Colindancias (2013) 4: 163-171
Jelica Veljović
Universidad de Kragujevac
Serbia
Una lectura posmoderna de
Borges: Judas Iscariote como Otredad del Dios
Recibido 20 de marzo de 2013 / Aceptado 5 de junio
de 2013
Resumen:
El presente trabajo tiende a demostrar posibles rasgos posmodernos en la obra
de Jorge Luis Borges, vinculada por relación lectura-escritura. Teniendo en
cuenta que el modo borgeano de leer es un acto de innovación y de una crítica
subversiva que ya está inscrita en el texto, veremos cómo Borges descubre los
posibles valores escondidos en diferentes estratos de ello y de la realidad
establecida. Asimismo, intentaremos demostrar su posmodernidad en el momento de
inversión y reversión de los significados de una de las historias cristianas
más famosas, la que produjo el símbolo humano de la traición –la historia de
Judas Iscariote. Siguiendo las pautas de la obra gnóstica de su focalizador
Nils Runeberg, Borges llega a igualar dos personajes contradictorios: Dios y
Judas, utilizando conceptos de la paradoja, inversión y quiasmo, que en su
conjunto son rasgos posmodernos. Además, siguiendo la filosofía del Otro,
Borges da un paso más mostrando a Judas como el Otro, o el Mismo, del Dios. De
este modo, Borges revela los mecanismos de la producción del conocimiento
humano, y deconstruye las estructuras históricas y religiosas como puras
construcciones. Así dirige a sus lectores al cuestionamiento de los orígenes
del conocimiento, que resulta ser un campo compartido entre lo fantástico y lo
posmoderno.
Palabras clave:
deconstrucción, el Otro, lo fantástico, margen, posmodernismo.
Abstract: The article explores possible postmodern features in the fiction of
Jorge Luis Borges, which has always been linked by reading-writing relation.
Having in mind that the Borgesian way of reading is an act of innovation and
subversive critique inscribed inside the text, we will observe how Borges
discovers the possible values hidden between different layers of the text and
reality. Furthermore, we will illustrate postmodern characteristics of his
story through constant inversion and reversion of the meaning of the (in)famous
Christian story that created the symbol of treason – the story of Judas
Iscariot. Following traces of the Gnostic opus written by his focalizer Nils
Runeberg, Borges succeeds in equalizing the theologically opposed biblical
couple - God and Judas - by using paradox, inversion and chiasmus. Borges makes
one step further by presenting Judas as the Other, or the Same, of God, thus
related to the postmodern philosophy of Otherness. Therefore, Borges manages to
uncover the mechanisms producing human knowledge and deconstructs historic and
religious structures as mere constructs. In this way, his readership begins to
question the origins of knowledge, which seems to be a field of both fantastic
and postmodern literature.
Key words: deconstruction, the Other, the fantastic, margins, postmodernism.
1. ¿Lectura posmoderna de Borges?
Al principio de
este trabajo, se nos impone la siguiente cuestión: ¿Es Borges un escritor
posmoderno? La respuesta no puede ser única y exacta, puesto que muchos
críticos, como Fokkema y Alazraki, han discutido sobre este tema (cfr. Alazraki 1988b: 175-179).
Una lectura
posmoderna de Borges: Judas Iscariote como Otredad del Dios
Ya que un escritor como
Borges tiende a establecerse a sí mismo dentro de su literatura como un creador
universal y omnímodo, la respuesta está reflejada en direcciones dispersas, y
cada una tiende a la verdad, y puede ser tomada como la verdad. Una de estas
direcciones que su literatura toma en cuanto a la relación moderno-posmoderno,
es revelada en el cuento “Tres versiones de Judas”, incluido en su insigne
colección de cuentos fantásticos Ficciones,
del 1944. Veamos cómo Borges nos muestra su rostro posmoderno detrás de las líneas que forman esta “fantasía
cristológica”, como Alazraki (1968: 67) la denomina.
