Colindancias
(2013) 4: 9-40
Mario García-Page Sánchez
Universidad
Nacional de Educación
a Distancia (Madrid) España
Juegos verbales en la literatura española contemporánea
Recibido 13 de marzo de 2013 / Aceptado 22 de mayo de 2013
En estas páginas, ilustrados con un nutrido repertorio de ejemplos, se exponen algunos de los principales juegos de palabras de naturaleza fónica, o esencialmente fónica, empleados en la literatura española contemporánea, si bien no afectan solo al plano del significante, sino que también conciernen a la semántica; estos juegos idiomáticos tienen un correlato terminológico en retórica: paronomasia, aliteración, parequema, calambur, eco, etc.
Aunque la muestra está limitada a la poesía española contemporánea, en especial del siglo XX1, cabe advertir que los artificios señalados son también característicos de la literatura de otras épocas y de otras lenguas, así como de otros géneros literarios (novela, teatro, ensayo). La limitación de espacio exige hacer una representativa selección de ejemplos, por lo que quedarán fuera numerosos textos que habían sido previamente incluidos en el corpus confeccionado de nuestras lecturas. Tal limitación también impide extendernos en el comentario de los fenómenos e ilustraciones, por lo que el trabajo,
esencialmente descriptivo, podrá pecar de cierto formalismo. Igualmente, eludimos la cita de otras muchas referencias bibliográficas que se han consultado.
Como podrá apreciarse en la lectura del trabajo, los textos no están extraídos solo de una poesía que pudiera tildarse de lúdica o festiva, ni solo de escritores típicamente artificiosos o proclives al juego verbal o al chiste. El juego de palabras, entendido no como fórmula determinante de humor, sino como artilugio creativo o ingenio constructivo que denote manipulación del lenguaje, provoque o no hilaridad, está presente en toda clase de literatura, aunque, ciertamente, algunos autores destaquen sobremanera: entre nuestros poetas contemporáneos, Blas de Otero, Gloria Fuertes, Carlos Edmundo de Ory, Vicente Huidobro, Rafael Alberti, Federico García Lorca…
Para la selección de ejemplos, dado el abundante número que conforman el corpus, se ha tenido en cuenta como criterio la mayor evidencia de la decidida voluntad o intención deliberada del poeta por crear un juego.
En este estudio adoptamos el concepto de calambur seguido habitualmente en la bibliografía española (García-Page 1990a, 2010; Mayoral 1994), de orden estrictamente formal, según el cual la suma o combinación de dos palabras contiguas en la cadena discursiva sugiere otra palabra, de tal suerte que esta, de significante más extenso, simula una forma compuesta apta para su caprichosa descomposición o segmentación en partes semánticamente autónomas, mecanismo que podría representarse mediante la pauta estructural A + B = C, donde C = AB2.
Así, el calambur que se obtiene en 1):
1) Cuando la casa
escasa
sólo es casa (Gloria
Fuertes)
2 La
definición que proporcionan Lázaro Carreter (1968) y otros autores no es del
todo precisa, aunque los ejemplos
que aduce sí son coincidentes,
en general,
con el
esquema de nuestra propuesta. El calambur ha recibido, además,
otras interpretaciones. En el ámbito francés tiene el sentido genérico de “juego
de palabras”, y equivale al pun o word-play inglés; como tal,
puede abarcar fenómenos muy diversos
(Serra 2000), tales como la
dilogía o equívoco, el
retruécano (antimetábole, antistrofa) o la antanaclasis.
Asimismo, el esquema de calambur que aquí seguimos se corresponde grosso modo con el
fenómeno que otros autores llaman disociación (Llano 1984), más parecido a la llamada
mot-gigogne (Dubois 1982), si bien ejemplos típicos
de disociación son descritos a veces como calambures (Vilches
1955: 60-69). El siguiente texto del escritor mejicano Xavier Villaurrutia (“Nocturno en que nada se oye”, A media voz) podría representar un buen ejemplo de disociación (voz quemadura
/ bosque madura), aunque también de calambur (que madura
/ quema dura
/ quemadura) (debe considerarse el seseo para la consecución de la
homofonía):
Y en el juego angustioso de un espejo frente a otro cae
mi voz
y mi voz que madura y mi voz quemadura y mi bosque madura y mi voz quema dura
como el
hielo de
vidrio
como el
grito de
hielo (Xavier
Villaurrutia)
podría representarse como: A (es) + B (casa) = C (escasa), o bien: C (escasa) = A (es) + B (casa).
Ilustran magistralmente este artificio ejemplos como los siguientes:
2) Adiós hay que
decir a Dios (Vicente
Huidobro)
3) El ladino
Aladino Ah ladino dino
la (Vicente Huidobro)
4) la
que con vida convida (Gloria
Fuertes)
5) el hecho de
haber sido helecho (Fuertes)
6) Un
homenaje a
Don Aire con madrileño
donaire (Gloria
Fuertes)
7) Difícil
por ahora
ser demente,
porque yo no escribo de mente (Gloria Fuertes)
8) Agota.
Agota.
¡Este gota a gota! (Gloria Fuertes)
9) la
guerra no
se para
la guerra nos separa (Gloria Fuertes)
10) Los poemas
(¿son poemas?) no tienen
orden ni concierto, –sé que a veces
desconcierto– pero están escritos con cierto amor
(Gloria Fuertes)
11) ¡Oh diosa odiosa! (Gloria
Fuertes)
12) Con las flores de mi ramo puesto en
agua
el crujido
de la
enagua
y el chasquido de los besos (Manuel Machado)
13) Aunque
yo tengo,
contra veneno tanto,
contraveneno (Manuel
Machado)
14) …Ondulan
silvestres: “Mira: flores”.
Miraflores. La reina bautizó los cubiles (Vicente Aleixandre)
15) En
Boston es grave falta hablar de ciertas
mujeres por eso aunque nieva nieve mi boca no se atreve
a decir en voz alta
ni Eva,
ni Hebe (Xavier Villaurrutia)
16) Yo
paso entre
los mares,
sigo las
alas
a las claras palomas del amor… (Eugenio García de Nora)
De acuerdo con los textos citados, la consecución de un calambur impone, al menos, las siguientes condiciones: a) la repetición ha de ser exacta o total, es decir, las series paralelas que conforman el calambur han de ser homófonas; no puede aparecer ningún sonido no iterativo (se toma la equivalencia fónica como criterio operativo, a sabiendas de que hechos de fonética sintáctica podrían poner en peligro la homofonía); b) una de las series homófonas está compuesta de dos o más palabras; las partes (A y B) en que se secciona el homófono léxico (C) son significantes enteros de palabra; c) la fractura o corte de la palabra ha de ser de orden silábico, es decir, los sumandos, A y B, tienen que constituir sílaba o grupo de sílabas en el cuerpo del significante más extenso, C; d) el agrupamiento de los sumandos en el significante más extenso ha de realizarse en el mismo orden distributivo, es decir, siguiendo un orden lineal: A + B = AB; e) los sumandos deben sucederse de modo consecutivo, uno inmediatamente detrás del otro, es decir, A y B han de ser elementos contiguos (inmediatez sintáctica)3.
