Colindancias (2013) 4: 265-273
Andjelka Pejović
Universidad de
Kragujevac
Serbia
La expresión
fraseológica de los valores éticos y estéticos*
Recibido 10 de marzo de 2013 / Aceptado 21 de mayo de 2013
“Mira dos veces para ver lo justo.
No mires más que
una vez para ver lo bello”.
(Henri Frédéric
Amiel)
1. Introducción
Si los valores humanos
han sido objeto de reflexión desde hace siglos, aún
más lo son ahora, en el siglo XXI, cuando el mundo ha cambiado y está cambiando día a día; para mejor o/y para peor, es una cuestión
en la que no vamos a profundizar.
Diversos valores
humanos han sido interpretados y entendidos de formas diferentes a lo largo de la historia humana.
En filosofía, se distinguen
cuatro puntos de vista diferentes: el naturalista,
el objetivista, el subjetivista
y el sociologista (Fabelo Corzo
2007: 20). Según Demócrito,
el mayor representante de
la concepción naturalista, todo
lo bueno, útil y bello se corresponde con la naturaleza, mientras que lo
malo, lo perjudicial y lo horrible es antinatural. Por tanto, “los valores
son el resultado de las leyes
naturales. […] El
valor coincide con la naturaleza
y es alcanzable a través del conocimiento
de esta última” (Fabelo Corzo 2007: 20-21). La concepción objetivista
se fundó en los postulados del filósofo alemán Immanuel Kant, quien veía al ser humano entre dos mundos: el mundo del ser y el mundo del deber. Para los neokantianos:
el
reino de los valores lógicos, éticos y estéticos es trascendente, eterno, de significación
universal y diferente del cambiante mundo empírico que es
donde se ubican el sujeto y el objeto. Es ese mundo supraempírico
el que guía la historia humana, el que señala “lo que
debe ser” y le da una dirección
al progreso. La norma, en tanto
debe ser fundada en un valor, puede no
tener realización en los hechos, pero
es la única que puede dar verdad,
bondad y belleza a las cosas juzgables (Fabelo Corzo 2007: 22).
La
corriente subjetivista defiende que los
valores se encuentran en el
sujeto mismo, en sus emociones, gustos, aspiraciones, intereses (Fabelo Corzo 2007: 23). Por último, según la concepción
sociologista:
es valioso lo que la sociedad
aprueba como tal. Los valores son el resultado de ciertas convenciones sociales que presuponen
el apoyo de la mayoría y se
promueven y reproducen a través de la cultura y las tradiciones
(Fabelo Corzo 2007: 25).
De ahí que los
valores se hereden de una generación a otra, como algo preestablecido,
prescrito. Según Fabelo Corzo (2007), aunque cada una de estas vertientes contiene elementos dignos de alabar, ninguna de ellas contempla los valores en sí, independientemente de la cultura y de los
sentimientos personales. El
autor señala que:
el sistema objetivo de valores […] es dinámico, cambiante,
atenido a las condiciones histórico-concretas. Es posible que lo que
hoy o aquí es valioso, mañana
o allá no lo sea, debido
a que puede haber cambiado la relación funcional del objeto en cuestión
con lo genéricamente humano (Fabelo Corzo 2007: 48).
Debido a que
la sociedad es una entidad cambiante, estos cambios se reflejan también en el campo de los valores
éticos y estéticos, y estos están, a su vez, sujetos
a multiplicación porque están condicionados por razones sociales, étnicas y de género. De ahí las diferencias entre una generación y otra, entre hombres
y mujeres, entre diferentes clases sociales, y estas disparidades se reflejan aún más en diferentes
culturas y sociedades (patriarcales y modernas, democráticas o monárquicas, totalitarias o fundamentalmente religiosas, etc.) . Se muestran asimismo a nivel lingüístico y, más concretamente, a nivel fraseológico, lo cual vamos a ver
a lo largo del trabajo.
*
Este trabajo se enmarca
en el proyecto de investigación
178014 Dinamika struktura srpskog jezika (“Dinámica de las estructuras de la
lengua serbia”), financiado por el Ministerio de Educación, Ciencia y Desarrollo Tecnológico de la República de Serbia.