Como un gran
lector, Borges se forma como el autor a través de sus lecturas, entre las
cuales están sus lecturas de los libros sagrados. Alazraki (1988a: 11) destaca
que hay una tendencia hacia la interpretación cabalística oculta dentro de sus
textos, que incita a Borges a una continua relectura y búsqueda de los diversos
significados dispersos por los múltiples estratos del texto –este rasgo
borgeano siempre lleva una reinterpretación consigo. Bajo esta luz podemos
decir que el cuento que tomamos en consideración es una reinterpretación y
ampliación del texto bíblico. Aquí también cabe destacar que las estrategias
narrativas llevadas a cabo en el cuento “Tres versiones de Judas” provienen de
las preguntas de los gnósticos, cuya comprensión y cuya interpretación de la
Biblia vienen marcadas como heréticas (Flynn 2009: 72). Si dejamos aparte el
descubrimiento del Evangelio según Judas en 2006, compuesto por los gnósticos
coptos en el siglo III a.C., no podemos prescindir del hecho de que Borges
siguió el camino del gnosticismo, intrigado por las diferentes versiones de una
misma doctrina, que al mismo tiempo están refutadas y aisladas de ella.
Así es como
Borges pudo ver por primera vez a un traidor bíblico como una filigrana
imprescindible dentro de la historia del mesías: lo vio como el único discípulo
que comprendió el dogma y la naturaleza de su maestro, ayudándole a descubrir
su propia naturaleza. Esta es la razón por la cual Edna Aizenberg (2006: 8-11)
considera a Borges como un lazo que faltaba entre los antiguos y los nuevos
acercamientos al gnosticismo, por cuyas páginas pulula el gnosticismo. Así la
narrativa borgeana es demostrada como un campo cuyos senderos se bifurcan,
tomando por su base la pluralidad gnóstica –un mundo rico de alternativas que
influyen en nuestra visión del mundo. Esta reivindicación del gnosticismo en la
época contemporánea implica algo más fascinante –la reivindicación de Judas
Iscariote. Sin embargo, Borges amplía y remodela las interpretaciones
gnósticas, añadiendo a esta identidad de Judas dos versiones más. Como un
heresiarca gnóstico, confunde las líneas demarcadoras que separan a los
antagonistas, logrando de este modo una relativización de las oposiciones. Con
este rasgo encontramos entrelazado un idealismo borgeano, retomado de
Schopenhauer, que observa el mundo en su carácter alucinatorio (Alazraki 1968:
55).
¿Y qué puede ser más alucinatorio que el conocimiento
que tenemos en común sobre la idea de Judas? Todas las asociaciones incitadas
al mencionar este nombre propio llevan a un mismo punto, la traición. Borges
nos muestra lo débil que es nuestro conocimiento. Aquí se nos abre el camino
hacia la comprensión de su discutida posmodernidad, que tiende a mostrarnos la
artificialidad de nuestras ideas, indagando las bases de toda clase de
seguridad y conocimiento, como Hutcheon (1988: 89) lo señala. Asimismo, cabe
destacar que David Roas (2011: 153), como especialista en literatura
fantástica, escribe sobre las relaciones entre la narrativa posmoderna y la
fantástica, resaltando que en ambos casos se trata de una misma cosa: “Cuestionamos
nuestro conocimiento”. Por lo tanto podemos atisbar el espacio para una posible
lectura posmoderna del relato “Tres versiones de Judas” de Borges.
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2. Por los hilos del texto de Borges
Dentro del
mecanismo del cuento “Tres versiones del Judas” Borges asigna su punto de vista
a un teólogo sueco, situado en la ciudad de Lund, a principios del siglo XX.
Desde el principio nos representa a su focalizador, Nils Runeberg, igualado al
gnóstico Basílides y potencialmente incluido en la lista de los herejes de
Dante. La obra de Runebereg, hombre profundamente religioso, está presentada
como un resumen condensado en tres tesis principales de sus dos obras: Kristus och Judas (Cristo o Judas)
publicada dos veces, y Den hemlige
Frälsaren (El secreto Mesías), tres publicaciones en total.