Estas condiciones pueden verse alteradas ocasionalmente sin que por ello el resultado del juego deje de ser un calambur. Así, en 17):
17)
¿Dije que se llamaba Mariví? Sí, así se llamaba, viento y mar y vi… (Blas de Otero)
no son dos, sino tres, los significantes sumandos que participan en la construcción de
Mariví: A
(mar) +
B (y)
+ C (vi) =
C (Mariví);
y en 18)-20):
18) El amor puede ser bello como una puntilla –ya que es entredós– (Gloria Fuertes)
19) que esté el amor-Amor a lo suyo, amando,
que esté verde o azul
que no esté amoratado
que esté suelto a su caer
liberado (Gloria Fuertes)
3 El ejemplo 15) ilustra
lo que
podríamos llamar calambur
correlativo, en el
sentido de que el poeta
construye dos juegos de homofonías
paralelos, que, en este caso, constituyen al mismo tiempo una constelación de parónimos (nieve-ni Hebe / nieva-ni Eva) y una derivatio (nieve-nieva).
20) Me gustaría tener una amiga que se llamase Tenta
y
estar siempre conTenta (Gloria Fuertes)
los sumandos no están presentes
en el
texto, sino que actúan in absentia en la formación
de las
voces entredós, amoratado y contenta, que representan, al mismo tiempo, una dilogía o silepsis4; v. gr.: entredós = entre dos, amoratado = amor atado.
Hay otros textos que muestran ciertas virtualidades que los apartan del patrón canónico del calambur arriba descrito, como, por ejemplo, aquellos en los que la agrupación de los sumandos no da lugar a un significante entero de palabra dado que el homófono léxico contiene algún sonido no recurrente, o bien aquellos en los que uno de los sumandos no es significante entero de palabra al conformarse con algún sonido no iterativo. Se trataría de artificios fronterizos con el calambur, o, sencillamente, seudocalambures (García-Page 2010).
La paronomasia (lat. annominatio) es, sin ningún género de duda, el recurso lingüístico-retórico más empleado por los escritores; notablemente menos complejo que el calambur. De seguirse al pie de la letra la definición, en exceso vaga, de paronomasia que proponen, en general, todos los manuales de retórica, basada en el simple “parecido” o “semejanza fónica”, se llegará de modo inexorable a la situación controvertida de tenerse que enfrentar a hechos de difícil catalogación, no solo por la inevitable existencia de fenómenos fronterizos (como la rima o la antanaclasis), sino, entre otras razones, por la imprecisión que comporta el concepto de “parecido”, que queda al arbitrio del crítico o analista. Cabría preguntarse, por ejemplo, cuántos sonidos de una palabra han de ser los recurrentes y qué proporción han de guardar con los sonidos no recurrentes para poder hablar de semejanza; asimismo, cuál es la proporción si las palabras son monosílabas, de modo que una aliteración o una similicadencia no se conviertan en paronomasia.
Como no es nuestro objetivo hacer una propuesta de caracterización de la figura paronomasia (véase García-Page 1992a, 2003), nos limitaremos a exponer ejemplos ilustrativos de la misma que muestran abiertamente la voluntad de juego del poeta, conforme a esa concepción “común” o prototípica que se adopta en los estudios lingüísticos que tratan este artificio.
Entre los mecanismos (metaplasmos) más frecuentes que dan lugar a la paronomasia, cabe destacar la sustitución o trueque de un sonido (21-22) y la adición o empotre de un sonido y su sustracción o descarte (23-24):
21) vas
cúpula, aunque
es cópula infinita (Rafael
Alberti)
4
Cfr.: puntilla - entredós,
amor atado - amor suelto o liberado, contenta - con Tenta.
En el siguiente texto de Blas de Otero,
es la secuencia homófona segmentada (que contiene, además,
un parequema) la que evoca el significado correspondiente a la palabra
ausente:
a)
oh música, me meces, me
atolondras [me
meces = memeces
22) que,
dóciles, vencidos,
fueron Furia
de feria seca fue destrozo rudo (Francisco Brines)
23) Vela y
no vuela. Así la mariposa (Vicente Aleixandre)
24) Evitar levitar (Gloria
Fuertes)
Existen diversos recursos (léxicos, sintácticos, etc.) de resalte del juego verbal, que el poeta sabe aprovechar. Quizá los más simples, y seguramente los más comunes, son la mera yuxtaposición de los términos paronímicos (contigüidad) (25-30) y su coordinación, configurando una estructura binaria (31-34)5:
25) Libros
de misa. Tules. Velos. Velas (Blas
de Otero)
26) Vivieron, bebieron, trabajaron… (Luis
Cernuda)
27) corazones,
memorias,
vísceras, vísperas (Carlos
Murciano)
28) facilidad, felicidad sin
tacha (Jorge
Guillén)
29) Especial espacial (Gloria
Fuertes)
30) ¡Rimar, remar al
mediodía! (Rafael
Alberti)
31) encerrado y enterrado en su
marco (Luis Rosales)
32) más
de gran cantidad
de trigo y
trino (Claudio
Rodríguez)
33) llena de sol y de sal (Manuel
Machado)
34) El
dedo y el
dado (José Lezama
Lima)
Otra estrategia de realce del juego es la simetría sintáctica (una manifestación del isocolon); en muchas ocasiones, como en 35-38), con repetición literal o exacta de la parte del sintagma externa al juego, consiguiendo así un destacado de la paronomasia más intenso al ser la pareja de parónimos lo único que no se repite idénticamente6:
35) Canten tus alas, canten tus
olas (Rafael Alberti)
36) ¿Era hombre, era hembra: fue un momento? (Rafael
Alberti)
5
Véase, por
ejemplo, García-Page
(2005).
6 Repárese, además, en el juego
paronomásico olas - solas: la asimilación de sibilantes contiguas en el sintagma alas solas sugiere la repetición de olas.
