expedición Roncador-Xingu, que se produjo entre 1943 y 1948, y a la que se unieron Tibor Sekelj y María Reznik en 1945 a invitación de João Alberto Lins
de Barros. La ley que creó la Fundación
Brasil Central estableció también la Expedición Roncador-Xingu, que funcionaría con activos donados por entidades públicas o privadas bajo la dirección de la FBC. Al estallar la Segunda Guerra Mundial, el gobierno brasileño vio necesario demostrar su soberanía sobre tierras poco exploradas, hecho que se ve
claramente en la consideración
de la expedición como un asunto de interés militar en un decreto de ley de 1943 (Capanema Guerra 2014: 15-16). La expedición fue dirigida por el coronel Flaviano de Matos Vanique con el objetivo principal
de crear vías de comunicación, establecer un campo a las orillas del río Das Mortes,
explorar el territorio de
la sierra del Roncador habitada por los indios chavantes,
crear colonizaciones y construir un aeródromo. La primera etapa de la marcha se concluyó en 1944 con el establecimiento
del campamento Chavantina (Xavantina) tras haber alcanzado el río Das Mortes (Capanema Guerra
2014: 19-20; Garfield 2001:
46). Se consideró peligrosa
la continuación de la expedición
por la proximidad de los indios xavante, un grupo indígena distante que vivía relativamente
aislado de la civilización
(Schneider-Fregolent de Almeida
2018-2019: 272). La expedición volvió
para continuar su labor en 1945 con la participación
de Sekelj.
7 “Reanudando el rastro de los pioneros que
plantaron en el corazón del continente, en tirones vigorosos y épicos, los hitos de las fronteras territoriales, necesitamos eliminar nuevamente los obstáculos, acortar distancias, abrir caminos y extender las fronteras económicas, consolidando definitivamente los cimientos de la Nación. El verdadero sentido de lo brasileño
es la Marcha hacia el Oeste.” [Trad. propia]
8
Oficialmente se escribe
como javaés, sin embargo, Sekelj menciona este grupo indígena con el nombre yavaé en todos sus artículos y libros.
6 Véase Szilágyi (2003).
Sekelj, el expedicionario
El viajero informó sobre sus experiencias tanto en libros como en artículos periodísticos, y también se publicaron varias entrevistas con la pareja sobre sus impresiones. Después de un viaje en tren hasta São Paulo, continuaron su camino a caballo y después a pie. Su recorrido duró
unos seis meses: penetraron en territorios de los chavantes de donde apenas había regresado
hombre blanco anteriormente. El grupo, que constaba de unos 25 expedicionarios, fue constantemente seguido por los chavantes, que finalmente no lo atacaron.
Sekelj y sus compañeros no pudieron entrar
en contacto con la tribu,
por lo que hubieron de conformarse con visitar sus aldeas en su ausencia y verlos
durante un vuelo, momento en que los chavantes dispararon
flechas contra el aparato
(C.S. E. 1944-53/58). Según Sekelj,
después de llegar a los territorios de los chavantes, María y él se alejaron
del grupo y recorrieron solos 1200 km por el río Araguaya para llegar a la Isla del Bananal, la tierra de los indios karayá
y yavaé9, cuyo
folklore, religión y costumbres pasaron tres meses estudiando.
Además, crearon un vocabulario y una breve gramática
de la lengua de los karayás, que entregaron
tras su vuelta al Museo Etnográfico de Buenos Aires
(C.S. E. 1944-53/60). La pareja describió
en sus entrevistas y artículos
a estos grupos indios como gente
pacífica, completamente primitiva y que tenía una vida paradisíaca. Según una entrevista con Sekelj:
En
efecto, estos indios llevan una vida paradisíaca, que los exploradores tuvieron la oportunidad de compartir con ellos durante un breve tiempo, llegando a la conclusión que estos primitivos
no pueden recibir de los blancos ningún beneficio que compense
la pérdida de la felicidad
y de la paz de las que en
la actualidad gozan plenamente. Sería, pues de desear ― dice Sekelj― que
estas tribus no se invadan con la intención de catequizar y de civilizar, hasta que sus tierras no sean requeridas
como indispensables para plantaciones y cultivos. Es un crimen quitarles esa felicidad ingenua
[…]. Es verdad
que no conocen
heladeras eléctricas, automóviles, cine ni radio. Pero,
¿para qué todo esto, si no es
capaz de proporcionar la felicidad lo que
ellos, en cambio, poseen? (C.S. E. 1944-53/62)