2. Ética, estética y
fraseología
La ética se considera una rama de filolosofía
cuyo objeto de estudio es la moral; más precisamente, la ética se centra en la índole, la función y el valor de juicios morales, a través de los que
valoramos el comportamiento
y la actuación social de otras
personas y de nosotros mismos
(Blackburn 2006: 17). Petrović (2006: 14) determina
la estética como filosofía del arte. Según el autor, la estética trata
de contestar a las preguntas
¿qué es lo
bello?, ¿existen otros valores
estéticos: “sublime”, “trágico”,
“cómico”, “dulce”?, ¿qué es lo artístico
en el arte?, ¿cómo se crea el arte?, etc. Desde la antigüedad, la idea de lo bello / bonito
/ hermoso casi siempre va junto con la idea de lo bueno (Zurovac
2005). Podemos decir que esta tendencia
está presente hoy en día también:
decimos de un acto “¡qué bonito!” cuando,
en realidad, queremos decir que lo
hecho es bueno, está bien.
No obstante, no ocurre al revés, y lo bueno no
necesariamente implica lo bello (Ranković 2005: 27). Así dice un refrán
serbio: Ako čoek ne može biti
lijep i bogat kao što bi ćeo,
može biti dobar i pošten (‘si uno no puede
ser guapo y rico tanto como le gustaría,
puede ser bueno y honrado’). Es decir, no podemos
elegir la belleza, influir en ella, pero sí que
podemos influir en nuestra manera de vivir. Sin embargo, en la era en que
vivimos, cuando la tecnología y la medicina han avanzado
tanto, se puede decir que hasta
podemos elegir el aspecto físico que queremos tener
y “ser guapos”, gracias a
la cirugía estética. Si no todos, al menos
algunos.
En la fraseología y, más estrechamente, en la paremiología
española y serbia, igual que, probablemente,
en la paremiología y la fraseología
de otras lenguas, las unidades más frecuentes
son aquellas que de una manera metafórica hablan del comportamiento
y el hacer humano, por lo cual pueden
considerarse antropocéntricas
(Jovanović 2006b: 19). Además,
las unidades fraseológicas
en general y las paremias en particular también están estrechamente
relacionadas con las creencias,
la sabiduría y los mitos populares, por lo cual también
pueden caracterizarse como mitocéntricas.
3. Valores éticos en
las unidades fraseológicas
En el corpus fraseológico (paremiológico, más concretamente) del español y el serbio, se observan los siguientes valores éticos: honradez y honestidad, solidaridad y misericordia, respeto, justicia, verdad, diligencia, modestia). Todos son interdependientes, recíprocos e inseparables, porque un hombre honrado es, a la vez, honesto, bueno,
solidario, justo, trabajador, modesto, moderado, hasta tímido (Pejović 2013).
Honor y honra, como
acabamos de decir, suponen que un hombre obre bien
y cumpla su palabra: Haz bien y no mires a quién;
Mejor almohada es la conciencia sana; (El) Hombre honrado, antes muerto que injuriado;
Čoek sve dava za obraz, a obraz ni za što
(‘un hombre da todo por la honra, pero la honra no la da por nada’); Ako čoek ne može biti lijep
i bogat kao što bi ćeo, može
biti dobar i pošten (‘si uno no puede ser hermoso
y rico tal y como le gustaría, puede ser bueno y honesto’; Bolje je nepravo trpljeti nego nepravo činiti
(‘es mejor sufrir mal que obrar mal’); Bolje je pošteno umrijeti
nego sramotno živjeti (‘es mejor morir honestamente
que vivir deshonestamente’). La vida honrada
y la imagen buena y positiva del hombre
son eternas (Murió el conde, mas no su
nombre), aún más cuando son conseguidas por sus propios méritos (Quien por sí noble se hace,
de sí mismo es abuelo y padre).
No se puede vivir de la honra y la imagen de los antepasados (Quien con sus abuelos
se honra, consigo trae la deshonra), pero hay que
procurar parecérseles (Quien a los suyos se parece, honra merece). Finalmente, honra y provecho, no caben en un techo.