37) que también aspirase, que
también esperase (Vicente
Aleixandre)
38) para cantar
al viento, para
cantar al verso (Dámaso Alonso)
39) la cuña de
los años, la
coña de
los cantos (Gabriel
Celaya)
40)
Suena la soledad de Dios. Sentimos la soledad de dos
(Blas de Otero)
41)
donde, amando las manos, no sabemos si los senos son olas, si son remos
los brazos, si son alas solas de oro (Blas de Otero)
42) ¡Oh
Cuba! ¡Oh
curva de
suspiro y
barro! (Federico
García Lorca)
Una manifestación de esta estrategia, si cabe más sutil y artificiosa, es el paralelismo versal; es decir, la configuración de series de versos paralelísticos, con repetición literal o no del resto del enunciado del que el parónimo forma parte (43-46)7:
43)
Que en los penales no haya ningún justo Que en
los panales no haya ningún zángano Que en las trazas no haya hipocresía
Que en los trece no haya desengaño (Gloria Fuertes)
44) entre
el hombre y su
rostro
entre el nombre de Dios y su vacío (Ángel Valente)
45) esta
palabra dice
laboriosa
esta palabra
dice labio rosa (Blas de
Otero)
46) todo el calor fluyente
de la seda gozosa
todo el claror hermoso de su abril fugitivo (Rafael Morales)
La ubicación de los parónimos en posiciones estratégicas dentro del verso, de la estrofa o del poema es otro recurso de realce, dando lugar a figuras como la anáfora (47-48), la epífora (49-51), la anadiplosis (52-53), etc.:
47) Sal de mi tierra,
sol de mi cielo (Miguel de Unamuno)
7
Adviértase el mecanismo de consecución del juego en 45): uno de los parónimos
está conformado por dos palabras; en cierto modo, se trata de un calambur imperfecto. Blas de Otero
vuelve a utilizar
el mismo artificio
técnico en el siguiente texto
de Pido la paz y la palabra:
a) después de tanta luz, de tanto tacto sutil, de Tántalo es la pena
48) cúmulo de sierpes
túmulo de lava (Gloria
Fuertes)
49) otros hombres,
otros nombres (Ramón de
Garciasol)
50) Pierdes la chaveta
cambias la
chaqueta (Gloria Fuertes)
51) de
mágicos lagos
en tristes jardines
y enfermos jazmines (Antonio Machado)
52) trasegadas
muletas,
mulatos agua y fuego
(Silvano Sernesi)
53) En tu camino un cincel,
pincel se hubiera vuelto (Rafael Alberti)
La reduplicación o cadena que representa la anadiplosis se ve rota cuando, de forma a todas luces deliberada, el poeta incrusta entre los parónimos un comentario o inciso, o un simple marcador discursivo reformulativo o correctivo (epanortosis):
54) no
dejes que el picador
–digo que
el pecador–
quiero decir que el Dolor (Gloria Fuertes)
55) ¿No
es así? Dímelo
Carlos, ¡digo!,
Querlos (Eduardo
Chicharro)
Otros recursos de resalte son, si cabe, más artificiosos, como la creación de series correlativas de parónimos (56-60):
56) para
todas las
cintas más
distantes
para todas
las citas más
distintas (César Vallejo)
[CITAS:CINTAS, DISTANTES:DISTINTAS
57) Con
el alma al
hombro
bajo el olmo, el hombre (Gloria Fuertes)
[ALMA:OLMO, HOMBRO:HOMBRE
58) Alada brisa salada
brasa viva (Rafael Alberti)
[ALADA:SALADA, BRISA:BRASA
59) con
mi constante pena instante, plena (M. Hernández)
[CONSTANTE:INSTANTE, PENA:PLENA
60)
un pálido palio llevo, un cortejo ardiente, un viento de metal que vive solo,
un sirviente mortal vestido de
hambre (Pablo
Neruda)
[VIENTO-SIRVIENTE, METAL-MORTAL
o la formación de haces múltiples en torno a una misma cuasi-homofonía o relación paronímica (61-63):
61) aves, suaves, lluvias,
hilos, llaves (Carlos
Edmundo de
Ory)
[AVE > suAVE – llAVEs
62) considera
tu crisis, suma,
sigue,
tájala, bájala, ájala (César
Vallejo)
63) se ríen de la inocencia
han hecho del puro amor una indecencia
¡No sé qué coño hace la ciencia! A los no locos se nos acaba la pila de paciencia (Gloria Fuertes)
[ÁJALA > bÁJALA - tÁJALA
[CIENCIA > paCIENCIA - IndeCENCIA - InoCENCIA
El llamado paso a paso (o doublet) sería un tipo particular de cadena. A este artificio podrían responder ejemplos como los siguientes (64-66), donde los eslabones paronímicos de la cadena que se van sucediendo se construyen el uno sobre el otro mediante la simple sustitución de un sonido:
64)
Los años pasan, Los años pesan, Los años pisan, Los años posan,
¿Por qué no pusan los años? (Felipe Boso)
[PASAN → PESAN → PISAN → POSAN → PUSAN
65) Daba
pasos,
daba pesos,
pisos daba, daba
posos (G. Alejandro
Carriedo)
[PASOS → PESOS → PISOS → POSOS
66) Yo,
remera de barcas, ramera de hombres, romera de almas,
rimera de versos (Gloria
Fuertes)
[REMERA → RAMERA → ROMERA → RIMERA
Otra suerte de cadena sería la que configuran las series de parónimos de 67-69), esta vez mediante la adición de un sonido (o varios), de modo que la base léxica inicial se va incrementando fónicamente de manera progresiva:
67) cuando te aunaba
entre las olas solas (Carlos
Bousoño)
[LAS → OLAS → sOLAS
68)
Muchas veces se está solo pero mejor con decoro
¡A la mierda el oro
y a la mierda el coro! (Gloria Fuertes)
69) te daría
te adoraría.
Haría algo que es más difícil (José Hierro)
[ORO → CORO → deCORO
[HARÍA →DARÍA → aDorARÍA
Un procedimiento bastante ingenioso de consecución de una paronomasia es la inversión o permuta de los sonidos (70-80); el resultado podría analizarse como una suerte de anagrama (en realidad, el par ONU / uno constituye un bifronte)8:
70) y en la
Onu hablaba uno (Blas
de Otero)
71) en medio de los dos, el miedo crece (Blas de Otero)
72) Yo
soy un
gato, una
gota de agua
salada en
tu Mano
(Leopoldo María
Panero)
73) Entrenador
antiguo de
bacos y bocas (Ángel
Crespo)
74) volcanes,
balcones del infierno
(Gloria Fuertes)
75) Ya sé que soy tonta de amar tanto (Gloria
Fuertes)
76) Solamente
en la gran utbe
crece la ubre (Gloria Fuertes)
8 Puede haber,
lógicamente, inversión de sonidos sin que se llegue al anagrama perfecto (al
existir algún sonido no iterativo), como ocurre en estos versos de Pablo Neruda (en a) difieren en
el cambio e / a, y en b), o / Ø: a paloma le falta una o para ser anagrama de amapola):
a)
sus ojos de eucaliptos roban sombra, su cuerpo de
campana galopa y golpea
b) De
lo sonoro, creciendo,
cuando
la noche sale sola,
como reciente viuda, como paloma o amapola
o beso
77) nos enseñaron a nadar antes que a andar (Gloria Fuertes)
78)
Y me avergüenzo de un libro lujoso de poemas encuadernado en piel de hembra
ante tanta hambre (Gloria Fuertes)
79) Viene
la nieve.
Cae poco a
copo (Blas de
Otero)
80) Inger
Ingre Inegr Inreg Inrge
[…] (Juan-Eduardo Cirlot)
En 79), el juego paronomásico se construye sobre uno de los constituyentes de la locución adverbial poco a poco, por lo que se conjuga con otro juego lingüístico, la ruptura del cliché; en realidad, se trataría de una paronomasia in absentia, dado que el término sustituyente (copo) establece la relación, dentro del microcontexto de la locución, con el parónimo sustituido que no está expreso (poco), no obstante idéntico al primer componente de la locución, que sí está expreso. En 80), Cirlot diseña un juego meramente formal ensartando anagramas, que son obtenidos mediante la inversión de los cinco sonidos que conforman la palabra inicial Inger. “Inger permutaciones” podría describirse, en cierta medida, como un poema heterogramático (Serra 2000).
