Eszter Katona

Universidad de Szeged

 

 

España y temas hispanos en la obra literaria de Lajos Kassák

Recibido: 21.07.2017

Aceptado: 10.11.2017

 


Lajos Kassák (1887-1967), poeta, escritor, pintor, diseñador y fundador de varias revistas literarias y culturales, fue el mejor representante del grupo de los artistas vanguardistas húngaros. Nació en Érsekújvárhely ―que hoy pertenece a Eslovaquia― en el seno de una familia obrera. Antes de dedicarse a la literatura y al arte, fue obrero metalúrgico y, ya muy joven, se unió al movimiento socialdemócrata. En su juventud viajó mucho: en 1909, a sus 21 años, se fue a pie a París, sin dinero, y más tarde, durante su exilio ―por motivos políticos―, entre 1919 y 1926, estuvo en Viena, donde entró en contacto con las diferentes corrientes vanguardistas europeas. En 1915 fundó la revista “activista” A Tett [La Acción], que fue prohibida en 1917 por su espíritu antibélico. En 1916 creó otra revista literaria y artística, con el título Ma [Hoy], que seguiría publicando incluso en Viena durante su emigración. La revista, hasta 1925, no solo fue una importante posibilidad para la publicación de los artistas vanguardistas húngaros e internacionales, sino que se convirtió también en un taller para los jóvenes intelectuales, entre los que se encontraban poetas, escritores, pintores, diseñadores y fotógrafos. Kassák empezó a pintar en Viena y su pintura constructivista fue considerada por Victor Vasarely como precursora de la suya. De su obra literaria hay


que destacar que escribió novelas, obras autobiográficas ―tanto en forma de diario como en forma epistolar―, poemas e importantes ensayos sobre la vanguardia artística. Después de A Tett [La Acción] y Ma [Hoy], fundó otras revistas también: Dokumentum, 1926-1927 [Documento], Munka, 1928-1939 [Trabajo] y Kortárs, 1945-1948 [Contemporáneo].

El nombre de Kassák no es desconocido tampoco entre el público y los investigadores españoles1. Sin embargo, más allá de los Pirineos, sobre todo ante la falta de traducciones de su obra literaria2, es más bien conocido como pintor y diseñador. En España se organizaron dos exposiciones en Valencia dedicadas a presentar la obra de Kassák y la actividad de su círculo. La primera se organizó en 1999, en el IVAM, con el título Lajos Kassák y la vanguardia húngara3 y, la segunda4, en 2009, en el MuVIM, dedicada a la presentación de El cartel comercial moderno de Hungría 1924-1942.

En 2017, para conmemorar el doble aniversario de Kassák ―tanto el de su nacimiento (1887) como el de su muerte (1967)― llevamos a cabo una investigación sobre el artista, en la cual seguimos dos líneas. Por un lado, concentramos nuestra atención en su recepción española5 y, por otro, repasamos también la presencia de España y de temas hispanos en la obra del escritor vanguardista. El tema de esta última investigación surgió inesperadamente cuando, examinando la recepción húngara de Federico García Lorca (cfr. Katona 2016), nos encontramos con una nota interesante en el libro Szénaboglya6 [Almiar], de Lajos Kassák. En 1955, el fundador de la revista Ma [Hoy] vio La casa de Bernarda Alba ―último trabajo del dramaturgo granadino, que

 

 


1Cabe destacar la investigación de Manuel Sánchez Oms (2008), historiador del arte que dedicó un artículo a la presentación de La construcción poética, un legado de la vanguardia húngara (1915-1939), publicado en la revista Artigrama.

2Solo muy pocas obras literarias de Kassák fueron traducidas al español. De su poesía, podemos leer una breve selección en la antología de Éva Tóth (1981: 200-205), mientras que de su novelística no fue traducida al castellano ninguna obra en su integridad. Existen solamente fragmentos traducidos que podemos leer en la página web de lho.es (Literatura húngara on-line) y en los álbumes de las dos exposiciones organizadas en Valencia dedicadas al arte vanguardista húngaro (mencionadas más adelante).

3Junto a la exposición se publicó un álbum impresionante con el título Lajos Kassák y la vanguardia húngara (AA.VV. 1999) sobre las obras de Kassák y los otros artistas de su círculo, entre estos János Mattis Teutsch, Ede Bohacsek, Béla Uitz, József Nemes Lampérth, János Kmetty, Sándor Bortnyik, Lajos Tihanyi, Béla Kádár, Hugó Scheiber, László Moholy-Nagy y Ernő Kállai.

4Sobre esta exposición también se editó un álbum, El cartel comercial moderno de Hungría 1924-1942 (AA.VV. 2009). La exposición sobre el cartel comercial húngaro se trasladó luego al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla.

5 Sobre este tema existe un artículo, publicado en el número monográfico de la revista literaria Tiszatáj, dedicado al homenaje de Lajos Kassák (cfr. Katona 2017).

6 Una obra autobiográfica de Kassák, escrita entre 1955-1956 en forma de diario.


fue la primera obra dramática en estrenarse en Hungría― y así evocaba su impresión en el segundo libro del diario (julio-diciembre de 1955):

Anoche vimos La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca. […] un gran poeta nos regaló una gran obra. La pieza es una notable creación poética […], una tragedia de destino en un ambiente abrumador, pero con efecto emocionante […] que es rasgo distintivo de todas las obras maestras. Lo que vemos y escuchamos en la escena está lleno de culpa, odio y religiosidad detrás de la máscara del sometimiento. Lorca no se inspiró en la realidad, no razona con nuevos dogmas contra los viejos, no se asume el papel del profeta ni del juez que castiga la crueldad con la crueldad. Sentimos que él mismo penetra en la historia […]. No dice sermones porque sabe de dolorosa experiencia que justamente las predicaciones causan lo que estamos viendo [en la escena]. […] En su obra artística no hay huella de fanatismo religioso, patriótico o racial. [...] No son dogmas que luchan entre sí, sino que la vida aparece ante nuestros ojos en su desnudez. Los personajes sufren por sus propias vidas terribles. La sangre, los nervios y los instintos […] se rebelan contra los sermones de los moralistas, la hipocresía y las supersticiones. La lucha de las dos fuerzas antagonistas ―por un lado, las tradiciones y las leyes inflexibles y, por otro, la fuerza vital que exige sus propios derechos― no se resuelve: la pieza empieza y termina con la muerte. […] Lorca escribió esta obra con cabeza y corazón jóvenes. ¡Ay, cuántas cosas tuvo que experimentar, a pesar de su vida tan corta, para poder identificarse con la gente que sufría!7 (Kassák 1988: 195- 196)

 

Después de elogiar el genio de García Lorca y la originalidad de la obra, Kassák tampoco silencia su decepción y su crítica negativa sobre la puesta en escena8: “Confieso que el drama no cosechó un verdadero y merecido éxito. Pero eso no depende de Lorca, el gran poeta que sobrepasa todos los dogmas y las fórmulas. Los culpables son nuestros […] actores, la falta de concepción del director y la incultura […] de los espectadores” (Kassák 1988: 196).