9 Hoy los indígenas javaé.
Sabiendo que
la pareja participó en una expedición apoyada por el estado brasileño, cuyo objetivo principal justamente era hacer posible la colonización de estos territorios, podemos considerar un acto atrevido expresar
tal opinión en una entrevista.
Es uno de los muy pocos artículos
en los que Sekelj expresó tan firmemente su opinión. En la misma entrevista, Sekelj enumeró los motivos de la enemistad de los indios hacia los
blancos. Una de las razones
mencionadas fue el carácter de las expediciones hasta entonces dirigidas a la tierra de los chavantes. Todas tenían como
objetivo conseguir esclavos, oro o diamantes. Los blancos llegados a la zona despreciaban y
maltrataban a los indios. Por todas estas razones, al blanco, como explica Sekelj, se lo consideraba
el diablo, aquel de quien provenían todos los males.
Era el blanco el que les traía enfermedades,
y por él tenían que abandonar sus tierras, su lengua
y cultura. Según Sekelj, quizás los chavantes
no podían articular bien sus pensamientos y opinión, y solo los podían expresar con sus flechas. Con los karayá tuvieron otras experiencias, puesto que estos
ya estaban en contacto con la gente civilizada. Los acogieron con amistad, les enseñaron
sus vocablos, sus tradiciones,
pinturas faciales, danzas, leyendas, etc. Los yavaé fueron la última tribu que
visitaron y que, según Sekelj, nunca
antes había estado en contacto con gente civilizada. Fue esta la razón
por la que los acogieron con enemistad, y fue el conocimiento de la lengua karayá lo
que les salvó
y les ayudó a acercarse a este grupo (C.S. E.
1944-53/62).
En la
Isla del Bananal
Sobre este viaje por el río Araguaya y su estancia
entre los karayá y yavaé, Sekelj publicó un artículo científico en 1948, en
el primer número de la
revista RUNA: Archivo
para las Ciencias del Hombre, editada por el Instituto de Ciencias Antropológicas
de Buenos Aires. El artículo era la versión escrita de una conferencia pronunciada por Sekelj en el Instituto Brasileiro de Geografía y Estadística en 1946. Según las narraciones de Sekelj, después de diez días de navegación, contrataron a dos indígenas que les
ayudaron a llegar a la Isla
del Bananal. Gracias a sus dos guías, la pareja empezó a compilar un vocabulario de la lengua karayá. Después de veinte días de viaje llegaron
a la isla, en la que encontraron cinco pueblos karayá, y allí permanecieron durante dos meses. Después, tras un camino de dos semanas, lograron encontrar una población de los indios yavaé,
que, al oír los vocablos karayá
utilizados por Sekelj y María, los recibieron
amistosamente. Puesto que ya se estaba
acercando la época de lluvias, la pareja Sekelj pudo pasar
solo un breve periodo de tiempo
con este grupo étnico, por lo que sus observaciones
fueron más detalladas en el caso de los karayá. Sin embargo, mencionó que los
dos grupos tenían características muy semejantes, excepto un detalle: la existencia o no existencia de contacto con el mundo civilizado (Sekelj 1948: 98).
La primera información que destacó el viajero sobre los karayá es la disminución
drástica de la población en
las décadas anteriores a su llegada: según
su informe, el número de almas disminuyó de 3000 a 600 en
dos décadas, mientras que, en el caso de los yavaé, que
vivían aislados, no se había experimentado
tal descenso (1948: 99). En el artículo,
Sekelj intentó esbozar una imagen compleja de la vida y costumbres
de estos dos grupos étnicos. No proporcionó una descripción antropológica muy detallada, pero sí que
redactó un informe que trataba varios aspectos importantes del estudio de los pueblos aborígenes,
como la ubicación de las casas de las aldeas, la descripción física de las casas, que albergaban
de 15 a 20 personas, su medio de transporte preferido, la
canoa, y la cría de animales (perros, garzas, gallinas, yabirús, biguás, lagartos, nutrias, loros, capibaras), que tenían valor
ornamental y sentimental para los indios.