La paronomasia se reviste también de un valor lúdico intenso cuando adopta unas determinadas configuraciones, como ocurre con la paronomasia llamada de inclusión (Martínez García 1976, García-Page 1992a, 2003), al simular un proceso de composición morfológica, en el sentido de que el parónimo fónicamente más breve se antoja como parte integrante de la estructura morfológica del parónimo más extenso; esa simulación es mayor cuando aquel se incrusta en la cabeza o la coda de este (véanse además 1.3. y 1.4). Guarda gran parentesco, por un lado, con el proceso de formación de la palabra maleta o palabra sándwich9, y, por otro, con la falsa etimología:
81) Florencia –flor de música
y aroma– (Manuel
Machado)
82) Mi verso es para el universo (Gloria Fuertes)
[FLOR(encia) = FLOR
[(uni)VERSO = VERSO
9 Los ejemplos que se aducen pertenecen exclusivamente a la llamada paronomasia
continua de inclusión (véase García-Page
1992a, 2003).
83) Desde
allí te
contemplo en
pie y
en piedra (Ángel
Valente)
84) soñando
en la mar amarga (Federico
García Lorca)
[PIE(dra) = PIE
[(a)MAR(ga) = MAR
85) tus pechos tan
garridos rememorándome de
mora (Blas
de Otero)
[(reme)MORÁ(ndome) = MORA
La artificiosidad es aún mayor cuando se recurre a un código criptográfico: en 86), Blas de Otero esconde sutilmente un nombre propio (Teresa) en el interior de una palabra aparentemente simple, inocente, inmotivada (interesante), y en 87), es un derivado sufijal de un nombre propio, el gentilicio picassiano, el que acoge en su seno una palabra que se antoja constituyente morfológico del mismo (casi), igual que hacía Federico García Lorca en 84) con la palabra mar, encastrada en el adjetivo amarga, o Blas de Otero en 85), con el sustantivo mora, encapsulado en rememorándome:
86)
Interesante muchacha la Teresa, que se ganó un apasionado camafeo de octavas reales
(Blas de Otero)
87) enormes
pies descalzos,
casi
picassianos (Blas
de Otero)
[(in)TERESA(nte) = TERESA
[(pi)CASSI(anos) = CASI
El poeta vuelve a instar al lector a emparentar palabras morfológica y semánticamente distintas en textos como los siguientes, en los que el parónimo más breve sería el resultado de practicar una simple operación de síncopa10:
88) Fotógrafa fofa (Gloria
Fuertes)
89) pero
vino un vilano de
repente (Gloria
Fuertes)
90) Tanta
pata y
ningún brazo
¡Qué bromazo! Gloria
Fuertes)
91) En primavera
te vi
[FO(tógra)FA = FOFA
[VI(la)NO = VINO
[BRO(ma)ZO = BRAZO
10 En distintos trabajos nuestros hemos utilizado el término sincopación
para referirnos a este artilugio lúdico (García-Page
2003: 139-142, 1992a).
por
vez primera (Rafael Montesinos)
92) el círculo del circo (Jorge
Guillén)
93) Lamento lento (Pablo Neruda)
[PRIM(av)ERA = PRIMERA
[CÍRC(ul)O = CIRCO
[L(am)ENTO = LENTO
94) se
puebla de
planetas de plata enronquecida
(Pablo Neruda)
[PLA(ne)TA(s) = PLATA
95) pintado pino (Blas de Otero)
96) duradero como
el Duero (Blas de
Otero)
97) íntimamente,
entimismada, tímida
(Blas de
Otero)
[PIN(tad)O = PINO
[DU(rad)ERO = DUERO
[(en)TIMI(sma)DA = TÍMIDA
98) y pasa el primer
ómnibus con su andar cansino de asno (Blas de Otero)
[(c)A(n)S(i)NO = ASNO
Este tipo
de paronomasias
coincide formalmente
en gran
medida con
el proceso
de creación de palabras canguro, en la terminología de Lederer (1966)11,
en las
que una
palabra alberga en su seno o bolsa a otra: fofa
Ì fotógrafa, vino Ì vilano, brazo Ì bromazo, primera Ì primavera, circo Ì círculo, lento Ì lamento, plata Ì planeta,
pino Ì pintado, Duero Ì duradero,
tímida Ì ensimismada,
asno Ì cansino.
Otro ingenioso juego idiomático es lo que podría considerarse una manifestación particular de la ludoacronimia: una palabra semánticamente plena, autónoma, simula ser el resultado de la suma o conjunción12 de otras dos voces mutiladas conforme a alguno de los procedimientos habituales de consecución de acrónimos: fundamentalmente, bien
11 Pero no pueden
describirse como tales en el
sentido estricto porque no reúnen
todos los constreñimientos que exige la palabra canguro
en la teoría de su promotor;
entre
otros, la similitud semántica entre la
madre canguro
y su
hijo (del tipo MALA Ì MALvadA).
Adviértase que, desde el punto de vista fónico, tampoco sería válida la
relación tímida-entimismada, ni desde el punto de vista
gráfico, la pareja
vaga-barriga:
a) arrastrando su tierra y sus
raíces
y su vaga barriga en donde duermen (Pablo
Neruda) [BA(rri)GA = VAGA
12 En
otros trabajos
nuestros también se empleaba el
término sumación García-Page (2003: 139-142,
1992a). A veces intervienen tres sumandos, como ocurre en el siguiente texto de Gloria Fuertes:
a)
entre las uñas tierra en las
entrañas [ENTR(e) + (l)AS + (u)ÑAS = ENTRAÑAS
Para que resulte perfecta la suma, con la correspondiente poda o mutilación de sonidos no iterativos, es preciso recurrir al artículo las, que contiene la
vocal abierta que necesita la
conjunción de entre y uñas para formar la voz entrañas.