A pesar de eso, opina Kassák9, ni siquiera un espectáculo menos logrado puede disminuir los valores y la universalidad del mensaje de la obra de Lorca. El escritor húngaro termina su reseña con palabras estimulantes, pero, a la vez, condenatorias “Aconsejo con toda mi fe y benevolencia: escritores húngaros, idos para ver la obra de Lorca y avergonzaos no porque no podáis volar hasta unas cumbres tan altas, sino porque ni deseéis acercaros al cielo” (Kassák 1988: 197).

Leyendo la citada nota del diario, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿Qué huellas dejó en la obra de Kassák la imagen de España y la cultura hispana más allá del famoso drama de García Lorca? El planteamiento de la pregunta era evidente, ya que el


7 Visto que de la obra literaria de Kassák tenemos solo muy pocas traducciones al español, en adelante, donde no indiquemos el nombre del traductor, la versión española será siempre traducción nuestra.

8 Aunque el diario no menciona el nombre del director ni los de las actrices, es seguro que Endre Marton dirigió la obra estrenada en 1955, en el Teatro Katona József de Budapest.

9Es interesante notar que, contrariamente a la opinión de Kassák, la crítica y el público acogieron con entusiasmo la puesta en escena y el éxito de este estreno llevó consigo la popularidad de García Lorca en Hungría (cfr. Katona 2016: 59-91).


personaje más destacado del vanguardismo húngaro siguió con atención no solamente las nuevas tendencias literarias y artísticas del siglo XX, sino que se interesó por los acontecimientos históricos del mundo y sus consecuencias sociales. Así, por supuesto, la España de las décadas de los 20 y 30 despertó su interés, y en más obras suyas podemos encontrar alusiones y reflexiones sobre personalidades y acontecimientos españoles. En nuestro artículo intentamos ofrecer un panorama completo sobre la imagen de España y la aparición de temas hispanos en la obra de Lajos Kassák.

 

 

 

 

El proyecto original del Libro de Nuevos Artistas

Es bien sabido que Új művészek könyve (1922) [Libro de Nuevos Artistas; en alemán: Buch Neuer Künstler] de Lajos Kassák y László Moholy-Nagy, editado en Viena, fue una antología que presentaba un panorama completo sobre los nuevos resultados de la arquitectura, la técnica y las artes plásticas. Sin embargo, los documentos del legado de Kassák revelan que el escritor tenía otro proyecto originalmente, porque quería incluir en esta antología también la literatura. Incluso la representación de las nuevas tendencias literarias habría tenido que ocupar el eje principal del libro (Csaplár 1987: 7). Este objetivo inicial no se realizó; sin embargo, conocemos una carpeta del archivo del Museo Kassák de Budapest que lleva el título Idegen fordításokantológia anyag10 [Traducciones extranjeras – material para una antología] y, basándonos en esta, podemos reconstruir qué obras quería Kassák hacer llegar a los lectores húngaros (cfr. Csaplár 1987: 8-11). Desde el punto de vista del tema que nos propusimos aclarar en el presente artículo nos interesan ahora solamente los artistas de lengua hispana, por lo que seleccionamos del proyecto de Kassák solamente sus nombres y sus obras11.

Entre los poemas, encontramos las obras de artistas pertenecientes al ultraísmo y al creacionismo: Cabaret, de Eugenio Montes; Primavera, de Pedro Garfias; Elementos, de Gerardo Diego; Nocturno de cristal, de Luciano de San-Saor12; Bengala y Océano, de Humberto Rivas Panedas; Estrellas, de Ernesto López-Parra; Nocturno, de Juan

 


10 La carpeta KM-an., 233-264. contiene estos materiales.

11 Las encontramos en las carpetas KM-an. 240-241.

12 Con su nombre original, Lucía Sánchez Saornil, poetisa que utilizaba seudónimo masculino al publicar sus poemas.


Larrea; Ocaso, de Joaquín de la Escosura; y Luz de belleza, de Tomás Luque.13 Junto a los poemas, hay un ensayo teórico también: A spanyol ultraista mozgalom14 [El movimiento ultraísta español], de Guillermo de Torre, un artículo de cuatro páginas15. En la lista de los pintores ―cuyas reproducciones quería Kassák presentar en el libro― podemos leer varios títulos de las obras de Juan Gris y Pablo Picasso.

No conocemos los motivos que frustraron el proyecto original (cfr. Csaplár 1987: 11), solo sabemos que al final no se publicó esta antología literario-artística en la forma planeada. Sin embargo, los nombres y las obras arriba citados ya señalaban qué quería destacar Kassák del grupo de los artistas de la vanguardia española.

 

España en la novelística de Kassák

La novela Munaknélküliek [Desempleados] fue escrita en 1933 y, en sus páginas, podemos conocer la situación desesperada de la clase obrera a través de la historia de dos personajes que pertenecen a esta clase social. En el capítulo 23, a propósito del día internacional de los trabajadores, encontramos una alusión a la agitación revolucionaria de la década de los 20, con la mención del ejemplo de Alemania y España:

   Parece como si todo el mundo se pudriera. Pero eso no es verdad. Hay algunos que piensan en serio. En Alemania, dentro de poco, estallará la revolución y, entonces, nosotros también pondremos en orden las cosas.

   Se prepara algo también en España.

   Sí, allí también. ¡Por todas partes! La fruta madura, solo tenemos que cosecharla a buen tiempo. (Kassák 1962: 248-249)

 

La novela Telep [Rancho], de 1933, trata de la vida del carpintero Mihály Füredi. Kassák “por fin escribe de un hombre y no de la sociedad” observa Aladár Schöpflin (1934: 57) en la revista Nyugat16. Mientras Kassák está escribiendo la novela, en la narración aparece un antiguo amigo del escritor, el pintor Diego Novarro, que llega a Hungría en compañía de su mujer, la bailarina rusa Myra Balabanov. En el diálogo entre los dos amigos aparece la posibilidad de un viaje a España:

   Quiero viajar digo sin transición y no prestando atención a lo que charlan los otros.

 


13 Probablemente la base de la selección de Kassák fuese la revista literaria Cosmópolis, ya que casi todos los poemas arriba citados fueron publicados en el número 23 (noviembre de 1920) de dicha revista. Las dos excepciones son Océano y Luz de belleza. Apoya nuestra suposición que en ese número se publicase también el poema Rusia, de Jorge Luis Borges, que más tarde, en el número de 15 de septiembre de 1921 de la revista Ma [Hoy], fundada por Kassák, aparecería en la traducción húngara de Endre Gáspár.