Es decir,
la vida honrada ocupa un lugar
muy alto en la escala de los valores éticos.
Sin embargo, en ambas lenguas
(y culturas) se detectan paremias que demuestran
que el dinero muchas veces es
más privilegiado que la honra: Entre el honor y el dinero,
lo segundo es lo primero, Ako smo mi braća,
nijesu kese sestre (‘si nosotros somos hermanos, las bolsas no son hermanas’). Aun así, lo
que vale más que el dinero y el poder, lo que
no se puede conseguir mediante ningún otro medio es
la salud: Entre salud y dinero, salud quiero; Bez zdravlja nema bogatstva (‘sin salud no hay riqueza’);
Ništa se sa zdravljem pomiješalo nije (‘Nada se ha confundido con la salud’).
Solidaridad y misericordia están
estrechamente vinculadas
con la honra. El que hace bien y ama a su prójimo lo
ha de hacer de corazón, con
su alma, en silencio: Caridad con trompeta, no me peta.
Pero, según las paremias en serbio, no hay que
ser solidario y misericordioso
con todos, porque Ko kriva žali, pravom griješi
(‘el que lo siente por el culpable, peca con el inocente’); Ko zlima oprašta, dobrima škodi (‘el que perdona a los
malos, perjudica a los buenos’). De ahí que,
en el tratamiento de los que se consideran moralmente correctos se pide un alto nivel de moralidad, mientras que se aconseja moderación de la ética hacia la imbecilidad moral (Jovanović 2006а:
263).
El respeto hacia
los demás supone la ausencia de la humillación del otro: Ciegos y mancos, todos somos
santos; Respetos guardan respetos; Cada cabello hace su sombra
en el suelo;
Biber je zrno maleno, ali pred gospodu izlazi (‘la pimienta es un grano pequeño, pero sale ante la
señoría’), Dje se straiji ne čuju, tu Bog ne pomaže (‘donde los viejos
no se oyen, Dios no ayuda’),
Ko ne čuva tudje, neće imati
ni svoje (‘quien no cuida lo
ajeno, no tendrá lo suyo’).
La justicia, uno
de los principios éticos más significativos,
es respaldada por Dios mismo: Što je pravo i Bogu je drago
(‘lo justo, a Dios también le gusta’), Ja pravo, ja nikako (‘o justamente o de ningún modo’); Alabar lo bueno y vituperar
lo malo, justicia es lo
que hago. Por eso no importa de parte de quién llega la demostración de la justicia –su actante puede
ser el diablo mismo– pero esta merece
atención y respeto (Jovanović 2006а: 275): I djavo kad govori pravo, valja
mu dati razlog (‘hasta diablo cuando
habla justamente, hay que darle
la razón’). La justicia supone la manera honrada de vivir, por lo cual algunas
paremias parecen avisos: Ko drugoga
vara i njega će drugi (‘el
que engaña a otro, será engañado
por otro’); Ko drugome
jamu kopa sam će u nju
upasti (‘quien cava el hoyo para otro, caerá él mismo’). Sin embargo, hay
paremias a través de las que se concluye que la justicia no necesariamente trae consigo lo
bueno (Justicia sin benignidad no es
justicia, sino crueldad); hasta se niega su existencia
y de ahí todo lo ético que
supone: Pravda je davno poginula
(‘la justicia falleció hace mucho tiempo’).
La verdad es
uno de los principios éticos más propagados en la paremiología española y serbia. El que no dice la verdad,
o sea, el que miente, no es
una persona honrada. Hay proverbios que nos avisan que:
U laži su kratke noge
(‘en la mentira, las piernas
son cortas’), Ko jedan
put slaže, drugi put mu se ne vjeruje
ako i istinu kaže (‘el que miente una vez, no se le cree aunque
diga la verdad’), etc., porque la verdad no se puede ocultar:
Aunque malicia oscurezca verdad, no la puede apagar;
La verdad, como el aceite, queda encima siempre
; La verdad adelgaza, pero no quiebra. Sin embargo, en
las dos lenguas y culturas
se advierte que decir la verdad no siempre es
bueno: Boca de verdades, cien enemistades; Ko istinu
gudi, gudalom ga po prstima biju (‘el que la verdad toca, con el arco le dan en la boca’).