Rechazó la visión general
de los indios según la cual eran
holgazanes: según él, la vida del peón ganadero y agricultor a la que los blancos
querían que los indios se adaptaran
era simplemente ajena a sus
costumbres. Sekelj informó sobre su aspecto físico y también sobre el único tatuaje —un
círculo— que usaban en las mejillas y que era distintivo de la tribu. No utilizaban ninguna vestimenta, aunque los que
ya estaban en contacto con el mundo civilizado habían empezado a usar prendas de vestir. En cuanto a los trabajos
de la mujer en la tribu, enumeró el trabajo con el algodón, la cocina, la alfarería
y la cría de los niños. Los casamientos eran simples, sin ninguna ceremonia compleja. Los karayá eran monógamos,
pero era posible separarse y casarse más veces. El rito
simple del matrimonio (una excursión de prueba sin armas) ya no
se repetía en estos casos.
Sekelj prestó
más atención en su descripción al nacimiento, la cría de niños y la muerte. Cuando se acercaba el nacimiento de un bebé, el padre desarrollaba síntomas de parto (síndrome de Couvade) con gritos y dolores, mientras la madre se quedaba en silencio, costumbre típica en el caso de los grupos amazónicos.
Después del parto, el padre se quedaba en cama junto a su esposa hasta
que esta pudiera levantarse y preparar comida. El niño recién nacido
recibía un adorno en los lóbulos (aros
de pluma de loro). A los tres años
recibía un colgante de hueso bajo su
labio inferior. Desde su nacimiento, el niño estaba en el centro de atención de la tribu. Sekelj describió
un rito de madurez en el caso de los hijos
(es interesante que no lo hiciese
en el caso de las hijas, lo que suele
ser muy típico). En este rito, que duraba
varios meses, los chicos tenían
que teñirse de negro y, participando en distintas excursiones, pasar por las fases de aprendizaje de la caza y la pesca.
Este periodo terminaba con
una gran fiesta. En el caso
de los fallecimientos, se enterraba a los muertos dos veces: una vez acostados y más tarde en una vasija. Durante el tiempo transcurrido, los miembros de la tribu tenían que
alimentar con comida a los espíritus que vagaban
por la noche (1948: 99-103).
Sekelj también
dedicó unas líneas a la influencia del mundo civilizado
entre los karayá. Así comentó
los procesos:
Con la penetración de los civilizados en el área de los Karağá, estas
costumbres comienzan a cambiar y algunas ya se están desvirtuando
o perdiendo, mientras que el Ğavaé se mantiene puro y tal cual vivía hace
centenares de años, acentuándose cada vez más esta diferencia.
La civilización ha acostumbrado
al Karağá al uso de prendas de ropa, adornos y algunos utensilios y comidas, que no es
capaz de producir. Como su trabajo
no le produce dinero, está obligado a mendigarlo de los transeúntes blancos o robarlo, convirtiéndose de esta manera en un esclavo de la civilización, a la cual no es
capaz de adaptarse. También se ve acosado
por enfermedades nuevas, traídas por los civilizados, y contra las que su organismo no
tiene defensa. Todo esto lo
humilla y lo hace sentir un pueblo decadente, vencido por el tiempo. Entretanto el Ğavaé, al que hoy
todavía encontramos intacto, dueño de la selva y del río, vive
su existencia tranquila y feliz, sin enterarse que la avalancha de la civilización va avanzando y que tarde o temprano caerá también sobre él para aniquilarlo. (1948: 103)
La segunda parte de su artículo la constituyó un breve estudio de la lengua karayá y un vocabulario en el que Sekelj reunió
más de 500 vocablos tomados de indios karayá y yavaé. También se publicó una serie de fotos con comentarios sobre sus costumbres, danzas y ceremonias.