14 El ensayo de Guillermo de Torre (1920) fue publicado también en Cosmópolis y algunos fragmentos de este constituyen el texto de la traducción húngara.

15 Todos los textos españoles fueron traducidos por Endre Gáspár.

16Nyugat, importante revista literaria en Hungría, publicada entre 1908 y 1941.


   Podrías venir con nosotros responde a mis palabras Diego Novarro. Myra tendrá unos espectáculos, pero luego viajaremos a España. Vamos en coche. Fijamos la fecha y pasaremos por ti.

    ¿A España? ¿Y por qué allí?

     Allí está formándose un mundo nuevo. En España hay mucha belleza, riqueza y tiene lugares donde la gente es, quizás, feliz. (Kassák 1961: 371)

 

Algunas páginas después, Kassák plantea de nuevo la idea del viaje: “Es posible que vaya a España. Cuando termine mi novela, cogeré un tren y empezaré un viaje alrededor del mundo” (Kassák 1961: 376). Por último, en el capítulo XXI, otra vez vuelve la destinación española: “Diego Novarro […] tiene razón, tendríamos que viajar a España” (Kassák 1961: 446).

España vivía entonces los años de la Segunda República, aunque la euforia de 1931 había disminuido mucho para 1933. Los cambios radicales sucedieron en 1934, cuando la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) formó el gobierno y con eso empezó el llamado bienio negro, que ya predijo la división del país. Sin embargo, en el fragmento arriba citado de Kassák, España aparece aún como símbolo del “nuevo mundo” naciente, con un sentido positivo.

El episodio del amigo español es interesante también por otro motivo. Kassák, para distraerse de la escritura de la novela, va al teatro con Diego Novarro para ver el espectáculo de ballet de la mujer de su amigo:

Estamos sentados en el teatro. Y, como siempre, los fragmentos de mi novela zumban en mi cabeza. No me sorprendería si se levantara el telón y, en vez de Myra Balabanov ―por quien la sala está de bote en bote―, saliera Mihály Füredi y dijera lo siguiente delante del telón: “Señor escritor, por favor, sea tan amable de ir a casa”. Pero yo no me movería porque no me dejo aterrorizar. (Kassák 1961: 365)

 

En una obra posterior, Kassák escribió sobre Miguel de Unamuno; así, leyendo las líneas antes citadas, un hispanista piensa en seguida en Niebla (1914), por la cual el escritor bilbaíno creó el género de la nivola. En esta emblemática novela, Unamuno, el autor, se encuentra con su protagonista, Augusto Pérez, y le prohíbe el suicidio. Es verdad que Füredi ―protagonista de la novela de Kassák aparece solamente entre los pensamientos del autor y no sale verdaderamente en la escena del teatro ficticio, sin embargo, el paralelo es interesante.

Kassák prestó atención también a los cambios de los años 20 (Primo de Rivera) y la Segunda República (1931-1939), pero la Guerra Civil (1936-1939) llamó mucho más su atención. Eso era natural, ya que los intelectuales y los artistas de izquierda de la época,


casi sin excepción, tomaron posición a propósito del conflicto español y expresaron su compasión y simpatía hacia los que sufrían sin culpa.

En 1937 escribió Kassák una colección de cartas ficticias dedicadas a su madre con el título Anyám címére [A la atención de mi madre] y estos escritos ya no pueden evitar la mención del acontecimiento trágico de España. Sin embargo, las declaraciones de Kassák son bastante breves y lacónicas: “Ahora se matan en España y, como escriben los periódicos, llueve allí a cántaros” (Kassák 1987: 36) escribe en la tercera carta.

Luego, dos cartas más tarde, otra vez se perfila la imagen del trágico fratricidio que se perpetra más allá de los Pirineos: “estoy hojeando con curiosidad […] las páginas de la revista. Fotos sobre el fondo del mar, retratos de artistas y señoríos reales, paisajes exóticos, escenas idílicas y horror espantoso de la Guerra Civil española” (Kassák 1987: 57) leemos en la quinta carta.

En el capítulo XVII, el escritor evoca el primer aniversario del estallido de la guerra junto a la imagen de otra destrucción brutal. Esta vez, junto a la información a secas, ya descubrimos una leve expresión de los sentimientos del artista: “Los periódicos hoy informan, madrecita, sobre el aniversario del conflicto español y dan, a la vez, noticias sobre el estallido de la guerra entre Japón y China. El mundo está lleno de agitación y novedades. Todos están preparándose. Todos sentimos que algo tiene que venir, un acontecimiento cósmico en el que todos tenemos que participar” (Kassák 1987: 219). Un poco más tarde, pero en la misma carta, Kassák habla preocupadamente del número de víctimas de la guerra y la cuestión de la responsabilidad:

¿Quién cree que el recuerdo de un millón de muertos de la guerra de España cargará sobre nuestra vida durante muchísimo tiempo y que los ancianos, las madres y los niños obligados al exilio no llevarán consigo el sentimiento de la solidaridad humana, sino que sembrarán las semillas del dolor y del odio por todo el mundo? (Kassák 1987: 222)

 

Kassák no está de acuerdo con la exaltación de la destrucción y hacia el final de la carta XVII leemos:

Leí, madrecita, el reportaje sobre el campo de batalla, hermoso himno del homicidio, enviado por un escritor “de izquierda” sobre el frente español. Lo escribió un amigo de la milicia republicana en pro de la fraternidad y la libertad. Lo leí y me atemoricé durante algunos minutos. La incredulidad y la duda invadieron mi alma y pregunté a mi lado más creyente y confiado: ¿De verdad llegará un día en el que pienso en mis horas tranquilas, y por el que tomo el bolígrafo cada día? Un mundo donde el hombre, después de borrar de sus ojos los ideales engañosos y enjugar de su boca las mentiras, se convertirá en un ser más noble que un animal. Amigo ―pensaba―, querido colega escritor, ¿cómo pudiste escribir tales líneas sobre la guerra y los soldados […]? (Kassák 1987: 223-224)

 

La Guerra Civil española en la obra periodística de Kassák


El escritor húngaro se ocupó del tema de la Guerra Civil española no solo en su prosa, sino también en su obra periodística. Uno de sus artículos más interesantes, con el título A spanyol front önkéntesei [Los voluntarios de la guerra española], apareció en el periódico Pesti Napló17, el 28 de febrero de 1937. Este escrito es un manifiesto de Kassák ―conocido por su antimilitarismo― sobre su toma de posición en el conflicto español, con dimensiones internacionales cada vez más amplias.