Un hombre honrado también se caracteriza por su diligencia, por
ser trabajador, por lo cual Dios mismo
lo apoya y lo cuida: Guarda qué comer y no guardes qué
hacer; A quien madruga, Dios le ayuda, A Dios rogando y con el mazo dando; Radi, ali ne ukradi (‘trabaja pero no robes’); Radi, pa ću ti i ja pomoći, veli Gospodin
Bog (‘trabaja y yo también te ayudaré,
dice
el Señor
Dios’). Trabajando se consigue mucho en la vida: Bien cena quien bien trabaja;
Ko rano urani, lako zeca
ulovi (‘el que madruga, caza el conejo fácilmente’).
La modestia supone
la gratitud, el ahorro y la
ausencia de envidia. Aunque trabajando bien uno puede
conseguir mucho, no debe convertirse
en una persona orgullosa y egoísta,
sino debe ser modesto, agradecido: (El) Agradecido, no olvida el bien recibido; Al agradecido, más de lo pedido,
Bajando se sube al cielo; Dockan je onda štedjeti
kad nestane (‘es demasiado tarde ahorrar cuando no se tiene’); Bolja je štednja nego i dobra radnja (‘ahorrar hasta es
mejor que bien obrar’).
4. Valores estéticos
en las unidades fraseológicas
Lo bello
/ lo bonito, igual que lo
bueno, se valora y se aprecia altamente:
Ako nije lijepo, nije ni skupo (‘si no es bonito, tampoco
es caro’); Ako ne znaš šta je
dobro, znaš šta je skupo
(‘si no sabes lo que es
bueno, sabes lo que es
caro’); Lijepo je svakomu milo (‘lo bello les gusta a todos’).
Todo agrada cuando tiene un aspecto bonito: I panj je lijep obučen
i nakićen (‘hasta un tronco es bonito
vestido y adornado’); Vistan un palo, y parecerá algo. Lo que llama
la atención especialmente
son las paremias referentes
a la hermosura de la mujer,
que son bastantes, tanto en español como en serbio. Con todas ellas, aunque
se elogia la hermosura de la mujer,
se avisa sobre el peligro que esa cualidad
conlleva: Al que tiene mujer
hermosa, o castillo en frontera, o viña en carrera, nunca le falta guerra; La mujer, cuanto más se mira a la cara, tanto más
destruye la casa; Dile que es hermosa, y tornarse ha loca; Con hermosura sola
no se pone la olla; Koja se često ogleda, slabo
kuću nadgleda (‘la que se mira a menudo, no atiende bien la casa’), Ko ima lijepu kuću i lijepu ženu,
nije gospodar od nje (‘el que tiene una casa bonita y una mujer bonita, no
es dueño de ella’). Es decir, demasiada hermosura no siempre es
buena y preferible, porque consigo puede traer problemas;
de ahí que Bolje je malo slijepa, no
premnogo lijepa (‘mejor algo ciega
que demasiado bella’); Ni hermosa que todos
alaben, ni fea que a todos espante.
Aunque, según la fraseología (paremiología) serbia la belleza supone la buena suerte también
(‘a la chica guapa la dicha
no le falta’ – Lijepoj djevojci sreća ne manjka), es todo lo
contrario según la española: La suerte de la fea la bonita la desea.
Que lo
bello se asocie con lo bueno, positivo, y lo feo (o al menos
inusual) con lo malo, negativo, lo comprobamos también en las observaciones de Camacho Villalba (1996). Este
autor señala que entre los refranes
españoles hay un número elevado de aquellos crítico-sarcásticos. A modo de ilustrarlo, aduce ejemplos de los refranes “que zahieren
a los calvos, los barbudos, los
rubios, los altos, etc. a los que se atribuyen maldades y costumbres perniciosas. Los citamos: Calvo, y no de aña; Tuerto, y no de nube, so
la piel gran mal encubre;
Barba de tres colores, no la traen sino traidores;
Zurdos, calvos y rubios no habían
de estar en el mundo […]”
(Camacho Villalba 1996: 210).