En la primera versión, Judas es mostrado como un
reflejo de Jesús; como Judas se demuestra como el único que comprendió el
secreto divino y el único que sacrificó su espíritu para el desarrollo del
esquema divino, vemos aquí la apropiada interpretación gnóstica. No obstante,
Runeberg da un paso más. Por su sacrificio espiritual, podríamos decir que
Judas sobrepasa a Cristo. De aquí proviene la disyunción del título de la primera
obra de Runeberg, que intenta aludir a la pregunta: ¿Quién es el enviado por
parte del Dios? Esta argumentación ensayística y reflexión sobre la verdadera
identidad de Cristo, el tema del debate cristiano desde hace doscientos años
aquí parodiada (Bell-Villada 1999: 128), tiene su final en la tercera versión.
Mostrando que el Dios se hizo Judas, y fue Judas, para llevar a cabo su plan
divino, Runeberg nos revela el secreto nombre de Dios. Al hacerlo, Runeberg se
ve igualado con el traidor reivindicado –Borges lo iguala con Judas. Así el
número tres se demuestra como círculo que abarca el secreto de la Santísima
Trinidad, que tanto inquieta a Borges (Méndez-Ramírez 1990: 210). Precisamente
la trinidad, y asimismo la pluralidad, le permiten a Borges lograr unas
perspectivas multiplicadas y diferentes que concurren. De este modo se
posibilita en la narración fantástica la identidad plural y fragmentada, que
tiende hacia la pérdida final de la misma.
Lo importante es
que Borges en este cuento logra una subversión del concepto divino. Utilizando
la forma ensayística, el discurso erudito-crítico, las alusiones a las
escrituras bíblicas y los paralelismos a través de los cuales logra oposición
de dualismos, Borges parodia el carácter absoluto de la narrativa divina.
Alejándose aún más de dichas oposiciones, Borges las disminuye para mostrarlas
como ficticias al final, mostrándonos así una escritura bíblica como el
Significante con Significados múltiples. La sorpresa está dilatada hasta el
final, cuando ya pasamos los diferentes niveles de las paradojas bíblicas. Sin
embargo, precisamente este despliegue de erudición de Borges es: “la parte de
la batalla por confundir al lector […] y hacerle sentir que todo puede ser todo”
(Alazraki 1968: 69).
Proveyéndose de los
recursos ensayísticos, Borges subvierte en la mente del lector los conceptos
formados, y reformándolos, forma nuevos, como si los mundos posibles fueran
llevados a la realidad. Alazraki (1984: 298) denomina este mecanismo narrativo
como la transposición, que en el presente cuento se logra a través de la
condensación de la obra apócrifa de Runeberg. A continuación, Borges consigue
transmotivar la historia (o el cuento) bíblica de la traición del prójimo,
puesto que cambia por completo la motivación de Judas: en vez de avaricia, es
el sacrificio por el bien de la humanidad lo que le había llevado a la traición
señalada. Alazraki (1984: 299) por transmotivación considera el cambio del
motivo primordial que conduce al héroe hacia cierto final. A través de esta
inversión la traición está presentada como una sine que non e para la historia del mesías. Al final, dicha
transmotivación está seguida por transvaloración, puesto que Borges en el
cuento “Tres versiones de Judas” crea un nuevo sistema de valores para lo
desvalorado. Podemos deducir
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posmoderna de Borges: Judas Iscariote como Otredad del Dios
que estas técnicas narrativas utilizadas por
Borges en conjunto implican una ampliación de la historia de Judas y Cristo.
Así es como Borges introduce nuevas nociones en el sistema cristiano completo y
en sus valores dogmáticos, reivindicando al traidor eternamente condenado en el
seno de la narración del texto condenador.
3. Hacia la reivindicación de lo marginado
En el fondo del texto del cuento “Tres versiones
de Judas” se encuentra el texto bíblico, que funciona como palimpsesto dejando
sus vestigios tanto en la obra de Borges, como en la obra de su focalizador
Runeberg. Este texto, o sea la narración, lo podemos observar ahora como una
obra ficticia cuya doctrina se revela a través de un discurso autoritario y
manipulador, subrayando una sola forma del conocimiento (Sternberg 1987: 84).