El artículo resume una carta de tono personal y la respuesta enviada a esta: “He recibido una carta desde París, de un joven químico. Bueno, de un joven que estudia para ser químico” (Kassák 1937: 39) ―empieza Kassák―; se trata de un estudiante que en Budapest fue despedido de la universidad, por lo que continuó sus estudios junto al trabajo en la capital francesa. Las noticias que llegaban de la Guerra Civil española llenaron de tristeza y desesperación el alma del estudiante y Kassák cita un largo fragmento de su mensaje en el que expresa sus sentimientos: “No estoy seguro de si merece la pena seguir con mis estudios. En los periódicos cada día leo que estamos en las vísperas de la guerra y todos los días me acuesto con la sensación de que, quizás, al día siguiente me despertaré ya como soldado o prisionero de guerra” (Kassák 1937: 39). Visto el ejemplo de los amigos que fueron como voluntarios a la guerra española, el joven se siente indeciso y no puede decidirse ante el dilema de quedar o partir. Enumera los pros de cada uno, pero, por su persistencia a sus objetivos y a la vida, el deseo de quedar lejos del conflicto es más fuerte en él: “¿Renuncio ahora de todo aquello por lo que merece la pena vivir y voy a España para morir?” (Kassák 1937: 39). Sin embargo, cuando lee la lista de los voluntarios caídos ―entre ellos el nombre de su amigo― siente sin vacilación que tiene que partir. De este modo, se dirige a Kassák para pedirle consejo y para poder resolver su incertidumbre y tomar la decisión adecuada. El escritor quiere dar un sabio consejo al joven apoyado también por su ejemplo personal y, aunque le es imposible dar una respuesta categórica a la difícil pregunta, él opta por el quedar: “si yo estuviera en su lugar, no me alistaría como voluntario”. Por supuesto, razona su recomendación. En primer lugar, menciona la precipitación de los jóvenes, que no es señal de heroicidad, sino de irresponsabilidad: “entre los jóvenes voluntarios de la Guerra Civil hay muy pocos que hayan tomado la decisión de alistarse después de considerar seriamente las consecuencias. Muy pocos tomaron en cuenta sus propias capacidades físicas y mentales, las posibilidades locales


17 Pesti Napló, periódico húngaro de perfil político, publicado entre 1850 y 1939.


y la importancia internacional de la Guerra Civil española” (Kassák 1937: 39). Kassák veía claramente que la guerra más allá de los Pirineos ya no era un conflicto interno del país, sino que había alcanzado una dimensión mundial mucho más amplia: “los voluntarios hoy ya no sirven el caso de los españoles. Hace mucho que la política por la hegemonía de los estados extranjeros, en competición entre sí, devoró la lucha entre la democracia española y las aspiraciones dictatoriales” (Kassák 1937: 39). Visto que la Guerra Civil española ―escribe Kassák― ya es el preludio de una guerra mundial, así los voluntarios sirven esta última y, sin querer, se convierten en los soldados del estado mayor y entran en las primeras unidades militares de un futuro conflicto internacional. Escribe también sobre el papel del intelectual: los genios de la ciencia no deben politizar, sino que tienen que servir a la sociedad con los adelantos de la cultura. La humanidad ―opina Kassák debe su forma humana, su integridad física y su superioridad intelectual a los científicos, los descubridores y los artistas. Y evoca el ejemplo del músico catalán, Pablo Casals, que no se fue a la trinchera, sino que viajó por el mundo con su violonchelo para defender el caso de la democracia en las salas de concierto: “el violonchelo es su arma” (Kassák 1937: 40).

En las líneas finales del consejo, Kassák expresa su fe en la fuerza del espíritu: “nosotros […], toda la humanidad, necesitamos mucho a los intelectuales de pensamientos limpios, científicos talentosos, investigadores infatigables y artistas serios. No esperamos de ellos que sacrifiquen sus vidas, sino que enriquezcan y ennoblezcan nuestra vida. Sin su ayuda, no podríamos solucionar ni las dificultades cotidianas ni los problemas cósmicos” (Kassák 1937: 40). Es decir, el artista húngaro vota por quedar lejos del conflicto, rechaza la movilización belicista y, al mismo tiempo, anima a la acción contra la guerra.

 

La Guerra Civil en la poesía de Kassák

El recuerdo del conflicto español dejó su huella no solo en la prosa y en la obra periodística de Kassák, sino también en su lírica. Dedicó a la memoria de los niños inocentes desembarcados desde el puerto de Bilbao18 el poema Bilbao-Southampton, que se publicó dentro del ciclo Fújjad csak furulyádat (1939) [Toca tu flauta]:

 


18Después del bombardeo de Guernica, el 21 de mayo de 1937, evacuaron a 3800 niños del puerto vasco y les llevaron ‒acompañados por 200 adultos‒ a la ciudad de Southampton, en el sur de Inglaterra. Sobre el tema véase más detalladamente el artículo de Susana Sabín-Fernández (2010a) y su tesis doctoral (2010b).


El buque que llevaba a los niños

cargó con ellos al amanecer y tras la cortina de la lluvia se hizo, subrepticio, a la mar.

Más de cuatro mil niños y niñas, sucios entremezclados, sin padre ni madre, recogidos

por los ciudadanos ineptos para las armas,

por los canes del servicio sanitario y el personal del puerto en la región de las aldeas arrasadas

y de entre las ruinas de las ciudades decapitadas.

 

No se conocen unos a otros y si alguien los pusiera ante un espejo quizás no se reconocieran a mismos

en este ambiente extraño, en estos

momentos terribles. Algo han oído sobre el general y ahora todos piensan en ese hombre misterioso, con tanta fuerza que de vez en cuando

él toma cuerpo en su imaginación:

sus pasos impávidos atraviesan su ansiedad,

sus recuerdos y sus deseos, sus lágrimas y sus suspiros.

 

¿Cuánto la travesía durará? Cuando cesó la lluvia

y el sol, como una enorme bandeja de oro, se alzó muy alto sobre el mar, juntos lloraron y clamaron juntos los niños, embrollándose

como instrumentos en manos de borrachos

y cada vez lloraban más profunda y desesperadamente mientras evocaban los besos de sus padres, sus juguetes recordaban y gritaban sus propios nombres

como si los hubieran embrujado aquel amanecer

para que no pudieran su pequeña vida alegre hallar jamás19.

 

El recuerdo del buque zarpado del puerto español aparece también en el último verso del poema Mária aki mindenütt jelen van [María que está presente por todas partes]: “te reconozco en el mar, por el que estás huyendo / desde Bilbao, y otra vez con un hijo debajo de tu corazón” (Kassák 1977 (I): 395).