El escritor de viajes
El libro titulado Por tierras de
indios10, que
también tenía como tema su viaje
de expedición a Mato
Grosso, se publicó en 1946. Mientras
su artículo puede ser considerado un artículo científico, su libro se puede
clasificar más bien como un libro
de viajes en el que contó al lector sus experiencias,
aventuras e impresiones. A pesar de ello, en el libro también se pueden encontrar párrafos que tienden
a ser descripciones antropológicas
de los grupos étnicos visitados durante la expedición. En los primeros párrafos,
el viajero quería explicar y describir los antecedentes, los objetivos y los preparativos de su viaje. Al llegar
a Rio de Janeiro, Sekelj aprovechó
el tiempo y dio algunas conferencias (sobre su expedición al Aconcagua y
sobre el esperanto) ―costumbre
que tenía al llegar a cualquier lugar durante sus viajes—. También le invitaron a unirse a excursiones a las montañas brasileñas, por lo que
10 Para escribir el presente artículo se utilizó otra edición del
libro, publicada en 1967.
decidió aceptar
una de aquellas invitaciones
y visitar el Dedo de Deus,
en la Serra dos Órgão. Tras esta
excursión, partió con María para llegar a Aragarças, base principal de la Fundación Brasil Central (Sekelj 1967: 22-32). A partir de
este momento, Sekelj ofrece al lector episodios de su viaje, contando
en cada uno alguna historia
interesante, alguna aventura peligrosa
o excepcional.
Las historias de varios capítulos reaparecen o bien en el artículo científico mencionado, o bien en otros artículos
publicados en distintas revistas y periódicos hispanoamericanos. Algunas veces publicó una versión más corta
y, otras veces, una más ampliada de la historia
original, escrita en el libro.
Revisando las noticias e informes breves de las conferencias que dio en diferentes ciudades hispanoamericanas, podemos suponer que Sekelj hablaba
también en estas de las aventuras que cuenta
en el libro y en el artículo
científico. A partir de las
historias escritas por Sekelj, uno puede
conocer la región de Mato Grosso: su flora y fauna,
las actividades humanas que se desarrollaban en el territorio ya en los tiempos de la expedición, así como los pueblos
que habitaban estas tierras. Le interesaba todo lo relacionado con la naturaleza, las costumbres de los pueblos, sus objetos, sus actividades, sus
gustos, sus pensamientos, así
como su lengua.
Sería difícil destacar uno u otro tema de los que aparecen en los escritos del
aventurero; a continuación,
solo menciono algunas de
las innumerables experiencias
recordables de su viaje.
Uno de los
temas que también reaparece en algunos de sus artículos es la explotación del diamante en la zona diamantífera
en la línea divisoria de los estados de Mato Grosso y de Goiás. Sekelj dedica un capítulo al tema
también en su libro. Describe con detalle las distintas clases de trabajadores, las condiciones en las cuales trabajaban, su endeudamiento y su vida miserable (1967: 36-42). En varios
capítulos cuenta al lector su peligrosa penetración
en la selva y en el territorio de los
chavantes. En estas descripciones se centra en la explicación
del carácter cerrado y hostil de los chavantes. A Sekelj le contaron historias antiguas de viajeros y otros aventureros que se habían atrevido a pisar suelo chavante. Todos fracasaron en su intento. Los miembros de la expedición intentaron acercarse a este grupo étnico, pero
sus intentos tampoco tuvieron éxito. En su camino, trataron
de buscar posibles terrenos para un futuro campo de aviación. Durante la caminata, pudieron observar las casas de los chavantes,
sus utensilios y plantaciones
primitivas en su ausencia. Esta fue la primera ocasión en la que se confirmó que los
chavantes no eran nómadas, puesto
que se encontraron plantaciones de calabazas, así como señales
de la cría de plantas de algodón. También se aseguraron de que durante la mitad del año vivían
en casas, que dejaban para ir de caza en la época
seca (1967: 120).