El discurso nunca es inocente e independiente, como nos lo señala Foucault
(Fuko1 2008: 8), investigándolo como una forma del
poderío. Al relacionar esta actitud con la poética de la Biblia, está
comprobado que la narración bíblica pertenece a un narrador omnisciente que con
su retórica de persuasión y desde una perspectiva unificadora privilegia a
determinado conocimiento, establecido en conceptos y oposiciones tradicionales,
dejando lo demás al margen (Sternberg 1987: 91). Estas oposiciones conceptuales
llegan a ser fundamento de una episteme exclusiva, que mantiene las distancias
entre, por un lado conceptos aceptados y así privilegiados, y por otro lado
conceptos marginalizados y marcados.
No obstante, Borges juega con las viejas
oposiciones y los antagonistas (Judas y Cristo), y modifica su relación a
través de alternancias e intercambios entre las identidades y diferencias. El
juego entre las ideas cristianas del mesías y el traidor lleva a la
reivindicación del traidor como un ser sacrificado y marginado. ¿Es esto una
inclinación hacia el margen? Pauls (2004: 105) considera que Borges en su
narrativa fantástica teje el mundo ficticio alrededor de los personajes
marginales que: “siguen como sombras el rastro de una obra o un personaje más
luminoso”, añadiendo que así se define una ética de subordinación. Lo que
Borges nos muestra como una sombra de Jesús y de Dios es precisamente su pareja
históricamente posicionada como su oposición –Judas Iscariote, quien como un
carácter estereotipado en el conocimiento humano encaja en la ética de
subordinación de Borges. Sin embargo, echando luz sobre la narrativa
fantástica, la sombra del personaje marginado y elegido por Borges disminuye
hasta desaparecer al final del cuento. No obstante, el asombro de lo fantástico
nace, no solamente de la inversión del traidor al héroe, sino de la idea de la
mismidad: Dios fue Judas. De esta manera Borges logra armonizar lo privilegiado
y marginado a través de, dicho en términos posmodernos, la inversión y el
quiasmo, que se ven escondidos dentro de esta estructura de antinomia (De
Mussy, Valderrama 2010: 53). Aún más, Borges empieza el juego reformador desde
los límites del conocimiento –el juego que tiende a la ampliación y el
trastorno de los mismos.
La armonización e
igualdad entre los conceptos opuestos y antinómicos pueden ser comprendidas
como la intención con la cual Borges toma la pareja antagónica de la historia
bíblica, comprendiéndola como una ficción más y partiendo de ella al escribir
su metaficción historiográfica. Por lo tanto, observaremos sus personajes como
personajes-conceptos.
1
Obra de
Foucault que es utilizada en la traducción al serbio.
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Debemos subrayar que la obra de Borges comprende
una metáfora narrativa de lucha entre oponentes, cuyas diferencias terminan por
aniquilarse. Este recurso narrativo le sirve a Borges para: “inferir la
existencia de hechos callados u olvidados”, porque bajo la forma de la lucha
frecuentemente figura la forma del sacrificio ritual, como dice Barrenechea
(1977: 604). Podríamos decir que este es el caso de Judas Iscariote en la
historiografía borgeana, cuya inclusión en el antagonismo eterno con Cristo es
parte del nuestro conocimiento básico. Esta “lucha” que esconde un sacrificio
debajo de una traición incita hacia la relectura del texto del Nuevo Testamento
de manera en la que lo hizo Borges.