En otro poema más tardío, con el título Csillag [Estrella], en el tomo A tölgyfa levelei (1964) [Las hojas del roble], vuelve el fantasma del “sadismo español”, evocado esta vez en el contexto de la tauromaquia, con las figuras de Picasso y Hemingway:

 

Estaba mirando la estrella que adornaba su frente aunque no era un ángel era un toro negro

que Picasso pinta en el papel

y por el que Hemingway se entusiasma en sus escritos.

 


19Versión de David Chericián, en la antología de Éva Tóth (1981: 201-202). Como curiosidad, mencionamos que el poema fue traducido también al euskera por el poeta Joseba Sarrionandia. Encontramos también otra traducción al español ―en la versión de Éva Tóth y María Lourdes de Arconada en la carpeta KM-an., 78/1-12. del archivo del Museo Kassák de Budapest.


Miraba el toro negro adornado con una estrella, luego me di vuelta

y pensaba en el sadismo español que mañana o pasado mañana

lo somete de rodillas en la arena.

 

Este espectáculo no vive fuera de mí, sino en mí.

La sangre derramada me encuentra en los callejones de las ciudades, bajo el arco de triunfo

o en las puertas de las cárceles. […]

Sentado delante de una vieja máquina de escribir vagabundeo entre mis pensamientos,

recordando la estrella que lucía

entre los cuernos del toro negro. (Kassák 1977 (I): 397)

 

Colón, Unamuno y Giménez Caballero

En los escritos de Kassák, junto a los acontecimientos contemporáneos, aparecen también los nombres de algunas personalidades prominentes de la historia, la literatura y la pintura. Encontramos alusiones breves, pero recurrentes, a pintores españoles

―como Juan Gris, Joan Miró, El Greco―, pero Miguel de Unamuno, Ernesto Giménez Caballero y Pablo Picasso reciben mayor atención en más pasajes, y también podemos leer un fragmento interesante sobre la relatividad de la civilización y la barbarie, a propósito de la lectura del Diario de a bordo del primer viaje de Cristóbal Colón:

 

Antal Szerb [traductor del diario de Colón y autor del prólogo] escribe lo siguiente: ¿Acaso no los bárbaros eran los verdaderos civilizados y los civilizados eran los bárbaros? ― surge la pregunta. Y concluye así: Con el primer viaje de Colón empieza el más glorioso y, a la vez, el más infame capítulo de la historia, la época de los conquistadores españoles.

Efectivamente, después de leer el diario de Colón, tenemos la convicción de que aquellos bárbaros benignos que vivían esparcidos en las islas del Océano, con cuerpos maravillosamente proporcionados y flexibles, […] que no conocían las armas, no adoraban el oro, no servían a nadie y no dominaban a los otros, podían ser los civilizados en el sentido más castizo de la palabra. Y los llamados civilizados, que atacaron con armas a los nativos, los insidiaron, avasallaron, les quitaron su tierra natal y los esclavizaron, estos civilizados eran mucho más bárbaros que los nativos, víctimas de la civilización.

Cristóbal Colón, basándose en las descripciones de Marco Polo y con el permiso y el apoyo del rey español Fernando el Católico, emprendió el viaje con tres carabelas navegando por el Océano hacia el Oeste. Y sucedió lo que no pensaba ni en sus sueños: descubrió el continente americano.

El reinado de Fernando fue la época de los aventureros y los conquistadores. Construyeron el imperio con sangre y lágrimas. Esa fue la edad de oro de España. Hoy, sin embargo, reconsiderando el pasado, podríamos preguntar: ¿Cada época nueva en la historia de la


humanidad se realiza con tanto derramamiento de sangre? ¿Los grandes hechos nacen de la audacia y los resultados excepcionales son pura casualidad? Los fragmentos del diario que aparecen en la edición húngara podrían formar un cuento para un lector infantil. Sin embargo, un adulto que piensa conscientemente, después de leer el libro, planteará miles de preguntas sobre nuestras normas morales. Y no hay carácter que sea tan fuerte que, bajo la experiencia de la lectura, no sienta incertidumbre en sus preconceptos considerados antes invencibles. (Kassák 1975a: 358-359)

 

El recuerdo del escritor Miguel de Unamuno aparece en una carta del libro Anyám címére (1937) [A la atención de mi madre]. Evocando al escritor vasco, Kassák no solo conmemora la calumnia política del antiguo rector de la Universidad de Salamanca, sino que formula sus reflexiones también sobre el papel del intelectual. Por eso merece la pena citar un fragmento más largo del texto:

Últimamente, Unamuno, el gran escritor y filósofo español, se dejó llevar por la tempestad de la Guerra Civil española. Pero ¿quién fue realmente este extraño anciano de vida agitada?

¿Qué culpa tuvo y por qué le rechazaron sus compañeros de antaño?

Jean Cassou, el famoso escritor francés, dice sobre Miguel de Unamuno: “Unamuno vivió toda su vida en compañía de un loco. Este loco se llama Don Quijote. Por eso, Unamuno no pudo conformarse con ningún tipo de servidumbre.” Eso no es una crítica desdeñosa, es simplemente la caracterización del escritor que, en más periodos de su vida, se confundió a mismo con el protagonista de su libro. Se preocupó tanto con el análisis psicológico del caballero extravagante que, al final, él mismo se olvidó de las leyes crueles de la realidad y empezó una desesperada lucha contra los molinos de viento. En su quijotada se enfrentó con cosas, personas y Dios. Pero no de manera antihumana e impía, sino tal como lo hacen todos los poetas que se enfrentan con todo, incluso consigo mismo.

Ahora, que pasó a mejor vida, sus antiguos amigos y enemigos disputan sin escrúpulos sobre sus acciones y su giro político. Sus enemigos de antaño le perdonan todo lo que sus viejos amigos amaban en él. Pero estos últimos ahora no aprecian ni sus sufrimientos, que sus enemigos de antes causaron al exiliado. Hasta el levantamiento del general Franco, Unamuno fue el líder intelectual de la izquierda burguesa, pero ahora toda la izquierda le acusa por un cambio brusco en sus ideas. Los escritores que antes respetaban en Unamuno al maestro, ahora empiezan a dudar incluso de su arte, mientras que los políticos, con los que sufría juntos la amargura del exilio, lo califican como traidor.