Un día, los miembros
de la expedición recibieron
una noticia según la cual el mismo Getulio
Vargas les iba a visitar en su campamento
de Rio das Mortes
para celebrar
la inauguración de Xavantina,
la pequeña colonia que habían fundado. Sekelj, sin entrar profundamente en asuntos de política, trató de explicar las razones de su visita. Esta
fue la segunda aparición de Vargas en la región
tras su visita de 1940. En
este capítulo, Sekelj menciona la campaña iniciada por Vargas, a la da en llamar
“penetración hacia el Oeste” (Sekelj 1967: 76). Sekelj nota la cercanía y amistad entre el presidente de la Fundación Brasil Central y Vargas, así como la relación entre Vargas y el coronel Vanique. También subraya la anterior excursión de
Vargas a la Isla del Bananal,
donde le habían tomado fotos que
después aumentarían su popularidad. También añade que
“Todas estas razones, y quizás otras más que
yo desconozco, indujeron a Vargas a realizar dicha excursión en los días en que
su poder se tambaleaba y el pueblo brasileño pedía elecciones libres, después de quince años de dictadura” (1967: 77)11. Fue,
pues, en los últimos días de su presidencia cuando Vargas hizo su visita en compañía
de ministros, otros funcionarios y el gobernador de Mato Grosso. La visita duró unas dos horas.
Sekelj, en su libro, comenta que una persona bien informada les había contado
que el verdadero objetivo del viaje
de Vargas era evitar un golpe
militar que el ejército estaba preparando contra él. Según el informador,
“Vargas, un cerebro de sorprendente
lucidez, decidió desbaratar la tentativa dejando acéfalo al ejército: en el último momento invitó al ministro de Guerra a acompañarlo, y éste no pudo
negarse a aceptar la invitación” (1967: 79). Tres meses más tarde,
en octubre de 1945, realmente se llevó
a cabo un golpe militar que acabó con los
15 años de presidencia de
Vargas. En la colección de documentos
de Sekelj, se halla un artículo periodístico que informa sobre la mencionada visita, ilustrado con una foto sacada en el evento. Por desgracia, en el documento no se encuentra ningún dato, por lo que no
sabemos en qué diario se publicó el artículo (C.S. R SF/10).
Un detalle interesante en las descripciones,
que no se publicó en artículos de revistas, ocurrió en el transcurso de una marcha difícil en la Sierra de Roncador entre arroyos caudalosos.
El coronel Vanique se paró en la orilla de uno de los arroyos
y mantuvo esta conversación con Sekelj:
―Como Usted sabe,
estos ríos no tienen nombre,
pues no figuran
todavía en los mapas. Al descubridor le cabe el honor de bautizarlos. Siendo nosotros los primeros
civilizados que llegamos a sus orillas, bautizo este río con el nombre de “río Tibor”.
―Pero, mi coronel, no creo que
sea justa la denominación.
¿Qué he hecho
yo para que un río lleve mi nombre?
11 Las elecciones finalmente se celebraron
el día 2 de diciembre de
1945. Fueron las primeras elecciones presidenciales libres de Brasil.
―¿Qué ha hecho? Pues
hasta ahora ningún periodista entró en la tierra de los chavantes, y menos hasta esta
altura. Y, además, usted es un periodista
argentino, y parte del homenaje corresponde al país hermano del
que usted ha venido.
―Bueno ―contesté―, únicamente así puedo aceptar el honor. Y lo agradezco
en mi nombre y en el de la Argentina, que en este momento no tiene aquí
otro representante. (Sekelj 1967: 66-67)
Puesto que
no se puede encontrar información sobre este detalle en otro artículo o material en la colección
privada de Sekelj, no tenemos evidencia
en cuanto a lo ocurrido. Sin embargo, en una de las primeras
páginas del libro Por tierras de indios, aparece un mapa del itinerario y el territorio recorrido durante la expedición. En
este mapa, se puede ver el nombre de Rio Tibor. A pesar de nuestros intentos, no hemos podido
identificar el río en los mapas actuales.
En la región del río Araguaia, el Rio das Mortes y
la Isla del Bananal, en la actualidad, se puede encontrar Nova Xavantina, que está supuestamente
cerca del lugar original de
la Xavantina inaugurada por
Getulio Vargas. Cerca de la Chavantina
(en los escritos de Sekelj se escribe el nombre del establecimiento
de esta forma) se encuentra
en el mapa de Sekelj el río
que lleva su nombre. Sin embargo,
actualmente en los mapas figuran arroyos y ríos con otros nombres.