Por este camino también empezamos a pensar en
una relación recíproca entre el traidor y el mesías, puesto que la posición del
mesías se demuestra condicionada por el acto de traición. Es así como Judas y
Cristo están en la relación de antípodas interdependientes, puesto que: “The
hero´s heroism has need of traitors infamy” (Horn 2009: 173). Barrenechea
(1977: 606) comprende esta interdependencia antinómica como un camino hacia el
derribo y la igualdad entre lo opuesto, presentándolo a través de la siguiente
fórmula: “A o no A = A y no A”. La probabilidad de atribuir a esta fórmula el
epíteto “posmoderno” sería comprensible si observamos la fórmula posmoderna que
demuestra Hutcheon (1988: 62): “and the new and-also of multiplicity and
difference”, relacionada con la diversidad y apertura de las nuevas
posibilidades. Semióticamente observado, la infamia
del traidor contiene la palabra fama como
su raíz morfológica, mostrándonos su interdependencia
conceptual y lingüística. Por lo tanto, la posibilidad de la nueva escritura
del Nuevo Testamento está también escondida en el lenguaje mismo y en la
mutabilidad del significante, lo que sirve de un sostén más en la ficción de
Borges.
4. El Otro / el Mismo: juego de transformaciones
y deconstrucciones
Si continuamos con la relación antagónica,
revelaremos una fenomenología de enemistad oculta en la obra narrativa de
Borges (Horn 2009: 161). En la época posmoderna, el enemigo es la
corporeización de nosotros mismos, el extremo de nuestra identidad, y la
otredad que marca el límite de lo que nuestro Yo es. Aún más, nuestro enemigo
nos incita a transgredir este límite para destruir al Otro, que es nuestra
negación, o sea la oposición diametral (Horn 2009: 163). Según Derrida (Horn
2009: 163), la enemistad es lo que provoca las categorías esenciales de
identidad y Otredad, y él subraya que comprenderse a sí mismo iguala a
comprender a su enemigo, el Otro. Partiendo de la oposición de la tercera
versión de Runeberg, entre Judas y el Dios, vemos el paso dado sobre este
límite de lo divino. Así se nos revela que la naturaleza de oponentes es el
punto donde pueden ser escondidas las verdaderas identidades metafísicas (Horn
2009: 169), ¡se demuestra que Judas es el punto donde se había escondido el
Dios! A través de Judas y el Dios como ambigüedades dialécticas se difunde el
problema de la ocultación histórica de identidades y papeles que marcan los
numerosos Yo en la historia de la sociedad. Pero las identidades cristianas
nunca antes han sido puestas en cuestión como en el cuento “Tres versiones de
Judas”.
El problema de la identidad de Cristo es
instigador, pero la identidad del Dios, “el verdadero nombre de Dios” es una
aporía –uno de los problemas principales, no solamente en el posmodernismo,
sino en la historia de humanidad. Al demostrar que el nombre del Dios puede ser
descubierto, Borges resuelve esta aporía cristiana de una manera
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Una lectura
posmoderna de Borges: Judas Iscariote como Otredad del Dios
posmoderna. Presenta su nombre como el nombre de
su Otro, haciendo que el Dios mismo pase el límite de su solipsismo, puesto que
“eligió un ínfimo destino: fue Judas” (Borges 2003: 191). ¿Qué es lo que logra
Borges con esta célebre inversión en que lo infame es lo divino? Simplemente
nos muestra una actitud posmoderna, que alaba al Otro como un constituyente
esencial del concepto del Dios. El Otro es el mismo, el Yo, o como dice Ricoeur
(2004: 10), la Otredad es constituyente de un Yo; es una alteridad llevada a
tal extremo que uno no se puede imaginar sin el Otro, el que fundamenta la
identidad.
Lo que también podríamos observar en esta tesis
de Borges es el surgimiento del tema del centro que está en continua dispersión
(Hutcheon 1988: 61). Al problematizar los hechos históricos y teológicos,
Borges crea una historia del centro fragmentado y plural, investigando así la
naturaleza del mismo. Si la naturaleza dogmática de un centro religioso está
fragmentada, podríamos decir que Borges lo multiplica haciendo de cada faceta
una verdad posible y legítima. A continuación, el centro ya no existe, puesto
que se presenta únicamente como una de sus posibles versiones. Así es como
Borges llega a reivindicar las Otredades del Dios, de un solipsismo teológico,
dirigiéndolo hacia el margen, o sea hacia Judas. El fruto de este recurso
narrativo del cuento “Tres versiones de Judas” es el resultado de un enfoque
posmoderno que tiende a dar paso hacia el margen a través de la multiplicación
del centro (Hutcheon 1988: 67).