Lo que
llama nuestra atención en cuanto a la belleza, es que
desde una belleza no solo física sino también interior, espiritual, se ha llegado, con el
tiempo, hasta una belleza principalmente de carácter físico. Mientras antiguamente una mujer (o un hombre) tenía una belleza angelical, una belleza propia de las hadas (al menos en la fraseología serbia – lepa kao andjeo / andjeoska
lepota, lepa kao vila), una belleza de las
diosas / los dioses, hoy en día la belleza, sobre todo
la belleza femenina se compara
más bien con objetos (como para parar un tren; kao avión (‘como un avión’)), lo cual,
consideramos, confirma que es la belleza
superficial, exterior,
corporal, lo que hoy en día importa o al menos atrae1. Consideramos que lo demuestra
también el hecho de que los dos sistemas
fraseológicos, del español y del serbio,
presentan las mismas conceptualizaciones metafóricas.
Una persona bella es comestible, es COMIDA: de ahí una persona está para comérsela y nos comemos a alguien con los ojos, cuando
disfrutamos mucho mirándolo, cuando una persona nos gusta y nos agrada mirarla. En serbio, también nos convertimos
en unos golosos cuando vemos a una persona ‘dulce
como el azúcar / la miel /
un caramelo’ (slatka kao šećer / med / bombona), es decir, atractiva, y la ‘tragamos
con los ojos’ (gutati očima, ‘disfrutar mirando a alguien, mirarlo de hito en hito’) o la ‘devoramos con la mirada’ (proždirati pogledom) (Pejović 2012: 167).
5. El relativismo de los
valores éticos y estéticos
Blackburn (2006:
58) considera que la moralidad,
en realidad, es relativa.
El autor funda su tesis en cuatro principios: (1) la moral no tiene una base
real; (2) cada persona tiene su
moral; (3) no se pueden juzgar los demás
porque la moral no tiene fundamento; (4) el juicio moral no es más que
el reflejo de la cultura en que
vivimos. Según destaca, no hay
moral aceptada por todos,
por lo que los valores morales
/ éticos son relativos y se
diferencian de una cultura a otra,
de una época a otra. Parecido a Blackburn, Hartman
(2004: 59) considera que lo
bello es una categoría cambiante y arbitraria,
condicionada por factores que están fuera
de lo estético, relaciones sociales, tendencias actuales, utilidad práctica, etc. Tal y como señala Fabelo
Corzo (2007: 50), “en cualquier
ámbito social […] es posible encontrar, además del sistema objetivo de valores, una diversidad de sistemas subjetivos y un sistema socialmente instituido”.
Sin duda alguna, la cultura en que
vivimos determina nuestro punto de vista y crea una red de valores a través de los que
la constituimos. Nuestra manera de vivir, nuestro modo de ver, reflexionar y, de ahí, nuestro modo
de valorar hace una parte inseparable de nuestra personalidad, que atestigua, a la vez, cuál es el tipo de la sociedad en que vivimos. Estas actitudes forman nuestra identidad social y
cultural y la reconocemos a menudo
a través de la parte inconsciente
de nuestra voluntad: la elección de amigos, la manera de gastar el tiempo y el dinero, la manera de vivir en general. Las unidades fraseológicas, y las paremias en particular, también descubren este fenómeno, este relativismo. El relativismo de los valores éticos
y estéticos se observa en muchas
expresiones contradictorias,
como por ejemplo: Haz bien y no mires a quién
# Hasta en el bien es prudente un ten con ten; Lijepo je svakomu milo (‘a todos les gusta lo bonito’)
# Koja se često ogleda, slabo
kuću nadgleda (‘la que se mira a menudo, no atiende bien
la casa’); Djevojku
lice udaje (‘la chica
se casa por la cara’) # Zaludu je lijepa brada, kad je
slaba glava (‘en vano
la cara bonita si la cabeza está débil’).
A veces, la contradicción es interna: Por las verdades se pierden amigos, y por no decirlas se hacen desamigos. Es decir, se observan ciertas variaciones del sentido, lo
cual hace cuestionar las normas valorativas del ser humano.