Después de pasar
unos tres meses con los miembros
de la expedición, como se
ha mencionado ya, la pareja Sekelj decidió
seguir su camino hacia la Isla del Bananal. La segunda parte del libro de Sekelj trata sobre esta fase de su
viaje. La narración del viaje es
mucho más detallada en el libro que en su artículo
científico. Su estilo es diferente,
así como los elementos en los que centra su atención. Sekelj
da cuenta de sus experiencias,
los detalles de su camino hacia
la isla, su encuentro con animales depredadores y otras criaturas de la selva, sus alojamientos
y prácticas de caza y pesca,
sus conversaciones con la gente
que conocieron, las historias que les
contaron y sus intentos
para aprender el idioma de los indios karayá.
Después de llegar a la isla y trabar amistad
con los karayá, Sekelj recibió el apodo de thukuthirí, que significaba barbudo o barba. Todas las historias contadas por Sekelj están entretejidas con una serie
de informaciones sobre las costumbres
de las tribus. Se detallan
sus actividades, las características
de las familias y el matrimonio,
algunas leyendas de los indios, las prácticas del hechicero,
sus danzas y fiestas. Su encuentro con los yavaé y su
corta estancia entre los miembros
de este grupo también aparecen en el libro. En sus descripciones apenas se puede encontrar alguna alusión a los sentimientos y pensamientos de la pareja relacionados con los grupos contactados. No aparece ninguna opinión, no sabemos
cuál puede ser la postura
de Sekelj en cuanto a los
procesos recién
iniciados (aunque los verdaderos impactos solo se percibirían posteriormente). En uno de los últimos capítulos
cuenta la reacción de los indígenas al hecho de que Sekelj
tuviese sal y pudiese sazonar la comida (en una ocasión cocinaron un tapir) con ella. Parecía que
la sal les encantaba:
Cuando la comida estuvo lista, invité a Tibo que
la probara. Se resistió primero, pero finalmente lo aceptó. Mordió
un bocado y en el mismo instante se le iluminaron los ojos, se volvió
hacia las chozas y lanzó un grito que se parecía a la palabra “sal”.
[…] Me convencí entonces de que la civilización podría darles algo a estos
primitivos: la sal. La sal y nada más.
Fuera de esto, todo lo poseían
en mayor abundancia que nosotros. Pensando
en esto pasé gran parte de la noche.
Estos hombres no conocen nada, fuera de la naturaleza que los rodea, y en consecuencia no pueden desear nada que esté a su
alcance. Viven en una existencia completamente feliz, puesto que la felicidad
no es otra
cosa que el equilibrio entre los deseos
y su cumplimiento. (1967:
261-262)
Este fragmento es quizás
el único en el que llegamos a saber algo sobre la opinión de Sekelj, lo que
puede ser sorprendente para
el lector acostumbrado a las narraciones
de los libros de viaje llenas de impresiones de su autor. No obstante, su curiosidad
e inquietud se desprenden
de todas las páginas. Su estilo es
entretenido y los capítulos están llenos de información etnográfica y geográfica, lo que también
puede explicar su éxito instantáneo,
así como su popularidad como conferenciante y periodista en los países que visitaba
durante los años pasados en Hispanoamérica. Sus artículos se publicaron no solo inmediatamente después de su viaje, sino
durante los años posteriores en los distintos países
que visitó. En la colección privada de Sekelj encontramos artículos publicados en México, Venezuela, Argentina, Costa Rica, etc. Algunos son reportajes, otros son entrevistas a Sekelj. Una parte de los artículos son breves informes generales que dan a conocer los datos más
importantes de la expedición,
otros se centran en algunos detalles que impresionaron al viajero, como por ejemplo la caza de orquídeas
(C.S. R. 1949-50/18), los objetivos
de la expedición y del estado brasileño (C.S. E.