La idea
posmoderna que acabamos de mencionar, se denota en la noción panteísta de
Borges, según la cual todo puede estar en todas partes y cualquier cosa puede
ser todas las cosas (Alazraki 1968: 60). El cuento “Tres versiones de Judas” se
basa en esta doctrina, puesto que la consecuencia directa del panteísmo
borgeano es la eliminación de identidad (Alazraki 1968: 67). Además, es posible
notar que el lazo oculto entre todos los cuentos de Ficciones es la oscilación entre el deseo de unificación con lo
absoluto y la fragmentación del Yo en
el Otro (Flynn 2009: 125), que lleva hacia una aniquilación del límite entre
ambos. Además, de esto también proviene la objetivación de la divinidad, puesto
que podríamos decir que se pierde su identidad institucionalizada y estable
(Flynn 2009: 128).
Las tesis mencionadas las podemos percibir
precisamente en la tercera y la última versión de Runeberg. En ella el autor
expone la tesis sobre la unión entre el espíritu de Dios y el cuerpo de Judas
Iscariote, puesto que el Dios tomó el cuerpo de Judas. Esta tesis es
imprescindible, puesto que aquí es donde se nos revela otro rasgo posmoderno –la
destrucción de los conceptos tradicionalmente opuestos y la revisión del pasado
establecido y escrito (Hutcheon 1988: 90). En este lugar cabe destacar lo que
Pauls (2004: 119) denomina “el arte borgeano de manipular contextos”, puesto
que sirve de explicación de por qué el mecanismo de cada historia es una
continua contextualización. Precisamente este es el rasgo del arte borgeano que
facilita los inicios de los antiguos, y al mismo tiempo, los nuevos ciclos
semióticos. La solución narrativa del mismo está en el movimiento continuo del
Significado, o sea del secreto divino, y en la imposibilidad de lograrlo,
puesto que siempre cambia y nunca está completamente formado. Por otro lado, el
Significante, o sea el cuerpo, puede ser tomado como corporeización de varios
significados, que nosotros nunca podemos captar. Si enlazamos estos cambios
semióticos con las tres versiones de Runeberg, veremos el juego dilatorio de un
Significado siempre huidizo, y un Significante continuamente alterado. Primero,
el mesías está sujeto al traidor, que lo hace posible; segundo, el mesías está
sustituido por el Otro; al final, el mismo espíritu de Dios está escondido por
debajo del signo del traidor. Además, el Infierno parece obtener el
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Significado del Paraíso, puesto que al final del
cuento, Runeberg: “erró por las calles de Malmö, rogando a voces que le fuera
deparada la gracia de compartir con el Redentor el infierno” (Borges 2003:
192). Puesto que la verdad, como el Significado primordial, debe quedar
incógnita, Runeberg acepta su destino de un clandestino odiado y refutado,
convirtiéndose en la Otredad para salvaguardar el secreto nombre de Dios.
Al concluir un rasgo posmoderno más, llegamos a
la teoría de la deconstrucción, que desempeña su papel en la estructura de
nuestra historia, y sirve de un lazo más. La teoría de la deconstrucción como
el punto de partida toma la desaparición de lo absoluto metafísico, que se
manifiesta únicamente como el resultado de la naturalización de los textos y
ocultación de la productividad del Significado (Bužinjska, Markovski 2009:
393-395). Deconstruyendo la metafísica de la presencia, Derrida evoca el juego
infinito de remisiones de significados, entre los cuales cada uno representa
una traza del Otro... tanto como Dios deja su huella en Judas, cambiando de
nuevo su Significante. A pesar del hecho de que Borges construye su obra
literaria a partir de otras obras literarias, no podemos prescindir del hecho
de que sus cuentos están en continuas remisiones entre lo real y ficticio, lo
histórico y literario, y sin límites sólidos (Rodríguez 1979: 82). Mostrando
que el Dios puede ser Judas Iscariote, y parodiando los escritos bíblicos,
Borges deconstruye el límite entre lo divino y lo infernal, entre un Yo
privilegiado y el Otro marginalizado en la memoria histórica. Al comprender
estas inversiones a través de las posibles semejanzas, Borges se acerca a la
teoría derridiana, oponiéndose a la interpretación naturalizada de los textos
sagrados (Rodríguez 1979: 80)2.