eliminando material fonético en las dos palabras –ya sea al final y al comienzo, respectivamente, ya sea al final de cada una–, bien eliminándolo solo en una de ellas. En algunos casos, cabría pensar que lo que pretende el escritor es sugerir o hacer creer al lector que el término resultante es realmente un compuesto obtenido mediante el combinado de los otros dos; en otros casos, parece más un enigma; en cualquier caso, es evidente que la elección de esas voces es calculada, responde a un plan preconcebido:
99)
Aquí yace Raimundo raíces del mundo son sus
venas Aquí yace Clarisa clara risa enclaustrada en la luz
Aquí yace
Marcelo mar y
cielo en
el mismo violoncelo
(Vicente Huidobro)
[RAÍ(ces) + MUNDO = RAIMUNDO [CLAR(a) + (r)ISA / CLA(ra) + RISA = CLARISA
MAR + C(i)ELO = MARCELO
100) Entre
Santander
y Asturias
pasa un río, pasa un ciervo,
pasa un rebaño de santas (Gloria Fuertes)
[SANT(ander) + AS(turias) = SANTAS
101) porque alta eres y
estarás en
altares (Gloria
Fuertes)
[ALTA + (e)RES = ALTARES
102) Vas
y vienes
y yo sierra que te sierra los arbustos
de mis sienes (Gloria Fuertes)
103) No es lo mismo
cine que cinismo (Gloria
Fuertes)
104) Mundo, huerto casi muerto (Gloria
Fuertes)
[SIE(rra) + (vie)NES = SIENES
[CIN(e) + (m)ISMO = CINISMO
105) España, espina de mi
alma. Uña
y carne de mi alma. Arráncame
tu cáliz de las manos (Blas de Otero)
[MU(ndo) + (Hu)ERTO = MUERTO
[ESP(in)A + (u)ñÑA = ESPAÑA
106) qué olores,
colores, sabores,
contactos… (José
Hierro)
[QU(é) + OLORES = COLORES
107) en
esta noche
hay algo
de navíos
de carnaval de Navidad
de Navacerrada
de carne y vendaval noche de noches (C. E.
de Ory)
[CARN(e) + (vend)AVAL = CARNAVAL
108) Cecilia Carol,
estudiante de Filosofía y Letras. Anselma Lucía,
taquimeca,
Y yo, siempre andando
de la Ceca a la meca (Blas de Otero)
[CE(cilia) CA(rol) = CECA
(taqui)meca = meca
Así como el antropónimo Raimundo es propuesto por Huidobro como un compuesto formado por los formantes raíces y mundo (99) o el topónimo España, por Blas de Otero, como el acrónimo de espina y uña (105), en 108), el nombre propio Cecilia Carol, está oculto tras el disfraz léxico de la palabra Ceca, que al poeta se le ha antojado convertir en su acrónimo, si bien su ocultación resulta más lograda, la solución más inaccesible (en una lectura rápida pasa desapercibido), al coincidir el acrónimo con uno de los constituyentes de la locución adverbial de la ceca a la meca.
Recurriendo al código criptográfico, es posible descifrar la palabra tapia, clave o el tema del texto (109), que, diseminada, aparece oculta o camuflada entre otros signos en varias partes del poema; es un juego similar al “enigma”, dado que el lector tiene que buscar en el texto la palabra oculta13:
109)
La
corneta del niño está piando junto a la tapia del cementerio. La corneta del niño está llorando, y hay que tomarla
en serio.
Cometa de color caramelo, la mano blanca como la cera.
El césped verde crece por el cielo de una extraña manera.
La corneta chiquita y piadora, junto a la tapia rosa y triste.
13 Aunque ya no pueda hablarse
de paronomasia, el juego paragramático o hipogramático es ostensible en los siguientes textos de Blas de
Otero, en una versión reelaborada del otro,
donde las letras
de Bilbao aparecen esparcidas, siguiendo
el orden consecutivo, en las palabras conformantes del último verso (Senabre
1966):
a)
Otra vez
debo decir he visto estoy cansado de
ver
herrumbre añil enjalbegada roña
b)
había un albañil enjalbegado
Le Bigot (1985:6-8) también descubre las palabras
clave paz
y aire
diseminadas entre los
componentes gráficos de otras
palabras contiguas o próximas en varios poemas oterianos.
El niño ríe, mueve el cuello, llora
y grito para qué naciste. (Blas Otero)
[(es)TÁ + PIA(ndo) = TAPIA
(chiqui)TA + PIA(dora) = TAPIA
Otro alarde de ingenio es la paronomasia que se construye sobre un mismo esqueleto fonético, que recuerda al italiano bisticcio. El esquema fijo está constituido normalmente por los sonidos consonánticos, siendo las vocales las unidades que protagonizan los cambios; se obtiene así la impresión de que es una misma palabra que va modificándose conforme cambian las vocales14:
110) que
puso encima
de las crestas cristos (Gabino Alejandro
Carriedo)
111) y
más cerca del
circo (Gloria
Fuertes)
112) la noche
sale sola, como
reciente viuda (Pablo Neruda)
[cr - st - s
[c - rc -
[s - l -
113) Insomne Adán de
polvo en
un edén de
sombras (Pablo
García Baena)
[- d - n
Contrario al proceso habitual de formación de una paronomasia, existe un tipo de paronomasia, que podría llamarse paronomasia in absentia, que se crea al poner en relación un término presente en el texto con otro ausente. Para el mejor reconocimiento del artificio, el poeta suele recurrir a estructuras prefabricadas que forman parte de la memoria colectiva, con el fin de que el lector sea capaz de reconocer el elemento sustituido, in absentia, oculto tras el elemento sustituyente. Este tipo de artificio es considerado por algunos autores como una suerte de centón (Serra 2000):
114) Desde el accidente tengo cadera perpetua
Del susto se me retiró el periódico (Gloria Fuertes)
115) poeta,
mejor China
y que un día veamos, Dios mediante,
[cadena perpetua / periodo
del Lupus Dei la atroz escabechina (Carlos Álvarez)
116)
Viene la nieve. Cae
[Opus Dei
14 Si prescindimos de la primera parte de la palabra Zamora, se obtiene el esquema “vocal + r + vocal” en el siguiente texto de Blas de Otero (si bien a veces se preserva una vocal: ora / era):
a) Zamora era de
oro
poco a
copo (Blas de Otero)
117) Escupir contra el cielo de los
tundras
y las medallas de los
similares (Blas de Otero)
118) Tachia,
los hombres sufren.
No tenemos
ni un pedazo de paz con que aplacarles (Blas de Otero)
119) Todo
te recordaba,
Antonio Machado
(andaba
[poco a poco
[curas -militares15
[pan
yo igual que tú, de forma un poco vacilenta) (Blas de Otero)
[macilenta / vacilante
120) Esta
noche (recordad
lo que digo) es Nochepena
y mañana Navidad (Rafael Montesinos)
[Nochebuena
La llamada en retórica falsa etimología o falso derivado, que ejemplifican los textos (121-130), no es sino un tipo de paronomasia colindante con la figura morfológica derivatio. Como se ha comentado al principio, la paronomasía limita con varios fenómenos lingüístico-retóricos, cuando no los abarca. El poeta pretende hacer creer al lector que los parónimos no son tales, sino, simple y llanamente, elementos de una misma familia de palabras; a este respecto, es ilustrativo el ejemplo 130), donde Carlos Edmundo de Ory construye series de parejas de falsos derivados:
121) penibélica pena (Carlos Edmundo
de Ory)
122) El tallo
estalla (Octavio
Paz)
123) del disparate, disparo mi ballesta (Eduardo Chicharro) 1247)
Creo en los platillos volantes.
Creo en las platillas que envuelven el chocolate (Gloria Fuertes)
125) que
no se
queje Unamuno,
que
ha habido unanimidad (Blas
de Otero)
15 La alusión a la palabra tabú curas no solo se esconde camuflada en tundras (donde, aunque se suceden en el mismo
orden lineal los constituyentes fónicos: u-ras, falta la /k/), sino que está esparcida en los vocablos
previos: (es)CU(pir) (cont)RA (el
cielo de lo)S.