1953-54/11), las fiestas y las danzas
de los karayá (C.S. RSF/7)
o la vida paradisíaca de los
yavaé (C.S. RSF/6). Después
de pasar por varios países sudamericanos y centroamericanos, Sekelj llegó a Costa Rica, donde el Diario de Costa Rica le invitó
a escribir una serie de veinte
artículos sobre sus aventuras.
Algunos artículos de la
serie tenían como tema su participación en la expedición Roncador-Xingu, otra parte de los artículos ya trataba
de su otro viaje a
tierras brasileñas
iniciado en Bolivia. En los
artículos publicados sobre
la expedición Roncador-Xingu,
reaparecen los temas ya mencionados.
Hay un artículo en el que Sekelj volvió
a explicar sus objetivos, que define así:
“Nuestra misión no era entrar en contacto con los indios. Nos interesaba
solamente el inmenso territorio […] cuya incorporación al mundo civilizado quería intentar el gobierno” (C.S.
DCR/13).
A modo de conclusión
De
toda la información que se puede sacar
de sus artículos se desprende
que los fines
de la expedición y los verdaderos objetivos de Sekelj no coincidían.
Él sí que
quería acercarse a los grupos indígenas.
Durante la segunda parte de
su viaje este fue su objetivo
principal, y fue también el
mismo en sus viajes posteriores. Como se mencionó arriba, Sekelj dirigió otra expedición a tierras brasileñas en 1948. Aquella vez, primero
viajó a Bolivia con la intención
de visitar además Perú y Ecuador. Sin embargo, el gobierno
boliviano y el mismo presidente Enrique Hertzog invitaron a Tibor y María a explorar la zona desconocida del río Iténez,
una región fronteriza con Brasil. Durante este viaje, unos compañeros
indígenas les informaron sobre tribus caníbales que vivían
en territorios brasileños,
con las que Sekelj y sus compañeros decidieron encontrarse. Por consiguiente, entraron en territorios brasileños, cambiando así la ruta planeada. Fuera de Sekelj y María, el grupo de exploradores lo constituían distintos expertos: Rosa Scolnik, botánica, Javier Villafañe, poeta
y experto en el teatro de títeres, y Ricardo Luti, botánico. En Bolivia, debido a
sus anteriores viajes y su creciente fama,
Sekelj recibió una cálida bienvenida; su llegada y también
el inicio de su nuevo viaje tuvieron
una gran repercusión en la prensa boliviana. Sobre sus aventuras
y experiencias se publicó, posteriormente, una serie de artículos
y se organizaron exposiciones
de fotos. Asimismo, el viajero publicó un libro sobre este viaje (Donde la civilización
termina, 1949, Buenos Aires). Para el estudio de su segunda expedición,
en la colección privada de Sekelj se encuentra un diario manuscrito con información antropológica sobre
las tribus visitadas y con
un vocabulario de las lenguas
aruá, makurap, jabotí, arikapú y tupari, pero el análisis de estas fuentes ya es
tema para un siguiente artículo.
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Colección Sekelj. Entrevistas 1944-53 (C.S. E 1944-53)
58. “Hacia la tierra de los jíbaros
viaja T. Sekelj”. Trópico. 03/08/1947.
60. “Tibor Sekelj
y su esposa parten en nueva expedición hacia las fuentes del Amazonas”. La razón.
25/07/1947.
62. “Un juramento
Liga a los Indios de la
Selva Verde contra los blancos.
Una porteña fue hecha reina de la belleza por los karayá del misterioso Matto Grosso”. Sin datos.
Colección Sekelj. Entrevistas 1953-54 (C.S. E 1953-54)
11. “La Amazonia, vasta zona de reserva para la humanidad”. El Dictamen. 09/01/1954. Colección Sekelj. Reportajes sin fecha (C.S. RSF)
6. “Yo encontré el paraíso”. México, agosto de 1954.
7. “La danza de las fieras en el Mato Grosso”. Sin datos.
10. “Con Getulio Vargas
en el Mato Grosso”. Sin datos.
Colección Sekelj. Reportajes Culturales 1949-1950
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18. “Yo fui cazador de orquídeas”. Panorama.
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