Pero ¿en qué sentido fue traidor? ¿Con quién fue desleal este anciano setentón? Consigo mismo, no, de ninguna manera, porque no traicionó sus propias convicciones. La fidelidad a mismo es la mayor virtud humana del poeta. Es verdad que esta ética del poeta no siempre corre paralelamente con la moral social imperante, pero no olvidemos que Unamuno mereció el homenaje de la humanidad progresista justamente por eso: es decir, que su ética poética estaba consecuente y decididamente en contra de la moral social dominante. Como dijo Cassou: “no pudo reconciliarse con ningún tipo de servidumbre.” Y como el mismo Unamuno dijo: “yo nunca acompaño a los que están en el poder”. Hasta mediados de julio de 1936 esta ars poética parecía noblemente humana y sinceramente constante ante todos aquellos que en la maldita tierra española querían quitarse las trabas de la servidumbre. Unamuno, el bibliófilo anciano, allí estaba en la primera línea de los sublevados y, sin considerar sus intereses materiales, alzó su voz tanto contra el reinado feudal del rey Alfonso como contra la dictadura de Primo de Rivera. Perdió su patria, servía mil veces su pan de cada día y por un pelo tuvo que pagar con su vida por seguir tan fervorosamente el modelo de Don Quijote. ¿Se rebeló Unamuno, quizás, por buscar la simpatía del pueblo? ¿O porque, debido a su carácter, tuvo que rebelarse sin parar contra toda la tiranía individual o colectiva, sea la hegemonía social de un grupo o de un partido político? Basándonos en su manera de escribir y politizar no podemos tener la mínima duda de que nunca siguió a los arribistas


políticos y que no luchó por la conquista del poder, sino por la de la libertad. Esta actitud puede ser incómoda tanto para la derecha como para la izquierda, a veces incluso resulta dañosa pero, en su género, es un fenómeno raro y estimable. Unamuno no es un tipo cristológico, es más bien un nietzscheano que está eternamente en lucha contra el mundo, y su objetivo no es la salvación del mundo, sino su propia realización. […] Cuando tuvo que exiliarse, Primo de Rivera le ofreció la amnistía, pero él no la aceptó. Cuando volvió a casa, el pueblo le elogió como «el padre de la república», sin embargo, él no disfrutó la gloria. Dio la espalda a los vencedores y tomó posición junto a los rebeldes, aunque la idea nacional y los objetivos políticos del bando de Franco eran completamente opuestos a todo aquello por lo que Unamuno luchó durante largas décadas. Sus amigos anteriores estaban en contra de él y le acusaron de traición. Pero era evidente que el luchador anciano tampoco encontró su equilibrio anímico en el bando de los sublevados. Inútilmente le acusaron de ser doblegable ante el dictador, porque Unamuno, aunque se adhirió al grupo de los sublevados, incluso allí quería conservar su carácter rebelde. Interpretó su papel de rebelde a su propia manera trágica y, antes de que se aclimatara en su posición nueva, lo desplazaron y lo declararon loco […]. En vez de escribir odas elogiadoras dedicadas al Generalísimo, empezó a criticar el funcionamiento de las juntas y, por su discurso pronunciado en la fiesta de la raza, celebrada cada año, fue desplazado del cargo del rector de la Universidad de Salamanca. Murió como exiliado, y los que quedaban ―tanto los de la izquierda como los de la derecha― piensan en él con gratitud porque se apartó del camino a buen tiempo.

Y con todo eso podríamos poner punto final a la tragedia personal de Unamuno. Sin embargo, hay que ver que este caso individual se repite cada vez más frecuentemente y, en el fondo, la tragedia de Unamuno refleja el destino trágico de todos los intelectuales de la posguerra. Hay que ver con lucidez que en los últimos veinte años no solo se enmarañó la fuerza económica de la sociedad, no solo se perdió la seguridad vital de la multitud, sino que también el individuo llegó a una fuerte crisis. Sus posibilidades materiales son inseguras y no es menos incierto su estado anímico. Beatos son los que saben nadar con las corrientes imperantes, pero los que tienen coraje para enfrentarse con la situación y reclaman libres posibilidades de existencia para su ser humano y ético tienen, de momento, un destino sin esperanza. El hombre intelectual, nacido para profesar la verdad y reclamar la libertad para mismo y para sus prójimos, hoy anda a tientas entre miles de trampas. Sus enemigos le castigan, pero tampoco sus amigos le entienden. (Kassák 1987: 185-190)

 

“Del acercamiento sin distinción nace, a veces, una actitud extrema, en la que

―contemplando la tragedia de Unamuno― Kassák ve juntos a todos aquellos que están marginados en la sociedad por alguna razón” ― escribe Géza Aczél (1999: 221). Enumerando los ejemplos parecidos al destino unamuniano, así pueden aparecer juntos

―en la lista de Kassák Thomas Mann y Ernesto Giménez Caballero, el ideólogo del fascismo español:

Podríamos poner muchos más ejemplos, pero ahora sea suficiente el de […] Thomas Mann y Giménez Caballero. Thomas Mann no intervino activamente en la política, en su exilio voluntario no participó en ninguna acción «traidora de la patria» y, a pesar de eso, los representantes de la dictadura alemana confiscaron todos sus bienes familiares y sus derechos de ciudadano. Le excluyeron de la comunidad alemana a pesar de que fue ario, descendiente de una antigua familia alemana. Nunca participó en el molesto tumulto cotidiano, sin embargo, está obligado a vagabundear por el mundo como traidor y exiliado despreciado. Otro ejemplo es el de Giménez Caballero, un escritor de derechas que en sus obras cimentó las bases del fascismo español; ahora está en la cárcel de Franco esperando «la alborada de la libertad». (Kassák 1987: 193-194)


Pablo Picasso

Volviendo a los pintores vanguardistas, cerramos la lista de los artistas españoles con Pablo Picasso, en cuyo homenaje Lajos Kassák dedicó más obras suyas. En el diario de 1955-1956, con el título Szénaboglya [Almiar], podemos leer la siguiente frase: “Valoro mucho a Picasso. Pienso que en el futuro le estimaremos como uno de los clásicos de nuestra época, quizás, el más importante” (Kassák 1988: 177).

Esta apreciación la manifestó Kassák ya antes, tanto en su poesía como en su prosa. En 1941, en las páginas del diario Magyar Nemzet, publicó una felicitación de cumpleaños dedicada al artista de sesenta años. Ahora citamos solo un fragmento del elogio que detalla la carrera artística del pintor malagueño:

Picasso es un artista típicamente europeo, pero fue América quien lo descubrió al mundo. Le elevaron con publicidad y dinero a un nivel muy alto (por lo demás, merecido), pero estos instrumentos profanos no le desviaron del camino y no dejaron huellas en la pureza púdica de su espíritu creador. Tenemos que subrayar eso ante los que valoran a Picasso como un pícaro, calculador y virtuoso inoportuno. Una serie de obras maestras atestiguan su profunda preparación y su mesurada valentía en todos los periodos de su formación y desarrollo. Experimentó con muchas cosas y de diversas maneras y tuvo la capacidad tanto para empezar iniciativas audaces como para crear sus propias leyes. ¡Qué increíble fuerza tiene el que no se atemorice por los enemigos y no se orgullezca ciegamente por los elogios de los amigos admiradores! Hoy día, Picasso no solo tiene renombre, sino que conocen la mayoría de sus obras por todo el mundo. Con algunos compañeros llevó al triunfo el cubismo como concepto estético y, a la vez, como realidad práctica. Fundó una escuela, pero de artista maduro superó los límites de su propio grupo y sus pinturas llevaban la señal del genio creador. Los pintores modernos de América, Inglaterra, Japón, Rusia, los de los estados nórdicos y de los Balcanes, aunque no copian servilmente a Picasso, es seguro que todos aprendieron mucho de sus descubrimientos geniales. Estos artistas no pueden negar que el pintor español dejó su huella tanto en su modo de ver el mundo como en sus construcciones formales. Fue una semilla fértil y fecundadora para una generación y, por bien o por mal, hay que aprender de él20.