126) España despeñada (Blas de
Otero)
127) silba
el cierzo, Andalucía
anda descalza (Blas de Otero)
128) Pasaron
insomnes,
ángeles viadores y arcángeles aviadores (Blas
de Otero)
129) Canto al
Cantábrico (Blas
de Otero)
130) Si canto soy un cantueso
Si leo soy un león
Si emano soy
una mano
Si amo soy un
amasijo
Si lucho soy un serrucho (Carlos Edmundo de Ory)
Otra manifestación del juego paronomásico consiste, como en el último texto citado, en el caprichoso amontonamiento de parónimos; es lo que ocurre en 131), donde la poetisa, en un ejercicio circense, solo parece estar interesada en enumerar parónimos según le vienen a la mente, sin ton ni son, como si no existiera otra finalidad que la de provocar la hilaridad mediante tales asociaciones:
131)
Blusa de Blasa. Solo en el polo. Garra de la guerra. Qué ásco
de casco.
Cuento que encanta. Pato a la puta.
Pena de pene. Pancha y su Pancho. Vista a la bestia.
La tía teta. Los senos sanos. Siete de sota.
Leche en el
lecho.
Nicho en
la noche (Gloria Fuertes)
No menos derroche de piruetas acrobáticas exhibe el texto 132): un juego basado en el apareamiento de parónimos al final de cada verso del poema, simulando las viejas composiciones en eco:
132)
Si de algo positivo es la certeza: cerveza. Si de algo negativo incertidumbre: lumbre.
… La improbabilidad es mucha: lucha. Aunque tu amor no te dé cama: ama. Si tu amor no quiere verte: Muerte.
Si ave nueva
te da cita: resucita. (Gloria Fuertes)
El parequema, según las escasas definiciones de que disponemos (Lausberg 1960; Lázaro Carreter 1968; cfr. García-Page 2012)16, no es sino un tipo de paronomasia, de carácter continuo, que exige la contigüidad de los signos conformantes de la relación, y consiste esencialmente en la reproducción de una palabra o coda de palabra en la cabeza de la palabra inmediatamente siguiente, tal como ilustran los ejemplos que se citan a continuación. Uno de los poetas más prolíficos en el empleo consciente de este artificio es Blas de Otero, del que se citan solo unos pocos textos:
133) sin
norte, Norteamérica, cayéndose
hacia arriba
(Blas de
Otero)
134) Aquí estoy
frente a ti Tibidabo (Blas de Otero)
135) de
todo lo
que vi,
pisé, palpé
desde el Nevá nevado hasta Pekín (Blas de Otero)
136) inerme.
Y como soy
un pobre obrero
de la palabra, un mínimo minero (Blas de Otero)
137)
un
colosal vacío que se hundiera en un silencio desolado, liento.
Entonces ¿para qué vivir, oh hijos de madre; a qué vidrieras, crucifijos
y todo lo demás? Basta la muerte (Blas de Otero)
138)
Árboles
abolidos, volveréis a brillar
al sol. Olmos, sonoros, altos
álamos, lentas encinas (Blas de Otero)
139) Por
fin finge la
muerte un
alba hermosa
(Blas de
Otero)
16 Lausberg (1960) la define como una clase de paronomasia, aunque la mayoría de los autores (Lázaro Carreter 1968, p. ej.)
hablan de cacofonía. Nosotros creemos
que la repetición fónica que
da forma
al parequema
no
siempre constituye una paronomasia (como en 134 o 138), aunque sea la
manifestación más abundante,
ni puede asociarse sistemáticamente a la cacofonía (García-Page 2012).
Hay algunos autores, como Godel (1967), que han tratado a
fondo esta figura sin asignarle el nombre de
parequema. Tampoco recibe ningún nombre en el estudio de Emilio Alarcos Llorach sobre Blas de Otero (1966: 148-149), donde incluye
algunos ejemplos de parequema imperfecto (himen inmenso, chuchillo chillando).
140) Gira, Giralda-girasol,
morena,
libre, en un pie, de escrúpulos y ropa (Rafael Alberti)
141)
faro, farol, farolera, […]
del faro farolerí
(Rafael Alberti)
142) la
tierna imagen ajena
(Luis Cernuda)
143) Mi
privilegiado aquel,
aquel aquello
(Miguel Hernández)
144) mi
gama de
la fuente: es
ser serena,
de la nieve: es ser fría (Miguel Hernández)
145) Ala
ola ole ala Aladino
(Vicente Huidobro)
146) que
merienden
pas pasa
pan
con chocolate (Ángel González)
147)
¿Proclamarán un día cuyo sol solitario alucinadamente
queme nuestros despojos? (Ángel Valente)
148) Alza, alza tu paño;
años, sustancia del olvido; ¡fuera, en desbandada! (Félix Grande)
149) ni la diste
a su mar maravillada
los picos de tus pechos, que yo tanto conozco (Carlos Murciano)
150) nos
da canción
a cambio
de dolor, de injusticia. Tú ven, ven, bendito polen, dame
tu claridad, tu libertad, y ponte (Claudio Rodríguez)
151) ni
timbres, ni aún ni quicios,
sino inocencia, libertad, destino (Claudio Rodríguez)
152) en
no se sabe
cuál rincón rinconocido
(Carlos Edmundo
de Ory)
153) Caí
caí Caín (Gloria
Fuertes)
154) Intenta
tentativas (Gloria Fuertes)
155)
–cuando venga el calor no habrá quien pare–. Parece que quieren
armar una (Gloria Fuertes)
156) verde verderol
(Juan Ramón
Jiménez)
157) Esta
consta, constante, en
pie o hablando…
(Vicente Aleixandre)
158) ¡Mármara,
mar, maramar! (Jorge
Guillén)
Como puede comprobarse en algunos ejemplos, el parequema converge con la falsa etimología: se trata de falsos derivados que construyen un parequema al hallarse contiguos. Frente a la forma binaria habitual, en 141) el poeta construye una cadena de tres elementos.
El eco resulta de la repetición de la coda de una palabra en la palabra
inmediatamente subsiguiente, de significante más breve. Como ocurría con el parequema, exige contigüidad de los signos conformantes y continuidad, en el mismo orden distributivo, de los sonidos recurrentes que representan el eco (es decir, no puede producirse la interposición de sonidos no iterativos ni producirse metátesis ninguna), y puede manifestarse igualmente como una paronomasia dependiendo del número de sonidos recurrentes. Frente al parequema, el eco exige que el componente-eco, es decir, el segundo término repetido, constituya palabra17:
159) ¡Ay
mísera de
ti! ¡ay
española
ola lejana! Sálvame contigo (Blas de Otero)
160) en
una sola ola
Las soledades de los españoles (Blas de Otero)
161) de
los planetas.
Ved. La
Nada en
pleno.