Quizás el rasgo más importante de este cuento es
hacer del texto bíblico el objeto de la deconstrucción, cuyo canon narrativo
está incluido en el proceso de descodificación. Lo que Borges logra así es
notorio: dramatizando la historia bíblica desde un nivel metahistórico, él
reinterpreta el arquetipo cristiano de la traición, utilizando los argumentos
inconsistentes de la misma, y mostrando a Judas como una forma más del Dios.
Además, nos provee de argumentos convencibles de por qué esto queda en la
sombra del conocimiento humano. No obstante, al escribir este cuento nos ayudó
a comprender qué verdades son interminables e inciertas, lo que implica que
cada historia que aquellas fundamentan es dudosa y aporética. Así podemos
observar los cuentos de Borges como una alegoría de fundación, escritura y
desmitificación de las narrativas históricas, aunque fueran textos sagrados
(Horn 2009: 182). “No existen hechos, solo interpretaciones”, es lo que
Nietzsche dijo (Ricoeur 2004: 21), y lo que Borges demostró argumentadamente.
Por lo tanto, si comprendemos esta deconstrucción bíblica de Runeberg (o de
Borges) como un recurso para reinterpretar lo excluido e históricamente
perjurado, la podríamos denominar ética, por ser convergente para lo divergido
y enfrentado.
5. Conclusión
En todos los puntos de este trabajo atraviesan
los conceptos posmodernos, que surgen del texto del cuento “Tres versiones de
Judas”, y que por lo tanto resultan
2 El trabajo referido
corresponde a un proyecto de investigación desarrollado en equipo por los investigadores
Mario Rodríguez, María Nieves Alonso y Lilianet Bintrup con los auspicios de la
Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Concepción.
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Una lectura
posmoderna de Borges: Judas Iscariote como Otredad del Dios
imprescindibles para la comprensión del mismo.
Además, los recursos narrativos que tejen la trama del texto de la famosa
colección Ficciones se consideran posmodernos.
Así hemos visto cómo la parodia de las escrituras y los conceptos privilegiados
e incuestionables, la inversión y el quiasmo entre el Yo y el Otro, y asimismo
la deconstrucción de la identidad en otredades, y al final la desmitificación
de las oposiciones tradicionales y del significado metafísico, ocupan su lugar
en el objetivo artístico que Borges logra con este cuento. Asimismo, los
conceptos del juego lingüístico y metafísico, la recontextualización del gran
archivo del mundo establecido, y una aproximación plural a la realidad tanto
pasada como presente y futura, parecen ser referentes para una posible
lectura-escritura posmoderna de Borges. Además, al mostrar rasgos posmodernos
en una obra de literatura fantástica, hemos podido entrelazar los distintos
códigos literarios del siglo XX en una misma comprensión del mundo. Todo esto
nos abre el camino hacia un análisis de lectura y escritura posmodernas de
Borges, a quien podemos observar como la unificación corporeizada de actos y
conceptos opuestos, pero únicamente en lenguaje, y esto es lo que forma parte
de lo fantástico de Borges.
Atravesando esta lectura posmoderna, nos
dirigimos hacia una actitud deconstruccionista y al mismo tiempo
reconstruccionista de la historia bíblica. En este mismo camino, Borges nos
demuestra el silogismo de una nueva humanidad, en la que la Otredad debe ser
reconocida. Cuanto nos enseña la filosofía de la Otredad de Emmanuel Levinas,
tanto nos muestra la literatura de Borges que el secreto nombre de Dios es el Otro:
“Other is the only place where God is revealed” (Paperzak 1993: 35). Solamente
desde esta óptica parece posible lograr la deconstrucción de los horizontes de
un monismo egocéntrico, revelándonos que la humanidad funciona primordialmente
a través de la reciprocidad en todos sus mundos.
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