 

En 1948, Kassák publicó su novela Egy lélek keresi magát [Un alma busca a sí misma], que es un documento de la época. En la historia del pintor Károly Dorogi, protagonista de la novela, se menciona a Goya y Picasso de una manera interesante:

Había algunos correos insignificantes en la mesa. Dorogi apenas echó una mirada sobre estos y extendió su mano hacia una revista francesa de forma parecida a un álbum que despertó su interés ya al llegar a casa, pero dejó por último su deleite. Adivinó que más allá de los problemas cotidianos entraría en otro territorio más noble. […] Es un número homenaje de la revista española, lleno de reproducciones de Goya y ofrece un suplemento dedicado a los dibujos de guerra de Picasso. Está hojeando la revista lentamente, como si entrara paso a


20 El texto completo se publicó también en el tomo Éljünk a mi időnkben. Írások a képzőművészetről [Vivimos en nuestro tiempo. Escritos sobre bellas artes] (cfr. Kassák 1978: 243-250). Quince años más tarde Kassák felicitó otra vez a Picasso, cuando el pintor cumplió los 75 años. Véase en la carpeta KM- an., 459 del archivo del Museo Kassák. En 1948, Kassák escribió otro ensayo dedicado a la pintura de Picasso en forma de una reseña sobre el libro monográfico de Ernő Kállai (1948), véase en la carpeta KM-an., 485 del archivo Kassák.


paso en el mundo prometido. Goya no era un pintor amanerado o emocional, sin embargo, su sutilísima sensibilidad estética, sus formas claras, su psicología y su fantasía sin límites dejan verse incluso en estas reproducciones en blanco y negro. Dorogi está sentado encantado bajo la luz de la lámpara, siente vergüenza por su incapacidad pero siente también alegría al ver que hubo alguien que pudo sumergirse en la realidad de la vida y pudo volar tan alto, sobre todos los espacios terrenos. […] Es un mundo cerrado y es por eso que está tan perfecto en sí, y deja entrever el infinito y lo imprevisible.

Con los dibujos de Picasso entró en otro mundo. No más ni menos del arte de Goya. Pero una pintura muy diferente. Picasso es revolucionario del siglo XX y no del siglo XVIII, con muy diferentes ideales sociales y formas de expresión. En la Guerra Civil española estaba al servicio del gobierno de izquierda, se asumió la selección y la conservación de los monumentos mientras pintaba y dibujaba.

La excelente revista francesa publica algunos dibujos de Picasso sobre la guerra. Detrás de las líneas vertidas rápidamente en el papel se siente la palpitación de la realidad trágica y de algunos dibujos grita la sátira asesina del artista inerme. Dorogi hojea las páginas de la serie y luego empieza otra vez desde el principio. El tema conecta su compasión humana con el mundo, sin embargo, las líneas extremamente finas que parecen desordenadas pero son increíblemente seguras le conmueven en toda su alma y le elevan a unas alturas donde las cosas ya flotan sin peso en la luz y en el silencio. Este mundo es inmenso e imponderable. (Kassák 1965a: 80-81)

 

De estas “alturas” Dorogi vuelve repentinamente a la tierra, cuando empieza una charla con el granjero que entra en su cuarto y el pintor tiene que descubrir la incomprensión del hombre sencillo frente al arte moderna:

   ¿Quiere ver la revista? preguntó Dorogi al hombre.

   Solo le eché una mirada. Por aquí se ven raramente revistas con fotos se acercó a la mesa sin que Dorogi se lo dijera. Se inclinó sobre las páginas abiertas, las vio por algunos segundos y luego, como si no entendiera nada, meneó su cabeza.

   ¿No le gusta? le preguntó Dorogi.

   No entiendo nada de eso. Si es posible, dígame, por favor, qué significan estos dibujos confusos.

   Estos son los dibujos de un artista español pero que se convirtió en un pintor famoso y mundialmente reconocido cuando vivía ya en Francia.

  Es posible dijo el granjero y entrecerró el ojo izquierdo.

    A ver, mire. Este aquí, por la tierra, es una mujer media desnuda que murió en la guerra española.

   ¿Este? el hombre no ocultó su duda y con su cañón de pipa apuntó sobre la revista.

   No hay aquí ni mujer, ni tierra, ni guerra.

   En este otro dibujo aparecen un caballo y un hombre que igualmente murieron en la guerra.

El campesino se acerca al cuadro, lo mira mientras que lo toca con la punta de su dedo y luego lanza una carcajada.

   ¡¿Un caballo?!

   Bueno, mire usted. Aquí tiene la cabeza, aquí el dorso, la cola y las patas.

    No he dicho nada al ver el otro no sé qué, pero, por favor, yo entiendo mejor de caballos que los señores. ¿Pero cómo es un caballo cuando el caballo nunca tiene un dorso tan corvo? Pues, quiero decir que un caballo nunca puede encorvar así su dorso. ¡Y las patas! No parecen a cuartillas de caballo, son más bien pezuñas de cerdo.

Dorogi habría querido explicar el dibujo, pero en vano buscó las palabras adecuadas, se sentía torpe y no pudo decir nada en defensa de los cuadros de Picasso. Se encontraban allí dos mundos tan diferentes que ninguna explicación habría podido reconciliarlos.

―Vale, está bien. Reconozco que eso es una locura y que solo pueden entenderlo los que son también un poco locos. (Kassák 1965a: 80-81)


En el ciclo poético de Mesterek köszöntése [Homenaje a los maestros] (1965b) podemos leer diez retratos líricos sobre artistas modernos21 que influyeron a Kassák y le dieron coraje para no salir del camino empezado. El poema Pablo Picasso, escrito en 1947, fue inspirado en la increíble fuerza, las formas claras y el entrañable brillo de colores de las obras del pintor malagueño:

Poseído por una sugestión

corredor que saliste ya hace mucho del tiempo te incita la inquietud de un niño en contra

de la apariencia del mundo exterior estás seguro de que vives entre nosotros para hacer cuadros

con cuchillos, garrotes, cachiporras y a veces con un hacha reluciente.