No preguntéis. Estaban. Se aventuraron (Blas de Otero)
162) Por
Pasagarri las
últimas nieves
y por
Arlancha helechos hechos llanto
(Blas de
Otero)
163) Tenga,
un vaso
de whisky
para usted,
y para mí
coca-cola,
¡hola, hola! no está mal (Blas de Otero)
164) Cuando
voy por
la calle
o bien en algún pueblo con palomas,
lomas y puente romano (Blas de Otero)
17 En este sentido, el eco solo podrá estar constituido por dos palabras: en caso de formarse una serie de tres o más elementos, los últimos han de ser la
misma palabra repetida (186-187), salvo que se trate de dos ecos distintos.
165) Segundo esputo puto de
tu progenitora (Rafael
Alberti)
166) Y
en esta
barca, bogando,
ando por la
mar buscando
la ropa del marinero (Rafael Alberti)
167)
Y el mascarón que se dispara para
bailar en la procesión (Rafael Alberti)
168) Sigerico… Alarico…
Turismundo.
Mundo de nombres… (Vicente Aleixandre)
169) Homenaje enaje nado a
Manuel de
Cabral (Carlos
Edmundo de
Ory)
170) y más caro
me cuesta esta mi
máscara (Carlos
Edmundo de
Ory)
171)
Odio el agora la odio odio también
la palestra
odio el musgo el licopodio
odio la mano maestra (Carlos Edmundo de Ory)
172) te adoraría.
Haría
algo que es más difícil (José Hierro)
173) ¡Vámonos!
¡Vámonos a
la Dehesa esa!
(Gloria Fuertes)
174) Despacio espacio (Gloria Fuertes)
175) Con
reflujos de
plata;
ata el río y desata (Luis Cernuda)
176) Esgrime
tu crespada
espada (Miguel Hernández)
177) el cereal
rastrojo barbihecho,
hecho una pura llaga campesina (Miguel Hernández)
178) donde su dentadura dura muerde (Miguel
Hernández)
179) pues para que las malas alas vuelen, aún quedan aires
(Miguel Hernández)
180) ¡Elevadme,
embebedme!
¡Vedme, resucitadme! (Carlos Bousoño)
181) como
una matemática
presencia,
esencia terminante que resiste (Carlos Bousoño)
182) El
ladino Aladino Ah
ladino dino la (Vicente
Huidobro)
183) Aquí
yace Altazor azor fulminado por
la altura (Vicente
Huidobro)
184) Nada
de trabajos bajos.
¡Grandeza! ¡Y
ostentación! (Gabriel
Celaya)
185) quiero
oír cómo
el pobre
ruido de nuestro pulso se va a rastras
tras el cálido son de alianza (Claudio Rodríguez)
186)
Ínclitas guerras
paupérrimas, sangre infecunda perdida. (No sé nada, nada). Ganada (no sé) nada, nada:
éste es el seco eco de la sangre (Blas de Otero)
187)
Pespunte de seda
virgen tu canción.
Abejaruco.
Uco uco uco uco (Federico
García Lorca)
Si la simple yuxtaposición de los signos-eco puede interpretarse como un síntoma de la voluntad de crear un juego, textos como los dos últimos en los que se utiliza la palabra eco o se forma una retahíla de rimas o similicadencias repetidas simulando el efecto acústico del eco constituyen pruebas irrefutables de ese deliberado interés del poeta por construir el artificio. Asimismo, algunos de estos juegos podrían analizarse como manifestaciones de la falsa etimología (Altazor / azor, licopodio / odio, dentadura / dura, Turismundo / mundo, etc.). Cabe advertir, además, que algunos textos contienen otras clases de juegos.
La aliteración es un fenómeno muy común en la lengua, y especialmente en el discurso literario. Lo que nos interesa aquí es mostrar el carácter artificioso que cobra la aliteración cuando es algo calculado o intencionalmente buscado por el poeta (véase también López Bernasocchi y López de Abiada 1984: 217-229).
Adoptamos una concepción relativamente laxa de la aliteración en lo que se refiere a su ubicación dentro de la palabra, aunque nos centraremos en aquellas recurrencias que se producen al principio o en el interior de la palabra18.
La aliteración programada o intencionada suele consistir en una repetición con carácter iterativo o recurrente, y las palabras que contienen los sonidos aliterados aparecen normalmente próximas entre sí:
188) chocaste
con mi
patria, manejada
por conductores torvos: cruz y espada (Blas de Otero)
189)
a publicar lo que piensa el ramo, vamos a mover
la rosa, la mayoría (Blas de Otero)
190) No
sé por
qué avenida
movida por el viento de noviembre (Blas de Otero)
191) Nuestro destino está
en las manos de los que aran la tierra (Blas de Otero)
192) los árboles
bambolean (Blas de Otero)
193) yo
soy la
semilla
de mí misma. Dame
tu mano. Y caminemos (Blas de Otero)
194) Zamora era de oro (Blas de Otero)
Como puede apreciarse, en algunos textos el segmento repetitivo está compuesto por dos o más sonidos, lo que da lugar a una aliteración intensa o reforzada. En situaciones extremas, este tipo de aliteración puede confundirse con una paronomasia (p. ej., 194, 196, 206, 211, etc.).
Otra estrategia de la aliteración es su posición al comienzo de varias palabras más o menos vecinas, sea simple o intensa (parómeon):
195) Si el aire
público, pudiera competir
18 Como es sabido, algunos estudiosos limitan la aliteración a la repetición que se produce al inicio de la palabra. Asimismo, cuando la repetición es al final, la aliteración se
traduce, grosso modo, en
un homoiotéleuton o similicadencia, o una suerte de rima imperfecta.
Véanse, entre otros, Lausberg (1960), Valesio (1967), Senabre (1981),
Lázaro Carreter (1984) o García-Page (1992b, 2003, 2009b).
La mayoría de los ejemplos del corpus pertenecen a Blas de Otero y aparecen recogidos en García-Page (2009a, 2011). Blas de Otero es un poeta especialmente obsesionado con la
aliteración y otros artefactos fónicos, como la paronomasia y el homoiotéleuton.
con mi pecho
personal, acechado por la sombra,
oh población de claridad (Blas de Otero)
196) Otro
año más. España en
sombra. Espesa
(Blas de
Otero)
197) Espaciosa y
triste España
(Blas de
Otero)
198) España, espina de mi alma. Uña (Blas de Otero)
199) esta verdad vertida en la palabra
(Blas de
Otero)
200) Nocturno,
trema
un tren,
rielan
los rieles
(Blas de
Otero)
201) Tramo a
tramo,
tremando,
se deshace
(Blas de
Otero)
202) hacer un verso vivo y verdadero (Blas de Otero)
203) y
sucedió que
abril abrió sus
árboles (Blas
de Otero)
204) Canto al
Cantábrico
(Blas de Otero)
205) Es una
esfera
esfinge
verdadera (Blas
de Otero)
206)
inerme. Y como soy un pobre obrero de la palabra,
un mínimo minero
de la paz, no sé nada de la guerra (Blas de Otero)
207) Escribo como
escupo.
Contra el
suelo (Blas
de Otero)
208) Escribir en España es hablar por no callar
(Blas de Otero)
209) Silba en
silencio.