Amando de Miguel (apud Junceda
2003) considera que los refranes y proverbios ayudan a entender el mundo, la naturaleza, pero también la índole humana, el ser humano. Como la realidad misma es muy variada
y contiene fenómenos contrarios, esas oposiciones también se reflejan en la lengua y de ahí en la fraseología y la paremiología. Tal y como destaca Torrente Ballester, en el prólogo al diccionario de refranes de Junceda (2003), “la experiencia
de la vida no es uniforme
ni coherente; a veces, sus conclusiones
son contradictorias, y los resúmenes en que se expresan, los refranes,
llevan el mismo color, a veces blanco, a veces negro, de tal manera que para la misma situación o el mismo suceso podemos
encontrar el sí y el no, según convenga”.
Prodanović (1938, apud
Jovanović 2006a: 264-265) subraya
que en algunos pueblos hubo diferentes
épocas en su desarrollo social, lo cual llevó a que
algunos períodos se caracterizaran por una mayor solidaridad y justicia social. Después hubo épocas
de gran egoísmo e injusticia. Todas se reflejan, entre otras, en la literatura oral de ese
pueblo. De ahí, en la paremiología y la fraseología en
general también. Es decir, los seres humanos
se adaptan a una situación
dada, a las condiciones en las que
están destinados a vivir y sufrirlas, sean positivas o negativas, favorables o no: Donde veas a todos cojear, debes,
al menos, renquear. Torrente Ballester (apud Junceda
2003: X) recuerda
que “los refranes pierden eficacia cada vez que las cosas de este mundo cambian y adquieren para quienes las viven un sentido distinto u otra orientación”. Es decir, las paremias tienen “fecha de caducidad”.
Hoy en día
también es común decir que
los refranes ya “no están
de moda”, que dejan de utilizarse. Sí que se pueden encontrar
casos de refranes modificados: Al que madruga, le ha de gustar la
siesta; El que
ríe último, no entendió el chiste. Es evidente su carácter humorístico, pero, en el fondo, no se puede
decir que no expresen verdades
generales también. Volviendo a las palabras del académico español
Torrente Ballester y a los cambios en el mundo, debemos decir que en la época moderna se observa la presencia
de aforismos (y sentencias),
como, por ejemplo: No robes, los políticos odian
la competencia; El dinero no hace la felicidad... ¡la compra hecha!; Hay un mundo mejor, pero es
carísimo; No
hay mujer fea, solo belleza rara; U današnje vreme
ne moraš da budeš pametan, dovoljno je da imaš Smartphone (‘hoy en día no
hace falta que seas inteligente, es suficiente con que tengas un smartphone’), I poštenog čoveka možete pošteno potkupiti, samo morate pošteno i platiti (‘hasta un hombre honesto / bueno se puede comprar, tan solo hace falta
pagar honestamente / bien’). Es obvio que se trata de construcciones irónicas, y la ironía significa “el enfrentamiento del espíritu humano
a la tendencia humana de mostrar la dominación de su personalidad sobre lo que le rodea, lo que le agobia
y lo que amenaza destrozar sus energías vitales interiores” (Jovanović 2006a:
274). Consideramos, por tanto,
que las paremias de segundo orden (aforismos, “refranes de los intelectuales”), precisamente por la manera
concisa, sucinta y pensativa
con la que se caracterizan,
corresponden más al carácter de la sociedad contemporánea.
1 “La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora” (Ortega y Gasset).
6. A modo de conclusión
Las culturas española y serbia comparten la mayor parte de los valores éticos
y estéticos, aquellos que podrían considerarse
universales y comunes a todos, aunque los
mecanismos fraseológicos empleados, las metáforas y los elementos de comparación no siempre sean los
mismos. En las dos culturas,
también, los cambios que se producen en la sociedad influyen en la formación de los valores y en nuestros principios éticos y estéticos, y estos se reflejan a nivel lingüístico, entre otros. Debido a ello, llegamos a cuestionar fenómenos que anteriormente no habían sido
objeto de nuestra reflexión, lo cual
hace que se produzcan también algunas contradicciones. El hecho de olvidar unas expresiones y crear otras,
habla de nosotros y de los valores que
queremos promover, mantener y transmitir a otras generaciones.
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