 

Saliste de entre las familias

de los toreros listos para atacar y arriba tu cabeza alumbrada aquella estrella cuando entraste en tierra francesa

la que produce buenos vinos y mujeres amables.

Desde entonces has seguido vagando por las callejuelas de París entre las cuerdas de la lluvia

como una melodía una daga que penetra

la materia ajena y mientras ella también sufre alza como lo único que verdaderamente vive todo lo que ha vencido.

 

Eso eres tú, a quien, finalmente, hechicero hemos de considerar apenas saliendo del bosque

y atrayendo a los huérfanos.

Así también vagaba yo hacia ti

con ojos todavía medio ciegos en la pradera infinita en la rosada sombra de un carromato de circo

y entonces me sedujo la pureza geométrica

de tus forma y el ritmo doloroso que a galope tendido corre y consigo arrastra al niño maravillado.

¡Oh garabatos fascinantes! ¡Oh mil frescas llagas sanguinolentas!

¡Oh el orden construido con acero y asbesto que

se presenta con muecas de desorden ante los pecadores!

Desde entonces continúo caminando y pasando

de grado por la escala que apoyaste a la orilla del sol y te veo de pie allende el horizonte

alzando el brazo ante tu caballete mientras resurgen los colores muertos

cosas ignoradas dicen su nombre como subyugadas a cada pincelada tuya. (Kassák 1977 (II): 474-475)22

 


21 Los poemas Henri Matisse, Pablo Picasso, Georges Braque, Fernand Léger, Franz Marc, Marc Chagall, Paul Klee, Henri Rousseau, Giorgio de Chirico y Max Ernst (cfr. Kassák Lajos 1965b).

22La traducción es la versión de David Chericián.


Kassák expresó su homenaje con los poemas del ciclo arriba citado ante los artistas pertenecientes a muy diferentes tendencias estilísticas, sin embargo lo común entre ellos fue que “todos tenían fe en la novedad de lo que hacían y lograron realizar aquello en lo que tenían fe” (Kassák 1977 (II): 834) ― escribe la mujer del poeta húngaro en el prólogo del tomo Kassák Lajos összes versei [Todos los poemas de Lajos Kassák].

 

Kassák y la literatura hispanoamericana

Kassák se interesó no solo por los acontecimientos y artistas de España, sino que se dirigió con atención también hacia los creadores hispanoamericanos. Muchos escritos atestiguan la extraordinaria curiosidad que caracterizaba al escritor vanguardista. Por ejemplo, en el diario Szénaboglya [Almiar] escribe sobre espectáculos teatrales, reseña unas exposiciones, establece comparaciones musicales y examina obras artísticas de escritores y poetas (Aczél 1999: 363). Dentro del grupo de este último encontramos una nota sobre el chileno Pablo Neruda, “el poeta de lenguaje pomposo” (Kassák 1975b: 380):

Hace años conocí la poesía de Neruda en la traducción de Endre Gáspár. Descubrí alguna proximidad entre sus ambiciones poéticas y las mías. En aquel entonces publiqué algunas obras suyas en Kortárs, una revista editada por mí. Últimamente, he leído su poema «Que despierte el leñador». Me alegraba por su mundo vertiginoso y lleno de fuerza, y he descubierto parentesco múltiple entre él, Walt Whitman y Guillaume Apollinaire, mis poetas preferidos. En sus poemas es visible la influencia de los ismos europeos, pero eso no es una desventaja, más bien una ventaja. Hoy día, cuando bajo el lema del «realismo socialista» abundan poemas de pacotilla en el mundillo de la poesía, me cae bien leer a un poeta que despierta agitación y nos promete amplias posibilidades. Así, es entendible también mi entusiasmo con el que he empezado a leer el nuevo poemario de Neruda. (Kassák 1988: 39)

 

A pesar del respeto y el reconocimiento que sentía Kassák hacia el poeta chileno, el tomo Las uvas y el viento le causó una sorpresa negativa y no ocultó su decepción:

Lamentablemente, mi enorme curiosidad muy pronto se transformó en impaciencia nerviosa y, luego, en aburrimiento enfadado. Sentía un vacío entre y el poeta y este vacío cada vez más amplio nos empujó más lejos al uno del otro. De este tomo desaparece el antiguo Neruda rebelde y me habla el poeta nuevo, el viajero mundial que está bien provisto y se siente cómodo. En este poema de miles de versos no sentimos la diversidad del mundo, la encrucijada de distintas fuerzas y el poeta, en vez de expresar el tema con invención, quiere deslumbrarnos simplemente con la acumulación casi mecánica de las palabras. Así, eso es solo dicción, empleada por Neruda con mucha bravura y virtuosismo, como lo hacen también los periodistas que hoy día escriben artículos de fondo. El lector puede casi ver el proceso del nacimiento del poema, uno después del otro, sin ningún esfuerzo, después de tomar notas en un cuaderno de viaje. De la lista no falta nada: ni los nombres, ni las cosas más importantes. ¿Tiene más valor y es diferente esta poesía que la de los poetas consagrados? Eso ya no es otra cosa que la acumulación de versos redundantes. Si el estigmatizar con el formalismo tiene algún sentido y razón de ser, entonces podríamos marcar a este nuevo Neruda con el sello circular de la inquisición. Al terminar el libro observé con amargura: aquí hay otro ejemplo siniestro. Después de Aragon y Eluard, ahora


también Neruda se abandonó a mismo para expresar su homenaje ante un altar, como si tocara la trompeta con toda su fuerza. (Kassák 1988: 39-40)

 

El interés de Lajos Kassák por la literatura hispanoamericana se manifestó también en su elección de poemas para la revista Ma [Hoy]. Dos poemas del chileno Vicente Huidobro (1922; 1923) y uno del argentino Jorge Luis Borges (1922) aparecieron en traducción húngara en las páginas de esta. Sin embargo, el resumen de nuestra investigación sobre los temas y personalidades españoles e hispanoamericanos en las revistas fundadas y dirigidas por Kassák A tett [La Acción], Ma [Hoy], Dokumentum [Documento], Munka [Trabajo], Kortárs [Contemporáneo], Alkotás [Creación]― ya será tarea de otro artículo.

 

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KM-an. 241. Versfordítások [Traducciones de poemas], 1921.

KM-an. 459. A 75 éves Picasso [Picasso cumple los 75 años], 1956.

KM-an. 485. Kállai Ernő: Picasso [Reseña de Kassák sobre el libro Picasso de Ernő Kállai], 1948.