Sin
salir de
casa (Blas
de Otero)
210) todo lo que separa todavía (Blas de Otero)
211) Azul azufre
alcohol fósforo
Greco (Rafael
Alberti)
212) Dejaba lo espantoso español más
sombrío (Rafael Alberti)
213) La
pondré como
una espada en
un espejo (Pablo
Neruda)
214) Soy
yo ante tu
ola
de olores
muriendo (Pablo
Neruda)
Otra manifestación de la aliteración calculada es el amontonamiento o concentración de palabras aliteradas dentro de una composición o una estrofa. Algunos poemas de Blas de Otero son un auténtico alarde pirotécnico de recurrencias sonoras:
215)
Vuelve la cara, Ludwig van Beethoven, dime qué ven, qué viento entra en tu ojo, Ludwig; qué sombras van o vienen, van Beethoven, qué viento vano, incógnito barre la nada (Blas
de Otero)
216) Árboles abolidos,
volveréis a brillar
al sol. Olmos sonoros,
altos álamos, lentas encinas, olivo
en paz,
árboles de una patria árida y triste (Blas de Otero)
Mayor virtuosismo presenta aquel poema que contiene series distintas de aliteraciones que se van sucediendo de modo secuencial o consecutivo, a veces ciñéndose al espacio de un verso:
217)
Aragón, cúpula pura, danos la
paz.
Morella, uña mellada. Peñafiel. Fuensaldaña.
Esla. Guadalquivir. Viva Sevilla (Blas de Otero)
218) Espacio
libertad entre líneas o entre rejas plumas
papeles palabras jadeantes
este es mi sitio el aire silba una bala el
día se tambalea
un niño c o r r e arrastrando una lágrima espacio
limpio
íntimo sitio entre comillas hoy libre
desnudo
de ayer vestido de mañana (Blas de Otero)
Entre otros mecanismos de juego verbal de orden fónico, o fónico-gráfico, están la jitanjáfora (219)19, el afronegrismo (220), el argot aditivo (221)20, el trabalenguas (222) y el tautograma (223). Son menos usuales en la poesía contemporánea que los recursos hasta ahora vistos:
219)
Filiflama
alabe cundre
ala olalúnea alífera alveola jitanjáfora liris
balumba salífera. Olivia oleo olorice alalay cánfora Sandra milingítera
girífora
zumba ulalindre (Mariano Brull)
220)
¡Yambambó, yambambé! Replica el
congo solongo, replica el negro bien negro;
congo solongo del songo baila yambó sobre un pié.
Mamatumba serembe coserembá.
El negro canta y se ajuma, el negro se ajuma y canta, el negro canta y se va
Acuememe serembó aé;
yambó; aé;
Tamba, tamba, tamba, tamba tamba del negro que tumba; tumba del negro, aramba, caramba, que el negro tumba:
¡yamba, yambó, yambambé! (Nicolás Guillén)
221) malversa olierva
19 La acuñación
del nombre jitanjáfora se debe a
Alfonso Reyes, que lo tomó de
este texto de M. Brull. Hay varios trabajos
sobre este recurso: Reyes (1942), Eguren Gutiérrez (1987), Payán Sotomayor (2000)…
20
El segmento que se
incrusta en el
cuerpo
de las palabras es la secuencia ver (o
er): malva,
oliva, uva…
uverva racivermo pieverdra roversal verjeravenio sauverce
vercereverzo toverdo
coverllaverdo Anieverne
dulverce versuavervísimo overtoverño (Rafael Alberti)
222)
Trajo fríjoles el hijo, rijas trajo, trajo tojos, trajo, trajo, trajo, trajo
un trajín como un repollo.
¡Ay, qué hijo más canijo,
Ay, qué pijo más rijoso! (G. Alejandro Carriedo)
223) Manolo mío:
Mi madrileño marchoso, maduro melocotón maleable macedonia mascaré mañana, mortadela moscatel mío.
Madrugaré maestro –me manipulas–, Manolo, macho mío,
mándote majuelas, magnolias maíz, mijo,
–me matas, majo–. (Gloria Fuertes)
El contrapié (fr. contrepet o contrepèterie) es, por lo común, un juego de orden léxico o morfológico, en menor grado fónico, basado en un cruce o intercambio de las partes de dos palabras preexistentes; en muchos casos se trata de un barbarismo o malapropismo (spoonerismo o piquiponada), pero, cuando es intencionado, puede analizarse como un neologismo, como ocurre en los ejemplos siguientes de Huidobro, que cabe describir como insólitos acrónimos21; así, montanario es la combinación de la parte inicial de la voz montañoso y el segmento final de la voz campanario, en tanto que campañoso resulta de la unión de la cabeza de campanario y la coda de montañoso:
224) Estallado
corazón
Montanario
21
Entendida aquí la acronimia en el sentido adoptado, por
ejemplo, en Casado Velarde (1999), como un entrecruzamiento léxico
(Lázaro Carreter 1968;
Rodríguez González 1989);
cfr
Varela Ortega (2005:
94-99) o Álvarez de Miranda (2006). Véase también García-Page (1992b). Tiene gran parentesco con la llamada palabra
maleta. Pueden verse más ejemplos de Huidobro en Altazor; y del contrepet en general en Tabourot (1986: cap. 8).
Campañoso (Vicente Huidobro)
225) Viento aparte
[monta-ñoso / campa-nario
Mandodrina y golonlina [mando-lina
/ golon-drina
Mandolera y
ventolina (Vicente Huidobro)
[mando-lina / vento-lera
La antanaclasis es un tipo de juego verbal basado en la homofonía de las palabras, muy del gusto del barroco –tanto en la versión culterana o gongorina como conceptista–, que rivaliza con la dilogía.
Exponemos aquí como botón de muestra dos textos de Gloria Fuertes:
226) Yo
quería ser
bailarina, ¿sabe?
… estudié ballet
pero era muy duro para mí seis horas de barra.
Ahora también
hago barra
Pero es otra cosa con ginebra y tíos (Gloria Fuertes)
227)
Aunque no tengo permiso para sacar mis versos a la calle. (murmullo).
¡Calle, que está hablando el poeta! (Gloria Fuertes)
Aunque no está categorizado como juego verbal, el encabalgamiento puede comportar valor lúdico, especialmente cuando, aprovechando la pausa que reclama el final de verso, sirve para romper una frase hecha o remotivar el significado de una expresión, como puede advertirse en los siguientes ejemplos22:
228) Aquí
vive un cura
loco
por un lindo adolescente (Antonio Machado)
229) Oh campo,
Oh monte, oh río
Darro borradme (Blas de Otero)
22 Por falta de espacio, no podemos profundizar en este fenómeno. Remitimos al lector interesado a Bousoño (1952: 484-485), Alarcos Llorach (1955: 94-96), Martínez García (1975: 467-468) y García-Page (1990b: 240-
242, 1991,
2004: 161-163),
entre otros.
230) ¡Ay Miguel, Miguel, Miguel
de Cervantes Saavedra (Blas
de Otero)
231) Anda,
levántate, España. (Ponte
en pie
de paz) (Blas
de Otero)
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